Lo que mostró el Rojinegro el viernes contra Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia fue quizá la gota que rebalsó el vaso. Es que el equipo nunca jugó con la actitud que se debe tener en una instancia límite, fue intenso solo por momentos, dejó que su rival con muy poco le controlara el partido y apeló a arrestos individuales para mantenerse siempre a una distancia corta pero que nunca llegó a ser menor de tres puntos.

Hoy por hoy Central Entrerriano es un mar de interrogantes. Aquejado por las lesiones (se lesionó Torre y es duda para jugar ante los bahienses), el equipo tubo enormes dificultades para mostrarse como un conjunto sólido y los resultados están a la vista.

Además, los cambios de extranjeros no parecieron ser la solución, porque Jackson tiene calidad pero juega a un ritmo cansino que muchas veces va a contramano de lo que pide el partido. El tema de los foráneos parece ser un tema recurrente, porque no es la primera vez que recambia de foráneos en competencia sin que los resultados sean los que el equipo necesita.

Salvo cuando llegó el panameño Antonio García en aquel equipo que salvó la categoría en el final, nunca ha llegado un extranjero desequilibrante, que justifique con su juego el valor de su sueldo. Jackson no es mal jugador, pero no es un tipo que meta 30 puntos por juego, que es justamente lo que Central necesita.

Y quizá el principal interrogante del elenco Rojinegro es el factor anímico. El equipo no se muestra quebrado pero tampoco está entero, las derrotas acumuladas seguramente han hecho mella y el hecho de saber que jugará con desventaja de definición por la permanencia, posiblemente juegue en contra del grupo que comanda Eduardo Cadillac.

Por lo pronto, Central Entrerriano deberá cerrar la fase regular de la mejor forma posible, sabiendo que el torneo no termina en los próximos tres juegos, sino que habrá una serie de playout donde el equipo deberá jugarse la vida, señala El Argentino.