En el último tiempo se multiplicaron las denuncias por abuso sexual infantil en el ámbito de las escuelas de Paraná. Son siete los casos ocurridos en la Escuela N° 5 Manuel Belgrano, unificados en una causa que investiga la Unidad Fiscal Especializada. Sin embargo, los papás reclaman por la demora de la causa, la desidia de las autoridades educativas que intentaron en todos los casos tapar lo ocurrido y la falta de acompañamiento y de empatía de las autoridades educativas y judiciales. También hubo casos en las escuelas N° 99 Tabaré, N° 8 Juan Martín de Pueyrredón y N° 132 República de Chile.
Por Ayelen Waigandt
El primer caso denunciado ocurrió en noviembre de 2018 en la Escuela Belgrano, cuando una mamá –a quien se menciona como L. para evitar la identificación de sus hijos menores- encontró de casualidad, en pleno acto escolar y con la institución llega de gente, a su hija de seis años sentada sobre el regazo del ordenanza. Pasado el primer shock que le generó la situación, pero aun conmocionada, logró junto a su marido que la pequeña le diera detalles de los abusos y de los lugares en que ocurrían.
El nudo le cierra la garganta y las lágrimas nublan sus ojos cuando recuerda lo vivido ante ANÁLISIS. Es producto de la rabia contenida y la impotencia acumulada de sentirse desprotegidos, del cansancio de tener que remar contra la inacción de las autoridades educativas, contra las habladurías de otros padres carentes de empatía y también contra las demoras judiciales.
El hombre acusado se desempeñaba como ordenanza pero tenía múltiples funciones, porque realizaba la limpieza; tenía las llaves en su poder por lo que abría y cerraba la escuela, servía la leche a los chicos del jardín, y demás labores. “La nena siempre llegaba de la escuela con pequeños regalitos, con merienda que no había llevado de casa, con chucherías que decía que le regalaba su mejor amigo. Cuando la vi sentada en su falda, la nena me pidió que no le contara a la maestra porque se iban a enojar con su mejor amigo; y ahí me di cuenta. Hasta ese momento nunca había sospechado que ese mejor amigo que le hacía regalos era este hombre”, admite con la voz quebrada pero decidida a no dejar pasar por alto lo sucedido.
En el acto, la mujer planteó su disgusto ante la maestra, quien le confesó que ya tenían otras quejas por lo mismo, pero trató de minimizar lo ocurrido. “Me tomó de las manos, me miró a los ojos, me pidió perdón y me dijo que tenía las manos atadas”, recordó L. indignada.
Ante ello, el reclamo fue ante la directora de la escuela. “Me trató de calmar, me dijo que sólo eran muestras de cariño, que la solución no era denunciar. Jamás negó los hechos y hasta reconoció que una semana antes, otra mamá del mismo grado había expuesto sus quejas porque a su hija este señor le daba besos en la boca. Sin embargo, naturalizaba lo sucedido y a la vez buscaba que los papás hiciéramos lo mismo”, cuestionó.
Esa misma noche, después de conocer los detalles de los abusos, los papás decidieron radicar la denuncia en Fiscalía y allí comenzó otro arduo derrotero de idas y venidas entre oficinas y organismos públicos.
Estando en Tribunales, le comunicó la situación al resto de los papás del grado y de ahí surgió que dos nenes eran testigos de las cosas que había sufrido la pequeña. “Cuando los papás comenzaron a indagar, también una nena del jardín le contó a su papá los juegos que este hombre –al que identificaban como “el que servía la leche” o “el hombre de los tatuajes”- les enseñaba y, aparentemente, los hacía participar de actividades de índole sexual. La nena cuenta que les hacía sacar las remeras, que les decía que les iba a dar un traje de baño imaginario”, relató.
Ante la minimización de los hechos en la institución, los papás se movilizaron para reclamar medidas concretas y hasta impidieron el dictado de clases durante dos días a modo de protesta. En una marcha hasta la Dirección Departamental de Escuelas pudieron dialogar con sus autoridades y allí se enteraron de que “existía un protocolo de abuso, que la directora no lo había activado, y que tampoco había informado lo que estaba pasando ni a la supervisora ni a la Departamental”.
Después de la denuncia y de la gran movilización que realizaron los padres, el hombre acusado fue apartado de su cargo así como también la directora de la escuela. Sin embargo, irrisoriamente, el ordenanza fue trasladado a otra escuela y al poco tiempo a otra más, donde es de suponer que continúa en contacto con niños.
En este contexto, L. cuestiona la falta de acción en las instituciones educativas. “No hemos tenido nunca una contención ni acompañamiento de parte de los docentes, ni en la escuela anterior ni en la escuela a la que concurren ahora mis hijos. Hubo cero empatía, jamás hubo sensibilidad con la situación de mi hija ni con lo que estamos pasando como familia, a nadie le importa lo que pasó la nena”, lamenta.
(Más información en la edición gráfica 1104 de la revista ANALISIS del jueves 12 de septiembre de 2019)
