Pablo Javier Canavelli
Santiago Pereira Buscema nació en Paraná. Comenzó sus estudios de piano, primero de la mano de su madre Luz y posteriormente con las profesoras Marta Aguilar, Beatriz Barrera y en la Escuela Provincial de Música de Entre Ríos Constancio Carminio. Desde los 14 años fue organista de la Catedral de Paraná y miembro de los grupos vocales de la Escuela Coral Mario Monti. Estudió Órgano y Dirección en la Universidad Nacional del Litoral, a la vez que estudió otros instrumentos, como la viola, especialidad en la que se diplomó en la UADER con Carmen Saraví y Eugenio Emyashev; e integró la Orquesta Sinfónica provincial, ganando el cargo por concurso.
Dado su interés por la música antigua intervino en diversos grupos locales. En el año 2001 se estableció en Holanda para dedicarse de lleno al estudio del clave y de la música antigua. Realizó cursos y clases con varios de los principales maestros europeos, como Christian Rieger, Xavier Díaz, Beatrice Martin, Meno Van Delft, Olivier Boumont, Alessandro de Marchi y Carlos García Bernalt, entre otros.
Posteriormente se radicó en España, finalizando los estudios de clave en el Conservatorio Superior de Barcelona (ESMUC), y realizó en Italia los estudios de ópera barroca, en la Nuova Fabbrica dell’Opera Barrocca en el Instituto Cívico de la ciudad de Novara. Posteriormente realizó estudios de perfeccionamiento en la Folkwang Universität der Kunste (Alemania) con el clavecinista Christian Rieger.
Al ser consultado por ANÁLISIS sobre su decisión de continuar su carrera musical en España, Santiago Pereira Buscema afirma: “Al poco de irme se abrió lo que sería uno de los principales centros a nivel europeo y mundial para el estudio de la música antigua: la ESMUC (Escola Superior de Música de Catalunya), con varios de los mejores profesores de música antigua. Hice pruebas para entrar a varios conservatorios muy interesantes; en Europa hay mucha competencia para entrar y conseguir un lugar para estudiar en un conservatorio importante. Finalmente entré en varios, como el de Utrecht o el de Amsterdam en Holanda, y también la ESMUC. Había que decidirse por uno y consideré que el mejor era este último. Creo que fue una muy buena decisión”.
(Más información en la edición 1007 de la revista ANALISIS del 14 de agosto de 2014)