A días de su partida de esta tierra

Karlic, las víctimas y la ausencia

Edición
1163

El cardenal Estanislao Esteban Karlic falleció a los 99 años. Miles de fieles se hicieron presentes en su velatorio en la Catedral, que lo tuvo como jefe máximo desde 1983. Karlic fue un hombre importante para la Iglesia, para la política y para buena parte de la sociedad. Pero falló en la forma en que encaró el tema de las víctimas del cura José Ilarraz, tras ser denunciado por abusos.

 

Daniel Enz

 

Ese joven de un pueblo de Paraná Campaña se hartó de los abusos del cura Justo Ilarraz, un día de mediados de 1992. El cura venía abusando de él desde que tenía 14 años, ya sea en el pabellón del Seminario Menor; en la habitación, en el baño, como así también en un viaje al que lo llevó, a escasas semanas del sorpresivo fallecimiento de su padre. El cura fue a ver a la madre del joven y le pidió permiso para llevar a su hijo a Chile y  a Bariloche. «Le va a hacer bien despejarse un poco», le remarcó.

Ese último encuentro que tuvo con el cura -después del viaje- se produjo en la habitación de él. Le tomó de la mano y lo llevó hasta la cama. Estaba la luz apagada. Comenzó a tocarlo, acariciarlo por las zonas erógenas de su cuerpo. Le sacó la ropa y él también hizo lo mismo. Se acostaron en la cama, el sacerdote tomó el pene del chico y se lo introdujo en su boca. El cura levantó la vista, lo miró con placer y prosiguió suavemente con lafellatio. Siempre en silencio, le hizo una seña para que se diera vuelta y puso su cuerpo sobre el del seminarista. Sintió el pene erecto del cura en su cola y ahí fue cuando reaccionó. Se dio vuelta y quedó cara a cara con el prefecto. «No quiero que mepenetres», le recriminó. Y se levantó de la cama.

—Está bien. Cambiate y andate de mi habitación –le espetó, sin ninguna otra explicación, como enojado por la situación.  Lo acompañó hasta el pasillo y le dijo: «Acá terminónuestra amistad».

Durante varios meses el chico se guardó lo sucedido. Tenía miedo a la reacción del cura; le costaba dormir por las noches, pensando en alguna represalia y fue un hecho que lo marcó por el resto de sus días.Fue en el ’93, con 17 años cumplidos, que se animó a contarle todo lo sucedido al bedel Pedro Barzán, quien luego fue sacerdote en la diócesis de Sabina

Poggio Mirteto, en Italia. El mismo bedel lo obligó a relatarle lo mismo a quien en 1992 asumió como rector del Seminario, Juan Puíggari, y a través de éste sacerdote le llegó la información a Estanislao Karlic.

El arzobispo lo mandó a llamar a la residencia del Parque Urquiza y el seminarista acudió acompañado por Puíggari. «Le quiero agradecer esto que hizo, porque de esta manera ayuda a la Iglesia. Poné todo en manos de Dios y rezá mucho», le indicó.

Puíggari creyó tener una solución inmediata: llamó a una prima suya, que era una laica consagrada y psicóloga, perteneciente a la comunidad de Servidoras de Buenos Aires y le pidió que se ocupara de algunos de los abusados por Ilarraz. De esa manera, también tenía el control de la situación de los pibes.

Pero a su vez, le pidió que viniera a Paraná junto a otras colegas, para hacer un psicodiagnóstico a los seminaristas. «Lo vamos a hacer obligatorio para ver cómo estamos y para que nos ayude a nuestro crecimiento como religiosos», le explicó a monseñor Karlic.

En realidad, Puíggari quería saber quiénes habían sido los abusados por Ilarraz (además de los que conocía) y quiénes participaban de los juegos sexuales del cura.

Por eso fue que varios seminaristas se negaron a hacer el estudio psicológico, que era pago para todos los estudiantes. A cada uno les cobró 150 pesos/dólares.

Aplicaban el test de Rorschach, que es una técnica y método proyectivo de psicodiagnóstico creado por Hermann Rorschach (1884-1922). El test se utiliza principalmente para evaluar la personalidad. Consiste en una serie de 10 láminas que presentan manchas de tinta, las cuales se caracterizan por su ambigüedad y falta de estructuración. El psicólogo pide al sujeto que diga qué podrían ser las imágenes que ve en las manchas y a partir de sus respuestas, el especialista podía establecer o contrastar hipótesis acerca del funcionamiento del sujeto.

El 5 de julio de 1995 -casi dos años después de la denuncia- monseñor Karlic firmó un decreto interno en el que ordenó que el sacerdote y abogado Silvio Fariña Vaccarezza realizara una «investigación cautelosa» sobre los hechos en los que aparecía involucrado el cura Ilarraz, ante posibles «delitos graves» cometidos. En 1993, es decir, el mismo año en que el seminarista fue a declarar ante Karlic, monseñor firmó el decreto 39/93 por lo cual Ilarraz se fue a Roma a cursar la Licenciatura en Misionología en la Pontificia Universidad Urbaniana. Ilarraz no era alguien más en las proximidades de Karlic. Fue su ecónomo y chofer personal por varios años. La familia Ilarraz también era una de las principales aportantes del Arzobispado.

(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1163, del día 21 de agosto de 2025)

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