Por J.C.B. de ANALISIS DIGITAL

“En este momento no sé lo que siento hacia vos, hacia ustedes, es una mezcla de decepción, lastima, odio. Me enoja recordar que me llevaron al parque, hicieron mis comidas favoritas, me enseñaron a pintar, casi me convencen que eran los ‘tíos perfectos’, como convencieron a tantos”, arrancó una nota de Alita titulada “Carta a mis abusadores”, que publicó en su cuenta de red social Facebook.

Alita es del pueblo San Jaime de la Frontera, un pequeño municipio del noreste entrerriano con 4337 personas según el último censo poblacional de 2010. Quizá la poca gente que vive en dicha localidad sea el motivo por el cual Alita elige la condena social antes que la condena judicial, aunque el caso amerite que los organismos judiciales actúen de oficio. Hoy Alita tiene 23 años y su historia comienza cuando era una niña de entre 4 y 6 años: “La verdad ya no me acuerdo, fueron tantas veces y yo era tan chica…no entendía porque me hacían esas cosas, sólo sabía que no me gustaba y tenía miedo de contarlo”, explicó en la carta.

“No me gustaba acostarme, porque siempre era ahí, cuando estaba sola, en esa cama que ustedes preparaban para que durmiera. Él, vos, los dos juntos, parecían disfrutar tocarme, verme aterrada tratando con todas mi fuerzas de cerrar mis piernas, o de intentar sacarlos con mi brazos, aunque también hubo veces que estaba tan asustada que me quedaba tiesa, y cerraba los ojos”, continuó con el relato de su historia.

De los dos abusadores queda con vida tan sólo su tía, puesto que el tío falleció hace un tiempo. Es por esto que Alita interpela de manera directa a quien aún sigue con vida: “Cuando fui un poco mas grande ya no tuvieron tantas oportunidades de encontrarme sola y esos episodios horribles terminaron, pero tuve que verlos sentados delante de mí en todas las cenas, cumples, festejos familiares con sus grandes mascaras de tíos perfectos, sinceramente no sé cómo pude callar”.

“Algunos siguen creyendo que ustedes fueron incapaces de ‘semejante cosa’, para otros es mas fácil negar, o ignorar…Pero bueno, al parecer tu papel de maestra aplicada y devota de TU iglesia, y el de él, de señor simpático y gracioso funcionó. No parecen tener cara de abusadores sexuales ¿no? Por esto segura y lamentablemente, pudieron adoptar. Deseo con mi vida que ellos no hayan corrido mi misma suerte”, agregó Alita.

La protagonista de esta historia confió a ANALISIS DIGITAL que tomó la decisión de contar su historia porque fue alentada por otras personas que relataron historias similares y que esperaba que su “vómito” –como calificó la carta- sirva para que otras personas que hayan pasado por lo mismo se animen a denunciar a sus abusadores, lo que según Alita significa un gran alivio para su pesar.

Continuó el relato: “Lo único que aprecio de él es que haya muerto, porque acto seguido, sentí que era mi hora. Después de tantos años pude y puedo vomitar la verdad, liberándome un poco de esa angustia que me asfixiaba”, señaló en relación a su tío. Luego, interpeló nuevamente a su tía, la otra culpable de los reiterados abusos que sufrió: “Vos que todavía vivís, ¿vivís? No sé cómo haces para seguir careteando, haciéndote la víctima, negando la verdad, a veces… me das lástima”, sentenció.

Alita, calificó como “los momentos más oscuros” los que le hicieron vivir sus abusadores. “Les debo las peores crisis de mi vida, el asco y el rechazo que sentí por mi y por mi cuerpo durante tantos años. Me robaron mi infancia y me duele recordarla”, lamentó.

Para concluir, Alita decidió mostrarse con fortaleza, como un triunfo de su historia por sobre la que le hicieron padecer: “Hoy soy fuerte, mas que vos, mas que él… por eso escribo y cuento mi verdad, me ayuda a superar, porque no olvido. Creo que todo lo que va, vuelve…y aprendí a esperar, por eso espero”, sentenció Alita.