Silvio Méndez
Como se recordará, un grupo de vecinos de este sector de la ciudad denunció hace unos meses la edificación de un gigantesco paredón en los límites de su barrio que les cercena la vista hacia la costa del río Paraná.
La obra forma parte de un cerco perimetral del country propiedad de Lifschitz, que se construye en un predio que ocupó en una maniobra poco clara, donde hasta principios de los 90 funcionó un camping y playa pública de singular belleza. Precisamente, este terreno es reclamado judicialmente para que su dominio vuelva al Estado provincial.
El murallón se extiende sobre toda la calle Ayacucho al final, a lo largo de tres cuadras, con una altura imponente, que va de los cuatro a cinco metros. Ante los hechos consumados, fue que un grupo de vecinos realizó una serie de planteos en organismos oficiales. Una de las presentaciones derivó en la realización de un expediente por parte de la Municipalidad, ya que el murallón no se ajusta a lo que prescribe el Código Urbano. En su intervención, la comuna notificó al responsable del barrio privado de la ilegalidad del paredón, por lo cual ordenó el cese de su construcción y su demolición. La decisión nunca fue acatada por Lifschitz, ya que interpuso recursos dilatorios por vía administrativa.
Por otro lado, enterados de la controversia, un grupo de ciudadanos de Paraná preocupados por el uso y destino de los espacios públicos comenzó a convocar para la firma en contra del murallón, con el objeto de presentar el documento a la Defensoría del Pueblo de Paraná (ver aparte).
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)