El periodista de diario El Confidencial de Nicaragua y editor de la plataforma Connectas.org, Octavio Enríquez, describió la situación social y política de su país, que vive en crisis desde hace varios años por las determinaciones dictatoriales del presidente Daniel Ortega.    

En declaraciones realizadas al programa A Quien Corresponda (Radio De la Plaza), Enríquez graficó sobre la situación de Nicaragua: “Me acosté anoche y ya había más detenidos; llevamos 21 días de lo que yo califico como una campaña de terror, de detenciones. Sin sumar las de anoche hay 16 personas detenidas, entre ellos los cuatro candidatos presidenciales, líderes opositores, líderes empresariales. Es una situación muy compleja que tiene varias lecturas”.

Recordó en este contexto que “2018 fue un año terrible para todos los nicaragüenses porque la represión provocó 328 asesinatos  -documentado por la comunidad internacional- y en ese momento la solución que pusieron distintos grupos en la mesa fue que haya elecciones adelantadas, a lo que Ortega se negó mientras desarticulaba y debilitaba a la oposición. Lo que ha ocurrido tres años después, donde debe haber votaciones –que no son elecciones porque el pueblo no elige- es que vamos a cumplir con un calendario formal donde hay votaciones en noviembre y ahora por lo que hace Ortega parece que ha decidido dinamitar completamente la posibilidad de un proceso electoral creíble”.

Analizó que “el poder a veces así actúa, son cálculos tácticos de Ortega para ganar espacio en negociaciones, pero no implica una solución ni a mediano ni a largo plazo. Lo que está haciendo Ortega es infundir terror, tratar de inmovilizar a la sociedad civil que lo está cuestionando duramente, porque Ortega no solo es ilegítimo a nivel internacional sino también nacional, porque la gente lo repudia. Y además trata de limpiar la mesa de competidores electorales”.

Respecto del proceso electoral Enríquez definió que “son votaciones y no elecciones, porque Ortega se mete a través del control institucional que tiene en todas las instituciones –porque es una dictadura- y él decide con quién compite”. Como ejemplo, usando una metáfora futbolística graficó que “Ortega es el jugador, el árbitro, el competidor, el portero, el de la barra; es decir, él se encarga de poner todo el juego a su favor”.

En ese marco, planteó que “en estos momentos es cuando más la gente necesita que hagamos periodismo elevando los estándares de calidad” y contó la situación del diario El Confidencial donde trabaja que fue allanado hace menos de un mes: “Con Confidencial es una relación adversa, porque es un diario que ha cuestionado a Ortega durante años, con investigaciones y también ha cuestionado las políticas que Ortega impuso a los nicaragüenses”.

“Hubo tres momentos claves: en 2008 cuando hubo acusaciones y se metieron a las oficinas de Confidencial buscando un organismo que se llama Centro de Investigaciones de la Comunicación, en ese momento hubo acusaciones en la prensa oficialista contra Carlos Chamorro –director de El Confidencial y uno de los grandes periodistas de Nicaragua- y eso terminó en un proceso (campaña) de calumnias porque no se probó ningún delito; un segundo momento fue en 2018 cuando El Confidencial denunció las masivas violaciones de derechos humanos y confiscaron la redacción mandos militares. Y este año sin ninguna notificación previa los medios fueron confiscados, les pusieron un rótulo del Ministerio de Salud a las propiedades y los convirtieron en clínicas para justificar la confiscación. Y finalmente hace como un mes entraron a las oficinas de El Confidencial y se llevaron a un colega que estuvo siete horas secuestrado haciéndole preguntas sobre cómo operaba Confidencial, a quién entrevistábamos, preguntas dirigidas al espionaje político”, puntualizó el periodista.

Resumió que “la situación del periodismo es de agresividad general contra los medios, a quienes Ortega mira como enemigos porque lo están denunciando”.

Ante este panorama, el periodista evaluó que “Ortega representa sus intereses, los intereses de su familia, y la revolución fue otra cosa. El Frente Sandinista de hoy está en manos de una familia que contradictoriamente para su propia historia trató de instaurar una dinastía igual que lo hizo Somoza”. Marcó que “en América Latina no hay casos de un presidente con su esposa como vicepresidente, y eso ocurre en Nicaragua porque en la época de Somoza estaba definida la sucesión con el presidente de la Asamblea y ahora la sucesión constitucional está definida con la vicepresidencia”.

No obstante, planteó que “después de la masacre ejecutada en 2018 hay una gran ilegitimidad, y luego de eso hay un rechazo completo hacia Ortega y su grupo. Si se pudiera caracterizar en qué estado está Ortega, diría que no se siente seguro de tener una victoria electoral porque si no permitiría unas elecciones libres y competitivas y en segundo lugar hay una intención de negociar con Estados Unidos, y a toda esta gente que están procesando de manera ilegal los quieren usar como fichas de cambio. Es una especie de negociación con rehenes y mientras tanto infunde terror”.

“Todo el que está cuestionando a Ortega sabe que tiene un boleto ganado a la cárcel desde hace rato, porque este país es una dictadura; no es un país con instituciones ni democracia. Y en ese marco se ha visto 16 detenidos –cuatro de ellos precandidatos, seis líderes políticos opositores, dos empresarios y dos miembros del área financiera de la Fundación Violeta Vargas, y se ven constantes violaciones a los derechos humanos, audiencias sin abogados. En 2018 se vivía en un estado de tensión porque no sabíamos a quién iban a matar al día siguiente, de quienes conocíamos o si nosotros mismos estábamos en esa lista; ahora la zozobra es por a quién va a detener. Es una situación de una grave crisis de derechos humanos que se agravó con el paso del tiempo y la única explicación que hay es que Ortega, en aras de tener el poder, ha sido capaz de cualquier cosa”, describió Enríquez.

Consultado por la reacción social ante este contexto, sostuvo que “en abril de 2018 cuando se dio la represión y asesinan a estas 328 personas se produjo la crisis y desde septiembre de 2018 la policía prohibió las marchas; ya no hay marchas opositoras, hay líderes que están asediados por la policía frente a sus casas, tienen patrullas que los vigilan en la puerta de sus casas. En un foro mundial el Estado dijo que lo hacen para protegerlos, pero es claro que lo hacen para asediarlos políticamente y mantenerlos bajo control. El control institucional que tiene Ortega en todo el aparato del Estado le permite reprimir, garantizar estas detenciones y mantener bajo acoso y asedio a los opositores”.

No obstante, planteó que “aquí hay una gran demanda de justicia por todo los hechos ocurridos sobre los que el Estado guardó un silencio sepulcral o respondió con absoluto cinismo, caracterizando la represión contra los opositores que salieron a las calles como un golpe de Estado”.

Por último, afirmó que “ya no se puede tomar como referencia a la revolución sandinista porque el mismo Ortega cuando asumió al poder en 2007, lo hace con el 38% de los votos en unas elecciones divididas, y en la campaña había pedido a la población que le permitiera gobernar en paz porque en los ‘80 hubo guerra y se cometieron errores graves que la gente todavía le sigue reclamando”. “Si se juzgan los resultados de su gobierno desde 2007 en Nicaragua hay pobreza, seguimos siendo uno de los países más pobres de América Latina, y hay una sociedad que vive en constante duelo”.

“Hay resistencia, que no se vean manifestaciones en las calles no quiere decir que la gente esté conforme y acepte todo lo que ocurre. Se ve una población inconforme en un contexto donde una dictadura controla todo y esa es la razón por la cual Ortega está limpiando la mesa de opositores, porque sabe que en algún momento podría ocurrirle lo mismo que le pasó en 1990 donde la población salió a votar en contra y fue derrotado por primera vez. En 2016 la Corte Suprema hizo lo mismo y le quitó el partido al principal grupo de oposición de ese momento. Lo de Ortega ha sido una tradición de abusos y agradecemos que el mundo esté atento de lo que está ocurriendo en Nicaragua”, concluyó.