Escribe: Hugo H Pais
Sin lugar a dudas, cada día, observamos y escuchamos hechos, situaciones, que nos describen y nos hacen pensar lo dado como título en este espacio. Sin dudas en esto tiene mucho que ver, la crisis de una educación, que comienza en la familia y sigue en la escuela. Crisis digo de principios que si fuesen buenos, harían sustentable el comportamiento de quienes muchas veces poseen el “poder” y nunca comprendieron, que el verdadero poder está en el “servicio”
Sin duda alguna, lo que debemos comprender, que el verdadero liderazgo comienza por saber uno dirigirse a sí mismo. Cuestión que en estos días, vemos cuantos desean mostrar el ser líderes políticos, sociales, económico, cuan poco les importan los “otro”, es decir todos nosotros. Hay sin lugar a dudas, lideres huecos, vacíos, resentidos, vengativos, irrespetuosos.
Por ello debo decir que un buen líder ha de ser capaz de:
-Trazar el rumbo, exponiendo su visión de futuro y fijando estrategias para producir cambios necesarios para alcanzar dicha visión. Se juega el todo por el todo por los demás, y no solo exige a los otros que hagan, manifiesten o sean de determinada manera.
-Asociar a las personas, comunicándole el rumbo verbalmente y con hechos, influyendo en constituir equipos y coaliciones, que comprendan la visión y las estrategias y acepten su validez. Convencer que estos poseen valores que compartimos, tales como:
-Conocimiento de si mismo
-Ingenio para afrontar conflicto y buscar cooperativamente soluciones
-Capacidad de amar a los demás, manifiesta primariamente desde la empatía
-Heroísmo frente a los desafíos, colocándose al frente, no atrás ni al costado, entender que se logra con el ejemplo y no con la orden.
-Motivar, inspirar, infundir vigor al equipo, para vencer obstáculos y satisfacer lo buscado por el conjunto
-Sin lugar a dudas, tener capacidad de determinar adonde necesitamos ir, convencido que es preciso ir hacia allá, hacia esa meta que apetecemos, no a fuerza de golpes ni de actitudes reprochables
En alguna medida, todos somos líderes y nos toca dirigir todo el tiempo, bien o mal y debemos reconocer, que nos nace desde adentro, porque así nos determina quién soy, tanto como, que hago y asumir que nunca termino la tarea de hacerme líder, porque es un proceso continuo.
Un educador, lo aprendí en mi propio hacer, debe saber ser y saber inspirar en los otros ese liderazgo, que nace y se hace en el respeto integral por el otro, el verdadero liderazgo no es un acto, un momento, un discurso de ocasión, sino que es una manera de vivir, con honestidad y respeto por el / los otro/s. De allí que reitere que hacerse líder es un proceso continuo de autodesarrollo.
Si un líder precisa ser temido, porque le es mucho más seguro que ser amado, se es un ser ingrato, voluble, mentiroso, impostor, cobarde y ávido de poder. Así aparecen los que se dicen líderes y no cumplen sus promesas. El lenguaje violento, sin lugar a dudas es un modo de violencia ejercida y muchas veces, daría la impresión que ello se ha naturalizado y se lo permite en todos los espacios.
En estos tiempos, hay diría yo, lideres vacíos de conocimiento de sí mismo, carentes de autoestima, y por tanto, carentes de respeto a la dignidad del otro. No tienen ni dejan entrever, una escala de valores, donde el respeto por el otro expresa cuando se respeta a si mismo. Tiempos estos, de repensar, como asumimos nuestro humilde liderazgo de nuestras vida y como educamos para el ejercicio del liderazgo que afecta a tantos seres humanos.