Florencia Penna
El viernes el escritor y periodista Martín Caparrós presentó su último libro, El Interior, ante un colmado auditorio en el Centro Cultural La Hendija. Fue en el marco de las actividades organizadas por el sitio ANALISIS DIGITAL en su décimo aniversario. Durante más de dos horas, el invitado se refirió al sistema político de la Argentina contemporánea, al ser argentino, al llamado feudalismo en la provincia y también, a pedido del público, sobre las polémicas expresiones del ex funcionario Oscar Pacha Mori.
Apasionado de las crónicas de viaje, Martín Caparrós emprendió una travesía de aproximadamente 30.000 kilómetros por el norte argentino durante más de cinco meses con el objetivo de desentrañar cómo es la Argentina contemporánea. La experiencia lo llevó a narrar escenas de lugares, personas, historias y reflexiones con las que fue interactuando a su paso. Eso y mucho más cuenta El Interior, libro recientemente editado por Seix Barral, cuyo lanzamiento nacional se produjo en el pueblo entrerriano de Irazusta.
Presentado por el periodista Juan Carlos Bettanin, Caparrós abrió el encuentro leyendo unas páginas, a modo de prólogo tal vez, acerca de don Justo José de Urquiza y el Palacio San José, historia significativa en la provincia pero también en la formación del país. Lectura similar propondría para el final, referida a Pueblo Liebig: desde las ruinas del ex frigorífico británico reconstruyó su época de oro cuando exportaba extracto de carne en lata, propicio para alimentar a los soldados europeos en guerra. Todo un epílogo, con el incomparable estilo Caparrós.
Las seis páginas
Era inevitable. Muchos de los asistentes querían saber sobre el diálogo que el escritor mantuvo con el ex funcionario bustista. “Vengo con una especie de miedo que 638 páginas se conviertan en seis, en las que reproduzco lo que me dijo Oscar Mori”, expresó. No quería, pero fue ineludible. Así que comenzó explicando su posición ante el concepto “política”. “Creo que es un ejercicio enaltecedor”, dijo. “Es terrible que hayamos llegado a creer que es política lo que hacen los politicastros contemporáneos. Nunca sé si lo hicieron a propósito, no creo que hayan sido tan inteligentes para eso, pero a veces me lo pregunto. Hablo del hecho de haber desprestigiado la política hasta los niveles en los que ahora está”, manifestó, aludiendo luego que en general los jóvenes no se meten en política pues la consideran “una porquería”, lo cual les ha sido absolutamente útil a quienes ejercen el poder. “En diciembre del 83 la política era una gran esperanza para la Argentina. Había estado proscrita durante años y se esperaba muchas cosas de su retorno. No decíamos política sino democracia pero era una forma de llamar a lo mismo. Y en estos 23 años es notable cómo desapareció. Yo escribí alguna vez que la política es el gran desaparecido de la democracia”. En este sentido expresó que el logro de los “politiqueros” fue “convencernos con excelentes e irrefutables argumentos de que es una mierda, que política es lo que ellos hacen, que es algo que se realiza en los rincones oscuros de los edificios del poder y en hoteles y restoranes de lujo”. Al hacer eso, el escritor consideró que consiguieron despojarnos de la única herramienta que en los últimos 250 años ha servido para mejorar la vida de las personas en el mundo, para reclamar sociedades algo más justas, condiciones un poco menos espantosas de trabajo y subsistencia. Herramienta que construye también a través de la previsión, elaboración de proyectos y reunión de voluntades para concretarlos. “Y así seguimos dejando la política a esta gente”, rezongó Caparrós. “No nos metemos en la porquería pero quienes definen cómo vivimos son ellos. Y lo hacen según esas pequeñas apetencias porque ni siquiera tienen proyectos reaccionarios, injustos; en general no tienen ni proyectos”. Entonces se acordó de cuando le preguntaron quién había sido el mejor Presidente: “dije que fue Carlos Menem. Fue lo peor que le podía pasar a la Argentina, absolutamente, pero fue el mejor porque fue eficiente en su intento de cambiar la sociedad. Insisto, no sé si el proyecto era suyo o de sus amigos, pero lo hizo sin piedad”.
Caparrós se había propuesto también para su recorrido por las diferentes provincias del país, considerar cómo funciona este mecanismo político. “Donde pudiera iba a tratar de ponerlo en escena”. La posibilidad apareció a través de unas entrevistas que mantuvo en Famaillá (Tucumán) y en Paraná. En el pueblo tucumano conoció al intendente, José Orellana, que tiene un hermano mellizo. Con éste se turnan, desde hace muchos años, en sus funciones: cuando uno está a cargo de la Intendencia, el otro es diputado provincial. “Es un gordo maravilloso, como una especie de caricatura, con perdón, del peronista medio de base que la hizo. Me contó con gran cantidad de detalles y mucho humor, no sé si voluntario o no, cómo funciona el clientelismo. Había convencido al gobernador de que lo que vale la pena es hacer baños en vez de dar bolsones, porque la gente va al baño todos los días y cada vez que pone el culo en el inodoro se acuerda de ellos y les agradece, y después cuando hay que pedirle el voto, va y lo da. Me explicaba el sistema clientelar de la política con mucho garbo”, comentó el escritor. En Paraná, buscando “algún miembro del gobierno, corrupto” para que le contara cómo eran las cosas, y por sugerencia de un amigo, se entrevistó con Oscar Mori, que aceptó recibirlo. “Empezó a hablar, no sé por qué motivaciones”, dijo respondiendo las preguntas del auditorio. “Bastante articulado en el relato y más allá de lo relacionado con el mecanismo de cierta corruptela, decía cosas con las que yo estaría de acuerdo. Dijo que Busti gobierna por encuestas, que ya no hay programas en la política argentina. Dio ese ejemplo, pero en general estoy de acuerdo, ya no hay proyectos políticos, se llama a un consultor y se ve qué quiere la gente y de eso se le habla”, contó. “Es un tipo que ha pensado sobre el funcionamiento de la política, me pareció educado e interesante. En un punto me da pena que se haya focalizado la cuestión en este señor, porque él dijo lo que tantos hacen y parece que él es el que queda pegado porque lo dijo. Todos lo que lo hacen, incluidos algunos de sus jefes que seguro son más responsables que él, se despegaron con toda facilidad y gracia. Es bastante hipócrita y fariseo centrar la cuestión en Oscar Mori”, expresó. Por otra parte dijo que desconocía que en ese momento su entrevistado estaba en juicio, y ante la pregunta de qué haría si lo llama la Justicia a declarar, el escritor aseguró que iría, pues no tiene nada que ocultar. “No escribí su nombre porque no era significativo para mi relato. Quería poner en escena una situación que se da en cualquier provincia argentina y centrarlo mucho en una persona me quitaba más de lo que me agregaba. Cuando Daniel Enz me preguntó si lo podía poner para el semanario ANALISIS le dije que sí”, contó. Y luego agregó: “Por lo que leí en la prensa de aquí la primera línea de defensa de Mori fue decir que el libro no decía que era él, que había que ver si era o no así, lo decía incluso con cierta sorna. Luego sucedió que el gobernador de la provincia apareció en un juzgado donde dijo que quería aclarar ciertas cosas a partir de los testimonios de Oscar Mori. Fue él quien dijo ante un juzgado que el testimonio era de Mori. Si éste desconfiaba de algunas lealtades tendría unas razones”, opinó.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
