José Amado
De ANÁLISIS
El 6 de enero pasado Lilia Carnero firmó su última resolución como jueza del Tribunal Oral Federal de Paraná, en la que otorgó prisión domiciliaria a un preso con una grave enfermedad. Unos días antes había dictado su última sentencia en la cual 22 personas fueron condenadas a penas pecuniarias por las cuales se beneficiaron instituciones sociales de la provincia. En ambas quedó la impronta que le dio a muchos de sus fallos a lo largo de los años: los límites y la utilidad del sistema penal frente a realidades particulares, sin dogmas ni estereotipos sociales. Asumió su labor con compromiso, sin importar, por ejemplo, los más de 300 días de licencia pendientes para poder cumplir con los requerimientos de su función; y admitiendo la situación injusta en la diferencia de los sueldos de los jueces frente a las fuerzas de seguridad que investigan las causas que luego llegan a un juicio.
El TOF de Paraná queda integrado por Roberto López Arango y Noemí Berros, y subrogará a Carnero la jueza Emilce Rojas, integrante del Tribunal Oral Federal de Concepción del Uruguay.
Pasaron 31 años y medio desde el día que Carnero asumió como magistrada de un Tribunal que, hasta 2019, fue el único de la provincia. Debió juzgar los casos por delitos federales más importantes de la provincia en más de tres décadas, principalmente narcotráfico y contrabando, y luego el terrorismo de Estado en Entre Ríos y la Trata. Llegó el momento de su jubilación en un “clima de época tan terrible”, describe. En su despacho quedaron algunas toneladas de libros para quien necesite navegar entre múltiples encrucijadas del Derecho. En una entrevista con ANÁLISIS habló de la actualidad y de los desafíos que enfrentan la Justicia y la sociedad frente un nuevo contexto político.
—¿Qué día ingresó al Tribunal?
—Ingresé el Tribunal Oral el 3 de julio de 1993, es decir, hace más de 31 años. Una vez Daniel Enz sacó en la revista Análisis, debe haber sido en el 92, que yo era la que tenía más antecedentes porque había trabajado 12 años en la Justicia provincial, y había sido secretaria de Instrucción, defensora, fiscal, fiscal de Cámara, y fui cuatro meses vocal de una Sala Penal. Con ese currículum era la que más antecedentes tenía. De todos modos, mis compañeros que recuerdo con todo amor, a Guillermo Anderle y a David Chaulet. Guillermo era muy generoso con sus conocimientos, él me contaba todas las causas civiles, sobre todo la jurisprudencia de la Corte y la del superior Tribunal. Tengo un recuerdo hermoso de esos dos compañeros que ya no están en este plano.
—¿Con qué sensaciones se retiró de la función de Poder Judicial, tanto desde lo personal como de la función en sí?
—Siempre la sensación a lo desconocido. Un poco de miedo tuve, pero en lo institucional el clima de época es tan terrible, tan terrible que todas las garantías de la Constitución son hoy tildadas de anarquistas, de comunistas, es decir, es un clima de época tan terrible, vivimos observando un viaje hacia la locura. Eso me duele me duele mucho, incluso la situación en la cárcel. Yo trabajé mucho en la cárcel, fui muchos años jueza de Ejecución, y hacíamos cosas que se podían, e incluso hablábamos de con Eugenio Zaffaroni, con Elías Neuman, hicimos una experiencia hermosa en la cárcel de Paraná. En la época del exgobernador (Mario) Moine, con su exesposa trabajamos para hacer las escuelas primaria y secundaria, se hicieron muchas cosas, tengo un gran recuerdo por el trabajo que hicimos en la cárcel. Eso hoy es muy difícil hacerlo, aunque los penitenciarios ayudan, ellos están dispuestos a que se cambien ciertas cuestiones.
—¿Cuáles fueron los cambios más notorios en las causas judiciales que fue observando a lo largo del tiempo si de tanto en los expedientes, en el tipo de causas como el funcionamiento del sistema?
—Está el sistema mixto que todavía rige en la Justicia Federal y el sistema acusatorio que está en la provincia. El sistema lo hacen los hombres y mujeres comprometidos con el derecho, con la justicia, con la brindar un mejor servicio a la comunidad. Es muy difícil analizar cada uno de los temas. Creo que es un paso adelante el sistema acusatorio, por supuesto, pero lo van a manejar los fiscales, y los fiscales no tienen una estructura funcional como para dar, en este momento, todas las respuestas a la Justicia. Ha habido avances, pero siempre la hacemos los hombres y mujeres a la justicia, los que quieren investigar, hacer un mejor servicio a la comunidad.
Los ciudadanos que son juzgados, que pasan por el sistema penal, son aquellos que son más vulnerables, es decir, los más torpes con el sistema penal, porque la cifra negra del derecho penal es mucho más importante que los que caen en bajo el sistema de criminalización, es mucho más grande. Por eso yo siempre le decía a mis colegas y a los funcionarios que me acompañaron tanto los secretarios como los chicos que están en el despacho, que jamás nos doble ni la avaricia, ni la codicia, ni las prebendas. Sí, la misericordia y la piedad para aquellos que son más vulnerables. Solamente la misericordia y la piedad pueden ayudarnos a hacer un mundo mejor.
—Algo muy notorio es que hay hechos que quizás hace 15 años terminaban en la condena de prisión para una persona y hoy se buscan otras alternativas a modo de sanción ¿Qué cuestiones se tienen en cuenta para estas decisiones?
—Son para las penas que pueden ser de ejecución condicional, es decir, hasta tres años, tres años y un mes ya no se salva. La suspensión del juicio a prueba, la reparación integral, la conciliación. Todos son instrumentos que son buenos para aquellos delitos que encarcelarlos con poca pena no sirve de nada, no es útil. Incluso la cárcel también tiene sus deficiencias para resocializar a aquellas personas.
—¿Y qué se valora para esto, el hecho mismo o también a las personas?
—Primero, el hecho. Que el delito que se le atribuye pueda ser posible de una condena de ejecución condicional. También el hecho que los fiscales consientan que ese conflicto penal se resuelva a través de la reparación integral, por ejemplo, que es buena. Yo resolví una causa de 20 años por contrabando. Eran 22 imputados y solamente quedaron el jefe de la Aduana de Concordia y un oficial. Los demás resolvieron su conflicto penal a través de la reparación. Es decir, en este caso seguramente iban a recibir penas de ejecución condicional. Pero Juntamos 70 millones de pesos que van todas las instituciones de bien público (Bomberos, comedores, merenderos, Cáritas, iglesias), también redundaron en beneficio de la comunidad. La Aduana se opuso, está Casación, no sé qué dirá la Casación, en todo caso seremos responsables. Yo fui con una integración unipersonal, es la última sentencia que hice. El Tribunal no recibe la plata, pedimos el CBU y va directamente al merendero, a los bomberos. Viste ahora cómo están los bomberos ahora están con los incendios.
—Hoy hay un discurso político casi belicista en la lucha contra el narcotráfico, como las ideas de utilizar las fuerzas armadas para es de delito ¿Cree que esto ayuda o dificulta la búsqueda de soluciones?
—Yo creo que son propuestas publicitarias, que no están debidamente debatidas. No hay un debate serio en la comunidad, las leyes se imponen. Como la propuesta del 9 de Julio (por el Pacto de Julio) del presidente, todos quieren imponer desde arriba, una autocracia impresionante como nunca se ha visto acá. No se disute nada, todo desde arriba, todo tiene que ser sin consenso, sin ningún diálogo previo, sin ninguna proyección en intelectual. Nada de eso. Son discursos que sirven para las redes sociales. Estaba escuchándolo al filósofo Franco Berardi, que habla de “la infocracia”. Todo se maneja a través de las redes, de la publicidad, de los mensajes subliminales, sin un debate serio, importante. Las Fuerzas Armadas nos pueden salir a combatir el narcotráfico porque no están preparadas para eso. Y las fuerzas policiales siempre van a la cola de todos los sueldos. Vimos el gendarme que le pedía a Patricia Bullrich que cobraba 600.000 pesos y pagaba 400.000 de alquiler. ¿Qué por qué pueden combatir esas fuerzas policiales? Estamos en muy injusto, no hay relación, es un mundo injusto porque nosotros ganamos muchísimo más de lo que ganan las fuerzas policiales, que son los que ponen que ponen el cuerpo. Nosotros nosotras escritorio, es así.
—Por el Ttribunal pasaron algunas personas que están fuera del estereotipo de imputados, como Vicente Bioletti y Sergio Varisco, que siguen siendo una minoría ¿Qué tienen de diferentes esos juicios y qué se debe valorar en particular en estos casos?
—Cuanto más vulnerables son (los acusados), unos tienen que ser más cuidadosos en la pena. Cuando la sociedad te ha provisto de medios para que vos tengas instrumentos para manejarte, como educación, situación económica, situación social, familiar, yo creo que vos tenés un deber más importante para la sociedad. Y nosotros juzgamos y con esa perspectiva. Una persona que ha tenido educación, como Bioletti, que tiene bienes económicos importantísimos, que el abogado dijo “los ricos no delinquen” ¡Delinquen el triple! Están en la cifra negra. Las fugas de capitales no las hacen los que pasan por el sistema penal a diario. Varisco es un caso distinto porque fue partícipe, no fue condenado como autor, sino como partícipe. Y si se lee en mi sentencia, es todo para financiar la política, no hay leyes claras de financiamiento de la política. No creo que Varisco haya este usufructuado nada de ese de ese contexto en que ocurrieron los hechos, sino que fue para financiar la política. Es horrible, porque él tenía una posición de garante, de no involucrar a los jóvenes en la droga, no captarlos políticamente a través de la droga, como decían en el juicio. Fue terrible para Varisco porque pienso que dentro de todo él no tuvo lucro personal, sino institucional. Todo pasó por lo institucional, por la política, por la mala financiación, por las leyes poco claras, que nunca están claras para el financiamiento de la política.
— ¿Qué implicancias observó tanto en las causas por narcotráfico como en el funcionamiento del sistema la Ley de Narcomenudeo que ya lleva más de seis años en Entre Ríos?
—La ley de Narcomenudeo fue un alivio para todos los Tribunales federales, pero no veo que se esté instrumentando de la mejor manera. Es decir, desde mi óptica garantista, porque o cambian las leyes o los que caen en el narcomenudeo son todos consumidores. La mayoría vende para consumir, por supuesto que hay excepciones. Entonces me parece que algunos casos que yo he visto es que son muy estrictos en la provincia con el narcomenudeo. Se habla mucho de la marihuana, que inclusive tiene usos terapéuticos, se ha comprobado la eficacia en determinadas enfermedades, entonces, el narcomenudeo con la marihuana me parece que no está bien resuelto. Me parece que no está bien resuelto, hay cosas que debemos resignificar o debatir de nuevo, que se impone un nuevo debate. Pero en este clima de época es muy difícil.
—En numerosos fallos el TOF se refirió a la ubicación estratégica de Entre Ríos en el negocio del narcotráfico a nivel regional, sobre todo por las mulas detenidas en las rutas 12 y 14 ¿Qué ha cambiado en este sentido?
—Lo que pasa es que en las mulas son contratadas por los verdaderos empresarios de la droga son contratadas y no son advertidas de todo. Colocan el auto dos días antes a nombre de las mulas, se aprovechan de la vulnerabilidad de aquellas personas que tienen necesidades básicas, a los grandes empresarios no los vas a ver transportando drogas. Utilizan camiones, camioneros, por supuesto que, a través de un pago bastante importante, que es lo que lleva a corromperlos.
—En las últimas décadas se produjeron dos cambios importantes en la Justicia Federal: las causas por delitos de Lesa Humanidad y por Trata.
—Claro, luego de 2005 cuando anularon las Leyes de Punto Final y Obediencia de Vida, fue lo más conmocionante de mi carrera juzgar los delitos de Lesa Humanidad, también cuando iba a otras jurisdicciones como Santa Fe y Rosario, donde fue cruel la dictadura. Los jóvenes perseguidos y las ignominias que cometieron no tienen nombre. Yo tenía que ser muy fuerte para no largarme a llorar junto con las víctimas que declararon. Fue terrible, muy conmocionante. La dictadura quiso avasallar todos los derechos de los jóvenes, sobre todo, que luchaban por un mundo mejor, que colaboraban en los barrios pobres, que trataban de brindar herramientas educativas a los niños. Fue terrible. Y los victimarios jamás se arrepintieron, jamás dieron un dato de dónde fueron los 30.000 desaparecidos. Es increíble lo que ha pasado y que todavía se siga diciendo que no existieron, o que los juicios delitos de Lesa Humanidad fueron “un antro de corrupción”.
Y los juicios de Trata fueron un avance, hubo leyes muy importantes que ahora se quieren dejar de lado, se han suprimido varias instituciones que ayudaban a las víctimas de Trata. Es terrible lo que pasaban las víctimas de Trata sexual. El narcotráfico y la trata sexual son las que proporcionan mayores ingresos económicos a los gerentes, no a las mulas, no a la madama que a veces les presta algún auxilio. Son las empresas delictivas más redituables. Toda plata sin registrar, como decía Eugenio Zaffaroni, la mitad de la economía del mundo está no registrada. En eso yo creo que sí que hubo avances, se investigó, rescataron a muchísimas víctimas de trata. Y la Ley impone el secuestro de los lugares donde funcionaban los llamados prostíbulos, esos bienes se iban a rematar en beneficio de las víctimas de trata. Eso no llegó a ocurrir y ahora ya se eliminaron una cantidad de instituciones de Trata. Yo condené a las instituciones a pagarles a las víctimas de Trata, no me acuerdo el monto, porque la tratante no tenía recursos económicos y estaba en la cárcel, no indemnizarla por todo el daño que sufrió en su integridad física y psicológica. Entonces condené a las instituciones que se regían sobre el delito de Trata a indemnizarlas, porque tenían bienes, el Estado les había provisto bienes. Hoy ya no existe eso.
—El TOF ha dictado fallos con advertencias sobre la situación carcelaria y cómo el negocio del narcotráfico se sigue organizando dentro de los muros ¿Ha tenido alguna respuesta a esos mensajes y a esas sentencias?
—No. Los controles siempre se están extremando, siempre se va a colar algo, es imposible un control exhaustivo total. En la cárcel, casi siempre son las mujeres que van porque en la cola están las mujeres, los hombres casi se no van a visitar a sus parientes. Lo que vos decís no es para adentro, sino cómo se organiza para afuera. Yo hace mucho tiempo que pienso que los celulares deben estar registrados y controlados por el Servicio Penitenciario, tienen antenas, se tienen celdas para guardar, en algún momento tienen que tener comunicación con el exterior. El celular es un servicio público. Yo me acuerdo de un chico, Grieve, que estaba preso, él me decía “yo no puedo dormir si no hablo todas las noches con mi con mi esposa”. Y por supuesto que le secuestraban el celular y él venía y lloraba ¿Por qué no controlan, que cada uno tenga tantas horas para hablar en su celda? Cuando estaba de ministro de Justicia de la Nación Julio Alak, le mandé un oficio para que reglamentara, que cada cual tuviera su celda, que se lo dieran en determinadas horas, que tuvieran antenas de control.
—En lo que tiene que ver con delitos económicos grandes, principalmente por lavado de activos ¿Cuánto cree que se avanzó y qué está faltando?
—Es tan difícil investigar eso. Roberto (López Arango) condenó en una causa en un juicio abreviado. Yo creo que el lavado de dinero no se investiga correctamente, no hay instrumentos para las fuerzas de seguridad para investigar. Tienen que tener contadores, que investiguen la bancarización de las rentas, las compras. Si yo voy a comprar un auto me investigan de dónde saco, pero conozco muchísima gente que no lo investigan, nunca les pidieron un certificado, nada, ingresa esa plata no registraba. No hay instrumentos. En la doctrina se proponen cosas espectaculares para acabar con el lavado de dinero, pero en la práctica es muy distinto. Las leyes proponen situaciones ideales que después falta instrumentarlas correctamente. Eso ha ocurrido siempre. Las leyes sirven simbólicamente, pero cuando uno las va a llevar a la práctica, carecemos de recursos.