-Encuestas. No sólo en la amplia franja de la sociedad interesada en la política, también en aquellas que se informan y que recorren diarios e informativos, se ha incorporado la metodología de cómo leer las encuestas. Dentro de este mundo muy amplio y diverso, antes de leer los resultados primero se averigua quién la mandó hacer o en términos más callejeros, quién la paga; luego se pregunta por la fuente, es decir, quién la hace; recién el último paso está destinado a ver el pronóstico. Es que hay variables que los encuestadores pueden llevar y traer según el paladar de quien lo contrata. El tema del corte de boletas es siempre una incógnita difícil de predecir. Un rastreo en la superficie destaca que los grandes cortes de boleta son hechos puntuales y se dan en contextos especiales. En Entre Ríos, por el caso uno de los más razonantes, involucró al actual gobernador y al ahora retornado diputado provincial Juan Domingo Zacarías. Resulta que para las elecciones del 95, luego de imponerse en la interna partidaria en la disputa por la Intendencia de Paraná, nada menos que al gobernador de entonces, contador Mario Moine, Zacarías descontaba un triunfo categórico frente a don Humberto Varisco, padre de Sergio. Sin embargo, cuando abrieron las urnas y contaron los votos la derrota quedó estampada. El revuelo y la sospecha perduran en razón de que hubo una diferencia notable entre los votos para el candidato a gobernador por el justicialismo, Jorge Busti, y los que correspondieron a Zacarías, que no dudó en responsabilizar al corte de boleta generado desde el solanismo, cuestión que nunca le perdonó al dos veces intendente. Pero como se dice, estas situaciones notables son muy puntuales y se corresponden a momentos especiales. En cambio, suele ser más frecuente y espontáneo cortes de menor resonancia pero que tienen su gravitación en cuanto marcan la contundencia de los triunfos. Diez, 15, hasta 20 puntos de diferencia entre el intendente y los concejales, o el candidato a gobernador y el senador del departamento, son puntos que se hacen sentir y muchas veces terminan definiendo la suerte de esos distritos. Para el caso de las elecciones provinciales del mes próximo, las encuestas de opinión que se conocen decantan cruces entre los intendentes y las propuestas provinciales, sobre todo en distritos importantes de gran cantidad de votantes. En amplios pasillos del justicialismo de todo color se comentan con sorna las consideraciones que hace el díscolo senador provincial Hugo Berthet -enrolado con el sector solanista- a propósito del puesto que ocupa Busti en la lista del justicialismo. Berthet dice que Busti no cuenta en estas elecciones pues va perdido en la boleta por ocupar el primer lugar dentro de los diputados provinciales. Con ese razonamiento pronostica que, desde ese lugar, el nombre de Busti no puede traccionar a la fórmula provincial que encabeza el oficialista Sergio Urribarri. Como se sabe, Urribarri es poco conocido y si bien en las últimas semanas ha crecido en las encuestas, de igual manera las expectativas de triunfo están centradas en cómo empuje el nombre de Jorge Busti, aun desde el lugar de la lista de diputados. El razonamiento es sin dudas una viveza de Berthet para dejar picando la duda sobre el triunfo de la fórmula oficial. Lo gracioso y contradictorio aparece porque Hugo Berthet ocupa el mismo lugar que Busti en la lista de Solanas-Cresto. En determinados círculos del solanismo, interesados en quedar alineados con un perfil ideológico de compromiso fuerte con el Presidente Néstor Kirchner, esperan que se cumplan los pronósticos de Berthet pues los favorecería doblemente. (Más información enla edición gráfica de ANALISIS)

-Cosas en juego. En este juego de dibujos y certezas en las encuestas aparecen protagonismos que despiertan una nube de sospechas. Muchos datos que entran a correr parecen destinados a esfumar posibles resultados adversos. Es que en esta puja tal como está planteada el justicialismo oficial y sobre todo su referente mayor, Jorge Busti, corren una carrera contra los opositores pero también consigo mismos. El justicialismo oficial tiene que ver si gana y además cómo gana. Una disputa muy fuerte se da en Concordia, donde Busti tiene una partida muy dura con Juan Carlos Cresto. El intendente de Concordia está seguro en demostrar que ha pasado a ser el referente excluyente de ese histórico baluarte del peronismo entrerriano. Además, de portar mucha historia peronista, la Capital del citrus es la ciudad natal del gobernador y fue intendente en dos períodos. En gran medida, se puede decir que la proyección de Busti en el peronismo entrerriano tiene sus pilares en las calles concordienses. Una posible derrota a manos de la familia Cresto, como le gusta chicanear al gobernador, le fisura la estructura de base. Pero ése no es el único transe difícil que tiene por delante el justicialismo oficial. Se sabe que en Gualeguaychú la postulación de Juan José Bahillo a la Intendencia de esa ciudad es la carta fuerte jugada por el vicegobernador Pedro Guastavino. También en esos parajes del sur entrerriano los datos no son alentadores para el oficialismo justicialista. Los informes más publicitados proyectan el posible triunfo de la Concertación Entrerriana. Hay que tener en cuenta que en ese lugar esta fuerza que propone como candidato a gobernador a Emilio Martínez Garbino lleva como candidato a intendente a Luis Leissa, que tiene mucho predicamento por haber ocupado anteriormente ese lugar de jefe comunal, con una gestión que los vecinos aprecian positivamente. (Más información enla edición gráfica de ANALISIS).

-Preocupaciones. Tal como sobrevino este proceso electoral, la exposición de Jorge Busti es muy marcada y este riesgo gravita en diferentes direcciones. Fundamentalmente en el justicialismo entrerriano, bajo su liderazgo. Busti ha sabido tejer un entramado de poder excluyente. Con el correr de su dominio fueron desapareciendo referencias alternativas. Hace rato que el nombre de Augusto Alasino sólo aparece en los ambientes tribunalicios ligados al fraude del Senado de la Nación. Mario Moine optó por desaparecer de la vida política (optó por apostar tal vez definitivamente a su rol empresarial, junto a su familia) y en la última interna no figuró para nada. Con ese terreno despejado, el gobernador fue consolidando el dominio institucional en la provincia y por decantación hacia el interior del Partido Justicialista. Prácticamente todo lo que aparecía disonante en ese paisaje estaba destinado al desierto. Diluidas las referencias históricas de Alasino y Moine, Sergio Montiel escrachado por su horrorosa Gobernación, Sergio Varisco replegado en tratar de recomponer su espacio en Paraná, el bloque legislativo de la Concertación Entrerriana desavenido y en dispersión, el despliegue de poder de Busti aparecía sin oposiciones a la vista. El avance institucional no tuvo pudor, tanto que catapultó a Emilio Castrillón, presidente de su bancada en la Cámara de Diputados, al Superior Tribunal de Justicia de la provincia. Como diría el generalísimo Franco, todo iba quedando bien atado. No obstante, pese a contar con el terreno despejado, Busti no dejó de tener atenta la mirada sobre sus dominios. Así fue como sus celos territoriales pusieron en la mira a Julio Solanas. Busti descontaba que a Julio se le iba a despertar el deseo de avanzar desde la Intendencia de Paraná hacia la casa gris. Así fue que el nombre Solanas pasó a ser mala palabra en los pasillos del gobierno provincial. Cuando la estrategia de aislamiento se presentaba consolidada apareció lo imprevisto. (Más información enla edición gráfica de ANALISIS)

-Base de poder. Generalmente cuando el proceso electoral se polariza son las cúspides las que arrastran a los pliegues menores, y a eso apuntan las abultadas encuestas de cuneo oficial. Pero justamente, estas apreciaciones surgen contradictorias con otros razonamientos hechos por el propio oficialismo. En este caso se apunta a que el nombre de Busti sea el protagonista excluyente de la polarización. O sea, no es la cabeza de la fórmula la destinada a gravitar. Además hasta ahora, tal como se presenta este proceso, el atractivo está puesto en las disputas departamentales o municipales. No son las fórmulas provinciales las que despiertan entusiasmo en esta carrera. Pero por si acaso en los tramos finales hay un corrimiento en la atención del electorado, es dudoso que el oficialismo salga beneficiado. Hay que tener en cuenta que la fórmula Solanas-Cresto es la que compone el aspecto novedoso de esta campaña, en cambio la propuesta oficial de Urribarri-Lauritto hasta ahora no ha sabido despertar carisma ni entusiasmo. En el esfuerzo por demostrar un solvente control de situación el oficialismo justicialista ha sabido comportarse convincente, seguro, descontando un triunfo categórico. Siguiendo con esta postura es natural imaginar que si los resultados se dan con las proyecciones que propalan candidatos y funcionarios, el futuro gobierno de Urribarri-Lauritto se asentará en la maquinaria armada y controlada por Jorge Busti. Cambia el panorama si a pesar de un triunfo oficialista Busti sale disminuido. Teniendo en cuenta lo impiadoso que es el justicialismo cuando de poder se habla, cabe esperar que esta prolongación de Busti a través de la Gobernación de Sergio Urribarri se vea fuertemente cuestionada. En este juego de posibilidades y alternativas habrá que tener en cuenta otros centros de poder que van emergiendo en el justicialismo entrerriano. (Más información en la edición gráfica).