Charles Parker
Será que soy un poco negro, pero a mí me parece que ya es hora que Gendarmería derrame un poco de sangre de gringo para aceitar las rutas. Es una metáfora, por supuesto. Cuando digo «sangre» no pretendo desconocer métodos pacíficos como los gases lacrimógenos, los camiones hidrantes y las descargas eléctricas. Y cuando digo «gringo» no quiero soslayar la necesidad de reprimir también a los blancos analfabetos de la ciudad. La persistencia del conflicto con el campo, y la falta de carne para el asado, nos sacudió violentamente de la indiferencia a la que tenemos acostumbrados a nuestros lectores, y que a nosotros nos gusta llamar «objetividad». En este conflicto somos decididamente peronistas, y creemos que esta muestra de lealtad bien se merece por lo menos una publicidad oficial de media página en el próximo número. No es que le tengamos ni un poco de simpatía a los negros cabeza: es un asunto de conciencia de clase. El pobre con el pobre, el garca con el oligarca, así de sencillo. Y que se parta en cuatro.
Al próximo que nos mande a la redacción un correo de «gente bien» a favor del campo, uno de esos correos que dicen que plantar soja para darle de comer a los canchos chinos es «hacer patria», lo vamos a ir a buscar con algunos de esos muertos de hambre que hacen cualquier cosa por un plan trabajar, y se la vamos a dar como a Montiel en el ascensor del Consejo de Educación. Y a vos, especialmente a vos, el que propuso a todas las almas bellas poner una ovejita en el Messenger como símbolo de apoyo al campo, te vamos a mandar a buscar con la sargento Pato, del comando Sabino Navarro, por hacer una propuesta tan pelotuda. Te vamos a mandar al Gaucho Rivero a repartir franelas de Graciela Presidenta y a difundir tus ideas revolucionarias con la cacerola, a ver cómo te va con el pueblo.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)