Los familiares de Meza afirmaron que Costa ejercía violencia psicológica sobre la neuróloga y lo acusaron de intentar ocultar el crimen

Por Betiana Spadillero, de ANALISIS DIGITAL

En el inicio de su declaración, Néstor Meza se explayó sobre el día en el que Wilma falleció. Remarcó que durante el almuerzo familiar en la casa de su hijo Raúl notó a su hija “algo triste y callada” pero que el encuentro no se extendió por más de una hora y que recién volvió a tener noticias de ella durante la noche.

Según indicó, pasadas las 19 Costa lo llamó a su casa “por parte de Wilma” para saber el número del teléfono celular de Raúl, lo que lo sorprendió puesto que “Wilma se comunicaba seguido con su hermano y esa misma siesta lo había llamado para avisarle que llegaría tarde a comer”. Durante los próximos minutos, Meza recibió tres llamados más: otro de Costa, esta vez, consultando sobre el celular de Marcelo Costa; el de la secretaria del centro de resonancia magnética; y el de una amiga de la familia, quien le informó que su hija había sido llevada al Hospital San Martín por una descompostura.

“Creo que desde el primer momento que llamó Costa, Wilma ya estaba muerta y que efectuó esos llamados pensando en una estrategia para ocultar lo que pasó”, advirtió el hombre con indignación. Y enseguida, acotó: “A nosotros ellos (por Costa y sus familiares) no nos avisaron nunca lo que estaba pasando. No nos dieron el derecho de saber, pero sí dieron aviso a gente vinculada a ellos”.

Asimismo, consideró que “la expectativa de ellos era liberarse del cuerpo cuanto antes, por eso la llevaron al hospital, buscaron una coartada para evitar que lo descubran, pero cometieron muchas anomalías, como intentar eliminar evidencia comprometedora”.

En esa línea, destacó que los médicos siguieran “el procedimiento adecuado”, porque “notaron signos extraños que indicaban que se había tratado de una muerte no natural y ordenaron la autopsia”. Y disparó: “Costa trató de engañarnos a nosotros y a la Justicia, relatando las cosas de un modo diferente a cómo realmente sucedieron”.

Más adelante, comentó que Costa “ejercía presión psicológica permanente” sobre Wilma, y que “actuaba de una forma con la familia y de otra en el ámbito doméstico”. También apuntó que el mecánico es “poco proclive para el trabajo” y que se desempeñaba laboralmente de manera “irregular e irresponsable”.

“Mi hija trató de mantener una buena relación, lo llevaba a congresos costosos porque él se lo pedía. Supongo que lo hacía para que cambie”, manifestó. Para luego enfatizar el “valor humano” de Wilma: “Tenía una actitud superadora, trataba de instruirse. Alcanzaba sus metas con esfuerzo y responsabilidad”.

En tanto, consultado por la querella si Costa en algún momento le explicó cómo se desarrollaron las cosas, expresó: “Andaba con un frasquito de sevorane y decía ‘este es el culpable’ como si se hubiese suicidado”. Sin embargo, sostuvo que “es realmente ridículo pensar esa opción”.

Respecto a si existía maltrato físico en la pareja, Meza manifestó que percibió que Wilma “tenía cada tanto algunos moretones y que aparecía con los ojos llorosos”, pero que “nunca sospechó de que él la golpeara porque ella siempre tenía excusas”.

El segundo en testificar fue Raúl Meza, quien hizo alusión a las ocasiones en que su hermana le contó sobre sus conflictos de pareja, y aseveró que Costa “la humillaba, le decía gorda, arrastrada, y la amenazaba con irse de la casa”. Por ello, llegó a “aconsejarle que se abra” de la relación, puesto que “el tipo no aportaba ni para pagar la luz”.

También se detuvo a remarcar que Costa no dejaba sola a Wilma y que en el “último tiempo se había generado una distancia” con su hermana. “Ahora me doy cuenta de que le había coartado la libertad, la posibilidad de crecer, de hacer cosas distintas, la tenía controlada”.

Por último, Marcelo Costa contó que en reiteradas oportunidades su hermana lo llamó llorando porque tenía muchos problemas económicos y de pareja. “Él le decía gorda mugrienta, arrastrada, mala madre. Nunca pensé que las cosas terminarían así, que mi hermana se dejara levantar una mano”, compartió.

A su vez, apuntó que cuando fueron convocados a declarar el viudo le pidió que “no dijera nada del uso de fármacos por parte de Wilma para cuidar su nombre”, así como le confió que “con su madre y su hermana habían limpiado la habitación para que no encontraran los anestésicos” que la víctima supuestamente ingería a diario.

El debate continuará este jueves a las 9. Si bien estaba prevista la declaración de Blanca Montiel, ésta falleció recientemente.

(Fotos: ANALISIS DIGITAL)

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