Por Manuel Lazo
Especial para ANALISIS DIGITAL
A un cuarto de siglo de aquellos lamentables episodios, la realidad ha cambiado y se espera ahora que la presentación sea una fiesta. El cuartetazo cordobés ha trascendido la geografía cordobesa hasta el punto de ser reivindicado y exaltado en su valor por artistas universales como Julio Bocca y León Gieco. La Mona es el principal exponente del género que también inmortalizó al Potro Rodrigo a quien se le debe reconocer el hecho de haberlo instalado en todos los ámbitos de Buenos Aires.
Del cuarteto puede sostenerse que ninguna otra música tiene su misma forma de bailar ni su mismo público. Su ritual es único y con ligeras variantes. Incluye la institución del choripán a la entrada del bailongo, el vino tinto generoso, la entrada barata, policías celosos del orden, las mesas dispuestas alrededor de la pista del club y toda la multitud de parejas girando en un solo círculo con sentido contrario a las agujas del reloj que no dejan de saltar hasta marcar el amanecer.
Leonor Marzano. Así se llamaba esa mujer que dio inicio al fenómeno cuartetero en la década del cuarenta marcando en el piano con su mano izquierda el ritmo del tunga - tunga que era como una araña saltarina capaz de hacer bailar hasta a los postes y levantar polvareda con las alpargatas gringas de los pueblos del interior.
El comienzo de esta historia se produjo cuando un día Augusto Marzano, en ese momento integrante de la orquesta Los Bohemios, le propuso a Miguel Gelfo formar un cuarteto, incorporando a su hija Leonor como pianista para que ella no se quedara sola en su casa cuando el grupo tenía actuaciones.
Luego de varios meses de ensayo, se produjo el debut el día 4 de junio de 1943 en Radio LV3, hoy Cadena Tres. Su nombre era Cuarteto Característico Leo o simplemente La Leo como la denominaron los cordobeses.
Después de trasponer los barrios periféricos el cuarteto pasó a conformar un fenómeno de todos los cordobeses imponiéndose en el tiempo hasta el punto de ser incorporado por León Gieco en un disco editado en 1983. A Cosquín llegó por primera vez en aquel inolvidable enero de 1987. Ninguna música habló tanto de los cordobeses como el cuarteto, con sus letras pobladas de negrazones, humor casero, trasnochados, flacas alegres y desgracias del cariño.
Por eso es que su regreso al escenario del Festival de Cosquín, constituye una justa reivindicación al género creado por La Leo y a un intérprete que tiene el mérito de haber mantenido su vigencia.
Hace 25 años, La Mona no pudo terminar su actuación sobre el escenario Atahualpa Yupanqui en el que apenas pudo interpretar dos temas de su repertorio. Los desmanes en la Plaza Próspero Molina obligaron a la interrupción del espectáculo y la comisión de aquel tiempo culpó al artista de lo ocurrido, aunque éste se fue llorando de Cosquín sin entender qué había pasado verdaderamente.
Ahora, como hace más de dos décadas, el ritual volverá a repetirse. Los barrios y los pueblos del interior cordobés, con seguridad, marcharán esta noche hacia Cosquín portando los carteles que identifican su origen del mismo modo que lo hicieron en aquel enero de 1987, tiempo en el que hasta en las fábricas se leían convocatorias para acompañar al fenómeno.
La iniciativa del regreso fue de Víctor Hugo Godoy, integrante de Los 4 de Córdoba quien sumó a La Mona en Jesús María en el año 2001 ante el delirio de casi veinte mil personas.
El agite que tiene el respaldo de grandes exponentes del folklore como Peteco Carabajal, El Chaqueño Palavecino y Abel Pintos, prepara entonces su merecido regreso a Cosquín para desatar una gran fiesta urbana y cordobesa y para que miles de voces vuelvan a entonar junto a su ídolo: Agiten las caderas, agiten la cintura, se viene la alegría, se viene la locura….