Jorge Riani
En sendos encuentros que combinaron formalidad con fingidas simpatías, el gobernador Jorge Busti dialogó este martes con los dos principales referentes de los principales partidos de oposición: Sergio Varisco y Emilio Martínez Garbino. Fue una instancia decisiva en la intención del oficialismo por cumplir con un manual de procedimientos encaminados a ganarse la confianza del campo rival, de donde deberá juntar al menos cuatro votos de diputados si quiere lograr la reforma de la Constitución Provincial. No obstante, las respuestas no fueron las más esperadas por el mandatario, menos aún cuando el reclamo de sus ex contrincantes es tan preciso como amplio: que gobierne.
Que el gobierno se ha tomado el tema de reforma de la Constitución muy en serio es algo que sólo lo puede negar quien jamás haya pisado esta provincia en los últimos 20 años. Pocos temas han sobrevivido a un ciclo mediático tan largo, y pocos han involucrado a tantas personas. De hecho, a esta altura el tema de la reforma ya ha atravesado la barrera de la longevidad que envidiaría cualquier otro asunto de Estado: educación, salud, vivienda, justicia, seguridad.
¿Cuándo antes, en los 20 años de democracia, los tres entrerrianos con más caudal de votos se reunieron para discutir un tema que atañe a… la provincia? Nunca.
El pasado martes, el gobernador Jorge Busti puso su mejor cara para recibir a dos ex contrincantes, ante quienes se impuso con los votos en la carrera por la Gobernación en las últimas elecciones de noviembre de 2003. Primero fue el turno del radical Sergio Varisco, quien llegó de impecable traje azul a la Casa de Gobierno; luego fue el dirigente del Nuevo Espacio Entrerriano, Emilio Martínez Garbino, quien también llegó vestido para la ocasión. El mandatario correspondió la visita con un respetable traje gris y con su mejor semblante.
Del encuentro participaron además el vicegobernador, Pedro Guastavino; y los ministros de Gobierno, Sergio Urribarri, y de Economía, Diego Valiero. Los invitados estuvieron sin compañía de su parte.
Hubo tuteos de idea y vuelta en cada reunión, aunque un tanto menos forzado fue la charla entre el ex intendente de Gualeguaychú y el actual mandatario, seguramente ayudado por un archivado registro de diálogo que viene de la vieja militancia que ambos dirigentes compartieron en las filas del justicialismo. Pero de ningún modo la entrevista fue tan amistosa como en los viejos tiempos. El propio Martínez Garbino describió al encuentro como, “dentro de la cordialidad y en un marco de total sinceridad, una reunión dura”. Cordialidad y dureza son las palabras que el dirigente del Nuevo Espacio usó una y otra vez para recrear el clima que se vivió en el propio despacho del mandatario provincial.
Es que la cordialidad fue el marco en que se produjeron los lugares comunes de los saludos, los comentarios de ocasión que cualquier mortal haría con su vecino al bajar un ascensor, y ese ambiente primó hacia el inicio y el final del encuentro. Lo que se dio entre medio no fue otra cosa que la teatralización bien aprendida de las misivas que ambos intercambiaron, y ahí es donde mejor calza la palabra dureza.
“Tampoco puedo decir que ha mejorado el clima de convivencia que permita generar una confianza entre la dirigencia y la sociedad”, dijo el ex candidato a gobernador por la tercera fuerza de la provincia en diálogo con ANALISIS.
Martínez Garbino desplegó los argumentos de la carta enviada a Busti el 15 de marzo pasado, donde le afirmó que “no es serio plantearse la reforma al solo efecto de garantizar un proyecto reeleccionista”. Mientras que el mandatario contestó en iguales términos con los que respondió en una misiva enviada al día siguiente: “Las coyunturas analizadas sin una adecuada proyección histórica nunca son propicias para cambiar nada”, había dicho el gobernador.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
