Desde el lugar hasta la vestimenta. A partir de las diferencias notorias entre uno y otro. Una escenografía absolutamente amistosa. Central y Unión Maracaibo al final jugaron en la ciudad deportiva de Granadero Baigorria para proteger el estado del piso del Gigante de Arroyito. El resultado final favoreció a los rosarinos por 2 a 0 con goles de Pablo Vitti.
Fueron 80 minutos que jamás sacaron al partido de los parámetros de un entrenamiento. Menos aún cuando a los canallas, allá por los 20' del complemento se les ocurrió mostrar las inalcanzables distancias que existen entre uno y otro plantel. Al menos así fue ayer por la tarde, bajo un frío intenso y con amenaza de lluvia permanente.
El equipo de Víctor Púa se impuso 2 a 0 a los azulgranas caribeños con dos goles de Pablo Vitti, uno en cada tiempo. Fueron dos etapas de 40 minutos con arbitraje del rosarino Gustavo Lechner. El delantero marcó a los 8' de la primera mitad y a los 27' de la segunda. El primero gracias a un error del arquero Hernández que no pudo retener un remate de Ferrari y el otro tras una gran jugada personal que definió cuando salía el golero.
Al partido le costó encontrarse con un ritmo de juego medianamente convencional y para ello influyó, además de la escasez de minutos de juego de ambos equipos, el escenario donde se jugó.
La cancha de la ciudad deportiva es para entrenamiento y más allá de que sus dimensiones sean suficientes para enfrentar a dos equipos de primera división, las irregularidades del terreno ya ofrecen una luz roja que atenta contra la entrega de los futbolistas en toda su dimensión. Y la dureza de la pretemporada hizo el resto.
Central monopolizó la pelota cuando se lo propuso, pero pareció demasiado atado, lógicamente falto de ritmo e impreciso. Eso transformó el juego en un canto a la desprolijidad y la torpeza.
Los canallas ofrecieron lo primero y los venezolanos pusieron lo segundo. Maracaibo pegó bastante durante la primera mitad, pero es muy probable que no haya sido una decisión del conjunto sino una consecuencia del desarrollo.
Maracaibo tuvo su happy hour entre los 20 y los 35 minutos del primer tiempo y después se desinfló definitivamente.
No obstante, aquel lapso de 15 minutos en los que pareció encontrarle la vuelta al partido, el equipo caribeño sólo pateó una vez al arco. Fue justamente a los 35' y constituyó la primera atajada de Zapata enfrente de su público.
Después no hubo partido, apenas algunas escaramuzas que permitieron olvidar el frío de a ratitos.
Un remate de Cámpora, una definición exquisita de Emiliano Papa que se fue al lado del caño derecho, el penal fallado por Talamonti a los 4' del complemento (el arquero lo rechazó con la punta del botín derecho) y la expulsión de Fuemayor, que al final recibió el premio que al menos merecía uno de los jugadores visitantes.
Fue apenas una prueba. Quedó demostrado que el estado físico de Central es bueno, pero necesita amigarse lo más pronto posible con la pelota. Anda en ese trámite.
Fuente: Diario La Capital.