
En medio de un contexto económico inestable, los jóvenes argentinos mantienen la apuesta por el trabajo, la educación y los proyectos personales como herramientas para avanzar. Sin embargo, también contemplan la opción de buscar un futuro fuera del país.
Así lo revela un estudio elaborado por Moiguer que traza una radiografía de la juventud actual, basada en encuestas y datos recolectados entre 2022 y 2025.
El relevamiento muestra un escenario complejo. Por un lado, el 85% cree que el trabajo y el sacrificio son las claves para alcanzar sus objetivos, y siete de cada diez jóvenes afirma que desea continuar con sus estudios, incluso en contextos de incertidumbre.
Esta vocación por la formación convive con un sentimiento extendido de arraigo: nueve de cada diez se sienten orgullosos de ser argentinos y no elegirían otro país para vivir.
Al mismo tiempo, hay una tensión latente. La opción de emigrar no es descartada. De hecho, el 63% considera esa posibilidad, en una muestra clara del dilema que atraviesa a buena parte de esta generación: permanecer apostando al desarrollo personal en territorio propio o salir a buscar nuevas oportunidades en el exterior.
El relevamiento menciona también los resultados de la encuesta elaborada por Coca-Cola y Chicos.net en el marco del programa ProgramON, que cumple este año su quinto aniversario. Allí, por ejemplo, se destaca que el 75% de los jóvenes expresó interés en aprender sobre inteligencia artificial y siete de cada diez manifestó su intención de seguir capacitándose.
El informe revela que el 81% de los jóvenes tiene al menos un proyecto a cinco años, ya sea independizarse, finalizar una carrera, comprarse una vivienda o convivir con su pareja. Este dato refleja una juventud con aspiraciones concretas, aunque condicionadas por una realidad económica restrictiva.
Respecto a la situación del país, los jóvenes de entre 16 y 24 años se muestran más optimistas que los adultos mayores de 40. Solo un 33% de ellos tiene una visión negativa sobre la coyuntura nacional, mientras que el 30% expresa una evaluación positiva. Este último dato triplica la cifra registrada en 2022 y cuadruplica la de 2023. Además, el 60% confía en que la situación del país mejorará en los próximos 12 meses, lo que representa un salto de 20 puntos porcentuales respecto al año anterior.
En el plano personal, el 38% de los jóvenes valora positivamente su situación económica actual, una cifra similar a la de los adultos mayores de 40 años. No obstante, el análisis evidencia fuertes contrastes según nivel socioeconómico: el 53% del segmento alto (C1/C2) tiene una visión positiva de su economía, mientras que en los sectores medios y bajos (C3/D) esa cifra cae al 32%.
De cara al futuro, el 43% de los jóvenes cree que su situación personal mejorará durante el próximo año, con una diferencia de 12 puntos porcentuales respecto a los adultos mayores. En los niveles altos, esta expectativa alcanza el 52%, mientras que en los niveles bajos se ubica en 40%.
En cuanto a las preocupaciones, la economía lidera el ranking con el 60%, seguida de cerca por la inseguridad (59%), la pobreza (39%) y la falta de empleo (31%). Comparados con los adultos, los jóvenes muestran una mayor sensibilidad ante la situación económica e incluso frente a la inseguridad. En localidades con menos de 50.000 habitantes, se agregan como problemas relevantes el acceso a la salud (21%) y la infraestructura urbana (21%).
Los datos del informe también reflejan la incidencia de la pobreza juvenil. Durante el primer trimestre de 2025, el 42% de los jóvenes de entre 15 y 21 años vivía por debajo de la línea de pobreza. Se trata de una tasa 25% superior al promedio general y 83% más alta que la de los adultos entre 30 y 64 años. La indigencia muestra una dinámica similar, concentrándose en hogares con niños y adolescentes.
El mercado laboral tampoco ofrece garantías. De acuerdo con la Encuesta Permanente de Hogares (INDEC), hacia fines de 2024 el desempleo entre jóvenes de 15 a 21 años era del 22,6%, triplicando la tasa promedio general. Entre los jóvenes de 15 a 27 años, la desocupación alcanzaba el 15%, frente al 5% en adultos. Además, el 60% de los jóvenes ocupados trabaja en la informalidad, sin aportes ni cobertura social. En el caso de asalariados jóvenes, esta tasa se eleva al 63%, el doble del promedio general.
El documento también aborda el rol de la educación en la inserción laboral. Solo el 72% de las personas de entre 25 y 29 años había terminado la secundaria en 2021. A su vez, apenas dos de cada diez alumnos que inician la primaria finalizan la secundaria en el tiempo previsto y con niveles aceptables en lengua y matemática. Esta realidad se refleja en las condiciones laborales: la informalidad juvenil ronda el 70% entre quienes no terminaron la primaria, mientras que baja al 34% entre quienes completaron el secundario y cae al 10% entre quienes tienen estudios universitarios.
La gig economy aparece como una salida laboral rápida, aunque precaria. En 2024, aumentó entre un 20% y un 40% la cantidad de jóvenes repartidores y choferes de apps. La mayoría de estos trabajos se da sin aportes ni estabilidad. A su vez, el trabajo remoto creció en sectores específicos, aunque su alcance es limitado: el 24% de los jóvenes trabaja en comercio, el 12% en industria manufacturera y otro 12% en construcción.
Finalmente, la automatización y el avance de la inteligencia artificial plantean nuevos desafíos. Los empleos poco calificados, donde se concentra buena parte de los trabajadores jóvenes, son los más expuestos a ser reemplazados por tecnología. Esto obliga a adquirir competencias digitales, técnicas y “verdes”, según alertan organismos internacionales.