Claudio Cañete
Apasionada por la música, por el estado natural de las cosas, Silvina López contagia alegría con el entusiasmo que le despierta su nuevo proyecto. Inspirada en esta práctica de los elencos teatrales de hacer temporada en una sala, brindar una función por semana, es que aplicó este formato para dar lugar a Intimidad, esta serie de conciertos que este viernes comenzará a brindar en el escenario de la Sala I de la Hendija. Un sitio apropiado por su calidez, por ese marco tan particular que guarda lo que a su vez es una sala de cine con sus butacas y la cercanía con el escenario.
Como hicieron con ella sus grandes maestros, Walter Heinze, Miguel Zurdo Martínez y Eduardo Isaac, ahora Silvina es formadora de guitarristas. En la actualidad es docente junto al guitarrista Pablo Ascúa del Nivel Superior de la Escuela de Música, Danza y Teatro Profesor Constancio Carminio de Paraná. Propiciadora del lanzamiento de nuevas generaciones de músicos, tiene una visión de la vida que va más allá de lo musical y que marca una pauta a seguir entre sus alumnos. Una visión que le ha hecho ganar el respeto y el cariño de sus pares y el reconocimiento del público hacia su indiscutido talento y espíritu de trabajo.
-¿Cuál es la idea fundante de este ciclo, tu nueva propuesta?
-Quiero todos los viernes habitar el escenario de manera natural, con frescura e intimidad, no serán esos típicos recitales con la pomposidad y formalidad que suelen acompañarlos. Será distinto porque al tocar sin amplificación, la paz y el silencio tendrán el mismo protagonismo que las notas de la guitarra que, por su parte, mostrarán, sin tamices, la relación que tengo con el instrumento. Sinceramente siento que la profunda tarea de intérprete es como sumergirme en un mar profundo y regresar con perlas… para el público y para mí. Algo intenso. Uno se va planteando en lo que quiere ser útil a la sociedad, qué semilla querés sembrar, y la verdad que la guitarra con su enorme intimidad me permite sembrar las cosas que me gustan y yo creo mucho en el silencio, en la paz, en el encuentro profundo de los seres humanos, en las cosas simples. Por ejemplo, la guitarra permite que uno sienta mucho la respiración y el latido del corazón, la tenés sujeta del pecho, entonces ella me permite a mí un encuentro conmigo misma. Yo quisiera favorecer estas cosas con la gente también, un encuentro en las cosas sencillas. El hecho de tocar en La Hendija, que es una sala que me permite tocar sin micrófono, hace que el sonido tenga la calidad de intimidad total que yo quiero, que no medie nada, el sonido sale desde dentro mío, se transmite en el instrumento y llega a la gente. Eso es todo. Intimidad, el título de esta temporada de conciertos, como encuentro profundo de seres humanos, a eso me refiero.
-¿Y por qué elegiste un lugar como La Hendija, tiene que ver con el clima que querés generar?
-Es una sala que adoro. La quiero, me siento bien allí porque puedo tocar sin micrófono, hay mucha madera porque es la que se usa para proyectar cine, es una sala para algo más de 100 personas, el número ideal para la guitarra, la disposición de las plateas, es un espacio muy cómodo para escuchar, el sonido se distribuye muy bien. Es un lugar que quiero, elegí concientemente tocar ahí. Además me encanta aportar mi presencia ahí porque es un momento difícil para La Hendija. Así que hago extensiva especialmente la invitación a la gente, de llenar ese lugar, de ocuparlo. Es un lugar que fue y es tan importante realmente. Hay que recordar que allí surgió el cine cuando se estaba muriendo en Paraná con el cierre de las salas comerciales. La Hendija tiene en su historia esto de que rescató el cine y proyectó al teatro local. Yo siento que es una sala a la que le debemos mucho y vale la pena que la defendamos.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
