“Para superar tantos años de decadencia se necesita más diálogo”

Esteban Vitor, actual secretario Legal y Técnico del gobernador Rogelio Frigerio, recorre su historia personal y política entre la vocación heredada de su padre abogado radical, el despertar democrático en los años de dictadura y la experiencia legislativa. Con mirada crítica sobre la decadencia entrerriana y la lógica de un Estado orientado a “ganar elecciones antes que a gobernar”, reivindica el diálogo como camino para salir de la polarización y propone reformas estructurales que devuelvan competitividad a la provincia. Optimista por naturaleza, insiste en que “no hay desarrollo sin empleo privado” y convoca, citando a Ortega y Gasset: “Entrerrianos, a las cosas”.
Por Nahuel Maciel
En el universo político entrerriano, donde los silencios suelen pesar tanto como las palabras, la figura de Esteban Vitor emerge con un registro distinto: abogado de formación, dirigente radical de origen, legislador en dos períodos marcados por gobiernos nacionales de signo opuesto, y hoy secretario Legal y Técnico del gobernador Rogelio Frigerio. Su relato personal es también un recorrido por los dilemas de la política argentina, donde la vocación se entrelaza con la memoria familiar, la experiencia de los años de la dictadura cívico militar y la búsqueda de consensos en un tiempo atravesado por la polarización.
“La vocación por la abogacía y por la cosa pública van de la mano, están unidas”, confiesa al recordar a su padre abogado, radical, que atendía desde su estudio doméstico no solo reclamos legales, sino también causas sociales, asociaciones civiles y clubes. De esa atmósfera, marcada por la lectura diaria de periódicos, surgió la inclinación por el Derecho como vía hacia lo público, como si la legalidad fuera el camino más recto hacia la política.
Su primera experiencia militante no fue en un comité, sino en la calle: “Me acuerdo perfectamente. Era la época de la dictadura militar, febrero de 1982. Hubo un acto multipartidario... Ese fue mi primera participación en un acto político, habré tenido 15-16 años. Y había ido por iniciativa propia”. Esa imagen de un adolescente rodeado de patrulleros policiales, escuchando voces de distintas banderas partidarias en reclamo por el retorno democrático, se transforma en símbolo: la política como encuentro y riesgo, como impulso genuino, como despertar colectivo en medio del miedo.
Vitor supo luego recorrer el camino institucional como diputado provincial en los dos mandatos de Gustavo Bordet. Experiencia que le permite observar la lógica legislativa con una mezcla de idealismo y desencanto. “En teoría soy partidario del sistema bicameral. Pero, en la práctica lo que viví durante 8 años como legislador me hace pensar que tal vez un sistema unicameral sea mucho menos”, señala con crudeza, trazando un paralelo entre los ideales constitucionales y las ineficiencias de la burocracia real.
El tema del diálogo recorre toda su reflexión política. Lo observa como déficit estructural del país y como fenómeno global: “Uno observa lo que pasa en Europa o en Estados Unidos y se percibe una radicalización de los discursos y es difícil encontrar consensos. Pero, estoy convencido que en la Argentina se sale del laberinto por arriba y para eso hay que construir los consensos y el mejor camino es ejercer el diálogo democrático”. La apelación a un “salir por arriba”, más que consigna, funciona en su discurso como horizonte estratégico.
Vitor no oculta su preocupación por el deterioro del espacio público mediático: “La palabra de los periódicos era casi sagrada, y ahora puede formar parte de operaciones, de Fake News o de una campaña de desprestigio de alguien”. Pero también se reconoce “esencialmente optimista” y vincula esa convicción a formación familiar y también a su pertenencia a la Red de Acción Política (RAP), donde aprendió a valorar la amistad política aún en el disenso. Allí, la figura de Alan Clutterbuck, que transformó una tragedia personal en motor de diálogo institucional, funciona como metáfora del espíritu que lo guía.
En el plano de las reformas, Vitor plantea un mapa ambicioso de consensos pendientes: reforma laboral, reforma impositiva, reforma previsional. Sabe que no son tiempos propicios para todas, pero insiste en que la modernización del Estado y el cumplimiento estricto de la Constitución son tareas ineludibles. El diagnóstico sobre Entre Ríos es duro: “En los últimos 50 años hemos tenido muy malas administraciones, especialmente en los últimos 20 dominados por un mismo signo partidario. Con un Estado pensado para ganar elecciones, pero no en administrar bien, no pensando en solucionarle los problemas a los entrerrianos sino apenas para ganar elecciones”.
La idea de competitividad provincial atraviesa su discurso: bajar impuestos, atraer inversiones privadas, generar empleo registrado. La crítica a la lógica de “más impuestos y más empleados públicos” se convierte en un llamado a quebrar un círculo vicioso. Los datos que ofrece refuerzan la urgencia: de los 27.000 kilómetros de la red vial entrerriana, 24.000 son de tierra. La comparación con Santa Fe y sus puertos aparece como espejo incómodo de las carencias locales.
El orgullo de la actual gestión de Frigerio, asegura, radica en haber eliminado los gastos reservados y en avanzar en proyectos que buscan terminar con privilegios, como las pensiones vitalicias para gobernadores y vicegobernadores. “No hay desarrollo sin empleo privado”, enfatiza, convencido de que la única salida es romper con la dependencia estatal y favorecer la inversión genuina.
Su mirada sobre la escena nacional es crítica pero no negadora de logros: reconoce en el gobierno de Javier Milei avances como la baja de la inflación y el equilibrio fiscal, aunque insiste en que la segunda fase deberá estar marcada por mayor diálogo y consensos. “La Argentina requiere para superar tantos años de decadencia más diálogo, más consenso, buscar coincidencias para transformar al país”, remarca, uniendo el diagnóstico nacional con el provincial.
Al final, su discurso vuelve a la esperanza, casi como un sello personal: “Soy optimista y estoy convencido que este es el camino para salir de la decadencia y el estancamiento. No solo tenemos recursos naturales, sino excepcionales recursos humanos. Parafraseando a Ortega y Gasset: Entrerrianos, a las cosas”. El eco de la frase filosófica se mezcla con la urgencia de la gestión cotidiana, como quien entiende que las grandes transformaciones se juegan en el terreno concreto.
En la voz de Esteban Vitor, la política se presenta como oficio de largo aliento, donde el Derecho, la memoria y el diálogo se entretejen en una trama que combina diagnóstico crítico y optimismo obstinado. Su relato confirma que, aún en tiempos de desencanto, la vocación política sigue siendo un puente entre la historia personal y la construcción colectiva.
- ¿Cómo llegó a la vocación por la vocación por la abogacía y por la política?
-La vocación por la abogacía y por la cosa pública o la política van de la mano, están unidas. Mi padre era abogado ysiempre me interesó las cuestiones que tenían que ver con la política, pero también atada o ligada a lo que tenía que ver con lo legal. A mí me gusta leer mucho y creo que eso también ayudó. Leo mucho, sobre todo, los periódicos. Me gusta mantenerme actualizado, sobre todo, a través de las publicaciones gráficas y aunque algunas han desaparecido, las sigo a través de internet. Mi padre tenía el estudio de abogacíaen casa ysiempre, uno veía cómo atendía a la gente, percibíamos muchos reclamos que estaban vinculados a temas políticos o a temas que tenían que ver con el dar una mano, por ejemplo, a las asociaciones civiles, a los clubes. Mi padre era de la Unión Cívica Radical (UCR).
- ¿Se acuerda cuál fue su primera participación política?
-Me acuerdo perfectamente. Era la época de la dictadura militar, febrero de 1982. Hubo un acto multipartidario. Hablaron referentes de distintos partidos políticos. No recuerdo bien si se hizo cerca del Centro Gallego o del Centro Asturiano, fue al lado de la estación de servicio de calle Buenos Aires, casi esquina Cervantes, frente a lo que es la Secretaría de Trabajo. Ese fue mi primera participación en un acto político, habré tenido 15-16 años. Y había ido por iniciativa propia. Ya se empezaba a hablar de la democracia, se empezaba a hablar de la necesidad del regreso al sistema institucional. Me recuerdo patente que en ese acto estaba la policía observando, había patrulleros de la policía. Habló Juan Antonio “Cuco” Tardelli, el papá del periodista Antonio; Antonio Gino Cavallaro por el peronismo y otros referentes político partidarios, creo recordar al Partido Intransigente (PI).
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1163, del día 21 de agosto de 2025)