Se sumarán mil camas en las terapias intensivas del país. Según los expertos, la cifra se alcanzó gracias a la postergación de cirugías programadas y a la disminución de los accidentes de tránsito, entre otras razones.
Inés Staneloni es jefa del Comité de Control de Infecciones del Hospital Italiano. Como ocurre con el resto del equipo de salud a lo largo y ancho del país, su preocupación por estos días es que sean suficientes las camas de cuidados intensivos, el personal especializado y los insumos con que tendrá que afrontar un posible aumento de casos de Covid-19 cuando, a partir de hoy, se flexibilice el aislamiento que rige desde hace más de un mes.
“Llevamos realizados alrededor de 700 tests (pruebas de PCR) -cuenta-. Lo que vimos es que en los últimos 15 días empezaron a aumentar (los positivos), porque estamos recibiendo pacientes que adquirieron el virus en geriátricos. Tenemos un plan con pacientes de mayor edad y cuando detectamos problemas en alguna de estas instituciones, los 'hisopamos' y los traemos”.
Sin embargo, por ahora, Staneloni y sus colegas están cautamente tranquilos: gracias al tiempo ganado desde que el 3 de marzo pasado se confirmó el primer caso, los hospitales pudieron prepararse y están listos para hacer frente a la pandemia. Así lo indicaron a al diario La Nación especialistas del ámbito público y privado.
Antes de que comenzara a propagarse el virus, el número de camas de cuidados críticos se calculaba para todo el país en 8.560 para adultos y 1.778 pediátricas. A éstas, según afirmó hace un par de días el ministro Ginés González García, ya se habrían agregado mil. En el Hospital Italiano, por ejemplo, tenían 120 camas de cuidados críticos para adultos; ahora tienen 250; contaban con 120 respiradores, y hoy disponen de 169. “Este tiempo nos dio la oportunidad de aumentar insumos y reorganizarnos”, cuenta Staneloni.
Pero, además, gracias al aislamiento, a que este otoño se presentó con temperaturas moderadas, se decidió la postergación de las cirugías programadas, los traumatismos descendieron abruptamente por la disminución del tránsito y muchos prefieren dejar para más adelante las consultas que no revisten urgencia, según afirmó el ministro, los hospitales están funcionando al 30 por ciento de su capacidad operativa y las terapias intensivas, a alrededor del 50 por ciento.
“Hasta ahora, teníamos 16 camas de terapia intensiva activas; desde fines de febrero pasamos a 34 con todo su equipamiento -cuenta Néstor Raimondi, jefe de Terapia Intensiva del Hospital Juan A. Fernández y actual presidente de la Federación Iberoamericana de Medicina Crítica y Terapia Intensiva-. Todos los días estamos recibiendo algo desde el Ministerio y de la Fundación del Fernández. No nos falta absolutamente nada. Además, ampliamos el recurso humano. De aproximadamente 49 médicos nombrados, pasamos a 75. Todos especialistas acreditados por la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI). El hospital se transformó”. Según Raimondi, en su servicio, en este momento la ocupación es muy baja. Tienen solo tres enfermos con Covid-19, publicó el diario La Nación.
Algo similar comenta Pablo Pratesi, jefe de Terapia Intensiva del Hospital Universitario Austral: “Estamos trabajando a entre el 50 y el 60 por ciento de nuestra capacidad y fuimos haciendo un acopio de respiradores que nos permite duplicar, por lo menos, nuestra capacidad operativa. En nuestro caso, desarrollamos un 'hospital solidario Covid' en forma conjunta con el municipio de Pilar y agregamos 20 camas de cuidados críticos y 24 de terapia intermedia, más algunas otras. En total, 60 camas para pacientes sin cobertura y 20 respiradores. Lo que estamos haciendo en forma conjunta con el municipio nos permite estar en condiciones de atender toda la demanda de pacientes de riesgo moderado o grave”.
En la zona Sur del Conurbano, el hospital de alta complejidad El Cruce coordina diez centros de los Municipios de Berazategui, Florencio Varela, Quilmes y Almirante Brown, una zona que concentra a alrededor de dos millones de personas. Cada uno de ellos tiene entre 170 y 220 camas de cuidados críticos e intermedios.
A estos se agregarán cuatro “hospitales modulares” (ex Unidades de Pronta Atención, UPA) que están terminando de construirse y tendrán cada uno entre 72 y 76 camas, de las cuales entre 22 y 24 serán de terapia intensiva y contarán con respiradores. “Lo que hicimos fue sectorizar y dividir la circulación del hospital para que los pacientes Covid no tengan contacto con el resto, que tiene que seguir viniendo porque hay atención que no podemos suspender, como la neurocirugía, la trasplantología o la oncohematología -explica su director ejecutivo, Ariel Sáez de Guinoa-. Por suerte, hasta ahora no tuvimos ningún paciente de Covid-19 en terapia”.
Eslabón débil
Sin embargo, aunque hay una sensación extendida de que el sistema de salud no se verá colapsado si siguen respetándose las medidas de prevención, los especialistas advierten que el eslabón más débil de la cadena está en los recursos humanos y en los equipos de protección.
“Se fueron armando camas, compraron respiradores que se distribuyeron en distintas instituciones. Venimos bien, porque es lento el ingreso de los pacientes y eso nos permite adecuarnos -explica Rosa Reina, presidenta de la SATI-. Las terapias intensivas están al 50% de su capacidad y eso nos puso en una situación más holgada, tanto para el personal de salud como para los pacientes. Pero no en todos lados los insumos se están administrando bien. A algunos lugares no están llegando en forma adecuada. Eso nos preocupa un poco, sobre todo porque la cantidad de personal infectado no es menor y solo estamos empezando. Es importante que todos los centros de salud tengan lo que necesitan”, consignó el diario La Nación.
“Recursos humanos siempre faltan -acota Sáez de Guinoa-, sobre todo, en terapia intensiva. Estamos entrenando al personal de nuestro hospital con terapistas experimentados que van a apoyar a clínicos. Por otro lado, hay que dividir los equipos, porque cuando se infecta alguien corremos el riesgo de tener que cerrar el servicio”.
Para afrontar esta dificultad, la cartera de Salud de la provincia de Buenos Aires, ya completó una dotación de 1015 camas de terapia intensiva de adultos e incorporó a 1300 profesionales, todos residentes en el país. “En los últimos cuatro años no se habían tomado trabajadores de la salud -dice Juan Sebastián Riera, director de Hospitales de la Provincia-. Estos eran cupos que teníamos disponibles”.
Según Alejandro Costa, subsecretario de Estrategias Sanitarias, para llevar una “contabilidad” estricta y optimizar el uso de recursos, se está implementando un sistema informático en el que figurarán todos los disponibles en cada provincia, y las camas en uso en tiempo real. “En estos momentos se está haciendo la migración de datos”, afirma.