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El río Paraná, sin fuerza vital y sin peces maduros, alerta por su cauce perdido

pescadores río Paraná

La restricción a la exportación de pescado busca preservar el ecosistema y promover acciones conjuntas para su recuperación.

La decisión del gobierno de Santa Fe de suspender la exportación de pescado de río hasta octubre de 2026 reabrió el debate sobre el manejo del recurso ictícola en toda la cuenca del río Paraná. La medida, oficializada mediante la Resolución N° 332/2025, prohíbe por un año el acopio de especies capturadas en ambientes naturales con destino al mercado externo.

El objetivo es frenar la sobreexplotación del sábalo, el pez más demandado para la exportación y clave en la cadena alimentaria del ecosistema. Según los estudios más recientes del proyecto Evaluación Biológica y Pesquera de Especies de Interés Deportivo y Comercial (Ebipes), solo seis de cada cien sábalos están en edad reproductiva. Esa cifra alarmante motivó la restricción.

“El sábalo es un eslabón fundamental del ecosistema y también de la economía pesquera. La evidencia científica es contundente: debemos reducir la presión extractiva para garantizar su sostenibilidad”, advirtió el ministro de Ambiente y Cambio Climático de Santa Fe, Enrique Estévez.

Un equilibrio que se rompe

El sábalo, especie gregaria que se alimenta de sedimentos del fondo, es la base de la dieta de peces predadores como el dorado y el surubí. Su disminución impacta directamente sobre el resto de la fauna acuática y sobre las comunidades humanas que dependen del río.

La prolongada bajante del Paraná, junto con las variaciones de temperatura y los ciclos hidrológicos alterados por el cambio climático, afectaron los procesos naturales de desove. La desconexión entre el cauce principal y las lagunas donde los peces depositan sus huevos redujo la reproducción. A eso se suma la presión de una pesca intensiva que, según los expertos, en muchos casos no respeta la talla mínima de captura: 42 centímetros.

“Se están extrayendo peces juveniles que no llegaron a reproducirse. Eso explica la pérdida del stock biológico”, explicó Fabio Baena, autor de la Guía Ilustrada de Pesca del Paraná y miembro del Consejo Provincial Pesquero.

Un desafío compartido

Aunque la suspensión se limita a aguas santafesinas, el impacto alcanza de lleno a Entre Ríos, donde operan varios frigoríficos que abastecen al mismo circuito exportador. Para Baena, la medida “es necesaria, pero debe ser acompañada por las provincias vecinas”. “Si Santa Fe restringe y Entre Ríos o Buenos Aires no hacen lo mismo, el pescado igual va a salir del río. El impacto será limitado si no se toma una decisión conjunta”, sostuvo el especialista en diálogo con Radio UNO 106.3 de Santa Fe.

La situación pone en tensión la relación entre la conservación ambiental y la realidad social de las comunidades pesqueras. “No hay que pensar la pesquería solo desde lo biológico. El pescador también está sobreexplotado: vive en condiciones muy frágiles, sin protección laboral, y los frigoríficos marcan las reglas”, señaló Baena.

Un recurso agotado

El informe oficial santafesino reconoce que el Paraná atraviesa un “contexto ambiental crítico” y advierte sobre el riesgo de “colapso ecológico” si no se reduce el esfuerzo pesquero. La restricción, no obstante, no prohíbe la pesca para consumo local ni afecta a los criaderos, que podrán seguir exportando.

“El objetivo no es detener la actividad sino preservarla. Si no se actúa ahora, el río dejará de ser fuente de sustento”, expresó el ministro Estévez.

El investigador del Conicet y la Universidad Nacional del Litoral, Luis Espínola, coincidió en que la medida “es un paso importante”, pero advirtió sobre sus limitaciones: “Los frigoríficos podrían trasladar su operatoria hacia otras jurisdicciones si no hay acuerdos interprovinciales o nacionales. La cuenca del Paraná es transfronteriza y requiere políticas coordinadas”.

Pesca y sustentabilidad

La resolución santafesina se complementa con la veda del surubí –vigente desde el 1º de noviembre hasta el 31 de diciembre–, la pesca con devolución obligatoria del dorado y las restricciones permanentes al pacú y el manguruyú.

“Estas medidas apuntan a sostener la biodiversidad del Paraná y asegurar que la actividad pesquera, vital para cientos de familias, pueda perdurar en el tiempo”, se destacó en el comunicado oficial.

En paralelo, el Ministerio de Desarrollo Humano e Igualdad de Santa Fe mantiene programas de asistencia alimentaria y económica para los trabajadores del sector afectados por la suspensión exportadora.

Desde Entre Ríos, investigadores y organizaciones ambientales insisten en que el problema es regional y requiere consenso político entre provincias y Nación. “La pesquería del Paraná refleja nuestra crisis ambiental y social. Si no se articula una política integral, el río seguirá agotándose”, advirtió Baena.

Sábalo, pieza esencial para la pesca y la biodiversidad

El sábalo, especie emblemática del río Paraná, cumple una doble función esencial: es base alimentaria de peces predadores como el dorado y el surubí, y sustento económico de cientos de familias pesqueras. Su dieta, compuesta por sedimentos y materia orgánica, contribuye a mantener la calidad del agua y el equilibrio ecológico del cauce.

Sin embargo, la sobrepesca, la bajante prolongada y el incumplimiento de las normas de talla mínima provocaron una drástica reducción de ejemplares adultos. El Plan Ictícola Provincial, impulsado en Santa Fe, busca revertir esta tendencia mediante la limitación de exportaciones y la promoción de prácticas sostenibles.

Si la recuperación del sábalo fracasa, los efectos alcanzarán no solo a la biodiversidad, sino también a la seguridad alimentaria de comunidades ribereñas que dependen del río como fuente directa de sustento.

Fuente: diario Uno

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