Claudia Martinez
(Especial para ANÁLISIS)
No fue difícil ubicarlo. Devolvió una llamada un sábado a la noche y la entrevista se concertó en su piso de calle Santa Fe, donde hace muchos años tiene su estudio. Instalado en su escritorio, amplio y luminoso, por la ventana se dejaba colar el sol del mediodía y con él también las ruidosas movilizaciones que suelen estar frente a Casa de Gobierno. Sin saberlo, ése iba a ser uno de los temas de la larga charla con Federik.
Al ingresar esta cronista, se levantó, saludo con un abrazo afectuoso y volvió a su sillón. Sobre su escritorio había varios expedientes y una notebook, en la que por un momento dejo de escribir su novela para comenzar la charla.
“Es la primera vez que escribo una novela -comenta-. Había estudiado las formas de la poesía como el soneto y el verso libre. Ahora he leído varias novelas, las he ido analizando, he ido viendo cómo los autores tratan de ir resolviendo los problemas que a mí se me planteaban. Si uno toma algunos como García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar, los del realismo mágico… vi cómo tratan la trama, cómo construyen las relaciones entre los temas y los protagonistas y las distintas cuestiones que tratan”, dice.
Luego agrega: “Hay novelas que hablan de la amistad, el amor, la muerte. A mí no me interesa la historieta de la novela, que es lo que tienen algunos relatos, que son relatos que describen algo. Eso no me interesa”.
—¿Usted elige el momento para escribir o es un momento de inspiración?
—No, no es un momento o cuestión de inspiración, es una cuestión de oficio. Uno no escribe cuando tiene un momento libre y piensa. Y después es sentarse y escribir. Es facilísimo. El problema es pensar.
—¿Usted puede sentarse a escribir con todo esto, expedientes, las campanadas de la Casa de Gobierno, las movilizaciones?
—Hago lo que puedo. Cuanto hay demasiado ruido, bombos y demás, me cambio de lugar. Me voy al otro lado o me voy a mi casa, pero el problema no es tanto escribir, el problema es pensar.
—¿De qué se trata la novela que está escribiendo?
—Se trata de la ciudad de Paraná, de lo que pasa acá.
—¿Nunca se fue a vivir a otro lado que no fuera Paraná?
—No. Incluso cuando trabajé en Buenos Aires me iba tres días a la semana y me venía. Yo siempre volvía el fin de semana. En verdad, si me voy de vacaciones me voy unas semanas y no resisto. Acá tengo todas mis cosas queridas, mis cosas materiales, acá tengo lo que necesito, si quiero navegar tengo el Paraná y tengo mi velero. Entonces me voy a navegar al Paraná. Lo único que no puedo hacer acá es la esgrima en el nivel que me gusta hacerlo.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS del jueves 17 de marzo de 2016)
