Hugo Remedi
Por más raid turístico que haga el gobernador de Entre Ríos Sergio Urribarri por distintos puntos de la geografía nacional, hasta tanto no entre en la nómina de los candidatos que miden las encuestadoras no es presidenciable, aunque suene desorbitado.
Ese paso, que seguramente no tardará en llegar, abonará en sí mismo legitimar y cuantificar su anunciado deseo de suceder a la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
La dinámica de la política todo lo puede. Hasta hace unos minutos apenas, era el propio mandatario de la provincia quien advertía a los cuatro vientos que no era tiempo de hablar de candidaturas de cara al 2015, porque aún faltaban dos largos años de gestión de gobierno. Y así se lo hizo observar a todos los interesados en ser candidatos que pernoctan bajo el paraguas kirchnerista.
De pronto saltó la cerca el entonces ultra K y actual intendente de Villaguay, Adrián Fuertes, quien sin tapujo alguno se sumó a la escudería de Sergio Massa y, de ese modo, se derrumbó la estrategia de ventilar la interna oficialista bastante más adelante en el tiempo; la idea original era, al menos, dejar transitar en paz el 2014, habida cuenta de que ya trae consigo sus propias complicaciones no menores.
De modo tal que todos, o casi todos, los potenciales candidatos a suceder a Urribarri en el sillón de Urquiza salieron en patota a mostrar el verdadero largo de sus uñas. Así nació la candidatura del Juan José Bahillo, de la mano de otro ultra K, el senador Pedro Guillermo Guastavino, quien vapuleado electoralmente en las últimas PASO decidió dejar de lado su interés por ese cargo, anidó la tropa del departamento del sur y resolvió apoyar la postulación del actual intendente de Gualeguaychú. Luego se fueron sumando José Lauritto (Uruguay, actual ministro de Educación), Gustavo Bordet (intendente de Concordia) y el dirigente de Chajarí, Juan Javier García (ministro de Infraestructura).
En tanto, los principales dirigentes de Paraná quieren también competir por la sucesión de Urribarri, sin embargo ninguno de ellos ha sido explícito hasta el momento. El diputado Julio Solanas se aferra, coherentemente en definitiva, a aquella estrategia exasperante del ocultamiento que en general viene predicando desde que se subió al escenario central de la política vernácula. Haciendo uso de un eufemismo, avisó en su tiempo que empezó a recorrer la provincia, naturalmente, para observar si su futura candidatura a ocupar la Gobernación entrerriana tiene posibilidades de crecimiento en relación a la que ofreció antes de las elecciones del año 2007, cuando lideró la Lista 100, junto a Enrique Cresto como compañero de fórmula y por fuera del peronismo.
José Cáceres, por su parte, tiene claro que para pensar en grande necesita la venia del gobernador o, cuanto menos, tener una gravitante base de sustentación en Paraná. Y eso hoy no existe. La capital está atomizada en varios grupos y sólo muestran el botón de la unidad para apoyar la candidatura presidenciable de Urribarri; el resto es parte de la oferta y la demanda. Sin embargo habrá que recordar que en una entrevista con este semanario, el dirigente paranaense vaticinó que quien pudo llegar a ser vicegobernador bien puede aspirar a ser gobernador.
(Más información en la edición gráfica número 1000 de ANALISIS del día 11 de abril de 2014)