En los allanamientos a Urribarri no aparecieron esculturas compradas ni un reloj Rolex

Sergio Urribarri, exgobernador entrerriano. (Foto: ANÁLISIS)

Por D. E. 

(De ANÁLISIS)

Ocho años tuvieron que transitar, desde la denuncia periodística de este medio y el inicio de la causa por enriquecimiento ilícito, para que la justicia se decida a allanar las viviendas fastuosas del exgobernador Sergio Urribarri, fundamentalmente las ubicadas en la ciudad de Concordia y en el lago de Salto Grande, en jurisdicción de Federación. El personal de la Policía de Entre Ríos llegó a tales propiedades, mientras que en Capital fue un contingente de la Policía Federal -al departamento de calle Lafinur- y a la mansión del empresario Diego Armando Cardona Herreros concurrieron oficiales y suboficiales de la Policía de la provincia de Buenos Aires. Al llegar a la vivienda de calle Garat de Concordia, el personal policial se encontró con casi toda la familia Urribarri dentro de la casa, lo que generó algunos cortocircuitos y cuestionamientos por la fecha del allanamiento y sus proximidades con la Navidad. Entre ellos, se encontraba en la casa el propio exgobernador Urribarri y su hijo Bruno, junto al resto de su familia. En la mansión del lago Salto Grande solamente estuvo el casero cuando llegó personal policial y judicial.

Quien autorizó los allanamientos del viernes pasado fue el juez de Garantías de Paraná, Elvio Garzón, tras un pedido concreto del fiscal Gonzalo Badano, que lleva adelante la causa de enriquecimiento ilícito contra el exgobernador. En el escrito había una orden expresa de secuestrar los bienes sujetos a decomiso (o sea, identificados, por ejemplo, un reloj dama marca Rolex, comprado en joyería Zanotti, de Capital Federal), como así también una moto de agua modelo VX 1100A K. Pero lo más saliente que fueron a buscar los policías fueron las esculturas de cristal de Murano (3 elefantes y un nido con 6 pájaros) adquiridos en Italia por una muy importante suma en euros y destinada a la esposa de Urribarri, Ana Lía Aguilera y un televisor Led de 90 pulgadas, cotizados en el momento de su adquisición en 22.000 dólares.


Urribarri ya está condenado a prisión efectiva de ocho años, por causas de corrupción y el juicio por enriquecimiento ilícito se concretaría en este 2024, por lo cual se le sumaría otra sentencia sobre las espaldas, porque en este último caso no ha podido justificar unos 9 millones de dólares.

La pericia judicial realizada sobre la documentación hallada en las oficinas del empresario paraguayo fueron clave para esta historia. El perito consideró que hubo un total de 11.400.000 dólares gastados por Urribarri y su familia entre 2008 y 2015, proveniente, evidentemente, de recursos públicos y nunca declarados por el exgobernador, y que le administraba la gente del empresario paraguayo Diego Armando Cardona Herreros, quien es considerado su «amigo y hermano», además de testaferro en diferentes movimientos, por lo cual incluso está imputado como partícipe necesario en la causa. Ese informe judicial se hizo en base a la documentación encontrada en el estudio contable y jurídico de Cardona Herreros -cuya principal actividad es la de realizar relevamientos catastrales en diferentes provincias argentinas-, cuando el fiscal Gonzalo Badano lo allanó. Ahí quedó claro que el empresario le administraba un gasto «en negro» de algo más de 1.400.000 dólares por año, donde figuraban los viajes al exterior de la familia Urribarri; los gastos de tarjetas de créditos de cada uno de ellos y algunas inversiones inmobiliarias en el país y en Uruguay. No solamente se encontraron papeles, sino también cientos de miles correos electrónicos de Cardona y sus empleados, con allegados directos a Urribarri y con el propio exgobernador de Entre Ríos. Y entre otros detalles, aparecía la compra del Rolex y de las esculturas, que eran los gustos caros de la actual esposa del exgobernador.

No obstante, ni la fiscal Daniela Montangie de Concordia y ni la fiscal Josefina Penon Busaniche, de Federación, encontraron lo solicitado por Badano, que tenían orden de decomisarlas, por ser compras en negro que le hacía el empresario paraguayo, por pedido expreso del exmandatario y exembajador argentino en Israel. Ambas, según supo ANÁLISIS, se sorprendieron por la fastuosidad de la casa familiar de calle Garat de los Urribarri, tanto dentro de ella, como en el patio (con una pileta de casi 20 metros) y un quincho para por lo menos 40 personas. También hallaron numerosos televisores LED de amplias dimensiones, tanto en la casa concordiense como en la mansión del lago de Salto Grande, según pudo constatar la fiscal de Federación.

Si bien en un principio los allanamientos se iban a realizar con personal policial de la Dirección de Investigaciones de la capital entrerriana, se optó por concretarlo con personal de la Jefatura departamental de Concordia y Federación y bajo una estricta reserva. Lo único que encontraron los policías fue la moto de agua comprada por Cardona Herreros y que estaba guardada en la casa del lago de Federación.

 Según pudo saber ANÁLISIS, la finalidad principal de los allanamientos era embargar bienes para el pago de multa en caso de condena en el juicio que es del 50 al 100%. “Entonces se habilitaron los allanamientos para ingresar con un fiscal, personal policial, testigos y fotografía, para constatar bienes muebles de valor, inventariarlos, fotografiarlos, y dejárselos en carácter de depositario judicial”, indicó una fuente judicial. También la otra finalidad fue proceder al embargo de bienes que se tenían previamente identificados que había sido adquiridos con la maniobra de enriquecimiento. De hecho, algunas cosas se habrían secuestrado en los allanamientos a las propiedades de Urribarri, pero no trascendió qué específicamente.

 Urribarri ya está condenado a prisión efectiva de ocho años, por causas de corrupción en su último gobierno. El juicio por enriquecimiento ilícito se concretaría en este 2024, por lo cual se le podría sumar otra sentencia sobre las espaldas, porque en este último caso no ha podido justificar unos 9 millones de dólares, según las pericias realizadas.

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