Condenaron a reclusión perpetua a Liliana Rivas por el crimen de su marido, Enzo Benedetich

De ANALISIS DIGITAL

Antes de las 18 la sala rebosaba de personas, amigos, allegados, curiosos y periodistas que aguardaban ansiosos la llegada de la polémica mujer.
Liliana Rivas, arribó junto a sus abogados, minutos después, el Tribunal irrumpió en la salón y ágilmente leyó la sentencia.

“Declaramos que Liliana Graciela Rivas es coautora y responsable del delito de homicidio doblemente calificado por el vínculo y por alevosía; y en consecuencia, decidimos condenarla a la pena de prisión perpetua. Además, no se hace lugar al pedido de revocación de la prisión preventiva interesado por la parte acusadora, ni a la solicitud de elevación de la caución real oportunamente dispuesta, manteniéndose el estado de excarcelación de la condenada hasta tanto quede firme la presente”, rezó la presidenta del Tribunal.

Asimismo, se indicó que “todos los elementos incautados para la investigación serán reservados por el plazo de un año, y de no ser requerida su entrega por quien acredite el derecho a hacerlo, serán decomisados y destruidos, a excepción de los soportes magnéticos y demás elementos que conforman la prueba de las actuaciones” entre las que se mencionó un CD, copias de cartas que Rivas escribió a una ex pareja de Benedetich, DVD’s.

En tanto, se fijó una audiencia para el 5 de septiembre a las 18, oportunidad en que se leerá la sentencia completa.

El crimen

El 26 de septiembre de 2009 por la noche, Enzo Benedetich y Liliana Rivas salieron en su auto Honda Fit a cenar. Según se relató en el debate, la empleada de Enersa quería agasajar a su marido por lo que decidió llevarlo al restaurante El Costerito, ubicado por el Acceso Norte de Paraná.

En un primer testimonio, la imputada dijo que luego de salir de su domicilio y haber dejado a su pequeña hija con familiares, la pareja pasó por el cajero automático de banco Bersa situado en Almafuerte y Zanni, donde habrían sido abordados por un delincuente que los paseó por las afueras de la capital entrerriana y para llevarse un pequeño botín, arremetió contra el hombre y le asestó cuatro disparos, también la golpeó en la cabeza a Rivas y luego huyó. Obnubilada, la mujer atinó a manejar hasta el Hospital San Martín, donde fue asistida por la guardia médica, pero para Benedetich ya era tarde.

Al otro día del homicidio, Rivas cambió la primera versión de los hechos y dijo que en vez de haber sido abordados por un extraño en el cajero, levantaron a un albañil que trabajaba en su casa, Rubén Flores, quien habría sido el autor material del asesinato. Según la imputada, Flores quería cobrarse algunas cuentas pendientes.

Dos días después, el albañil salió de su casa y no volvió. Fue encontrado muerto, con un disparo en la sien, cerca de su domicilio.

Durante el debate oral y público, no se entregó ninguna prueba que indique fehacientemente que el autor material fue Rubén Flores y la responsable intelectual Liliana Rivas, pero la mayoría de los deponentes que pasaron por el estrado ratificaron esa teoría.

Tanto la querella integrada por Marcos Rodríguez Allende y Walter Rolandelli, como la Fiscalía, a cargo de Leandro Ríos, establecieron la tesis de que Rivas fue la responsable intelectual de la muerte de su marido y Flores el autor material.

Alegaron que si bien no hubo una prueba concreta, el relato construido a lo largo del juicio filtraba indicios sobre su culpabilidad. Se basaron en los testimonios de familiares del ex basquetbolista que versaban sobre la obsesión de la mujer para con su marido. En este sentido, se relataron episodios de quema de zapatillas, de ropa, y testimonió el remisero de la imputada, quien aseguró que algunas veces tuvo que “vigilar” a Enzo a pedido de Rivas.

También, apareció un amigo del albañil, quien afirmó en el estrado que antes de morir, Flores le deslizó que estaba preocupado porque debía hacer un trabajo por el que además, adujo que cobraría cerca de 7.000 pesos.

Como si faltaran condimentos, las pericias psicológicas no le fueron favorables. Liliana Rivas fue caracterizada como psicópata histérica e histriónica.

Por otro lado, la defensa compuesta por Rubén Pagliotto y Guillermo Vartorelli, argumentaron la inocencia de la imputada. Una de las estrategias implementadas fue mantener el silencio de la mujer durante el debate. Además, testimonió una psicóloga de parte, quien sobre una postura epistemológica diferente a sus pares, caracterizó a Rivas como neurótica e histérica.

“Sostenemos que Rivas es inocente porque las pruebas hablan a las claras que no tuvo que ver con los hechos. Son tan escasos los elementos que endilgan el crimen que cuando la prueba no alcanza se la estira como un chicle y cuando se dice algo a favor de la imputada se le resta importancia”, asentó Vartorelli.

De las ocho jornadas de que insumió uno de los juicios más resonantes del último tiempo en Paraná, sólo la última Rivas soltó unas palabras: “Sólo quiero que se haga justicia”, sentenció.

No obstante, el Tribunal halló los elementos necesarios para ratificar la imputación y condenarla a prisión perpetua por el delito de homicidio doblemente agravado por el vínculo y alevosía en calidad de coautora.

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