
Germán de los Santos
Algo no les cerró a los agentes de Migraciones de Paraguay el miércoles 20 de agosto, cuando en el remoto puesto fronterizo de Mayor Infante Rivarola, escucharon hablar con un extraño acento a un hombre que presentó un DNI argentino a nombre de Lisandro Emanuel Larre. Así, casi por azar, los agentes guaraníes dieron con quien era, en realidad, un capo narco serbio.
El falso Larre era, en verdad, Luka Starčević, quien según fuentes de la Justicia paraguaya pretendía entrar a Bolivia, donde se libra una “guerra” con la mafia de los Balcanes por el control del narcotráfico en esa región clave productora de cocaína.
La vida de Starčević acumula historias que podrían servir para varias temporadas de una serie de ficción. Está acusado de haber acribillado a Goran Radoman, un jefe de la mafia de los Balcanes cuyo crimen derivó en una guerra entre clanes narcos en esa parte del este de Europa. Pudo escapar y montó la fachada de su propia muerte en España, lo que le sirvió para poder huir a Brasil, donde está acusado de matar a tres personas, aunque logró quedar en libertad por un “error” administrativo en la Justicia de ese país.
El último capítulo de su ajetreada vida lo expuso en aquel remoto paso fronterizo entre Paraguay y Bolivia, donde se movía con DNI argentino.
En la Argentina, ni el Ministerio de Seguridad Nacional ni los órganos de investigación consultados por La Nación no tenían información de que Luka Starčević hubiese estado en el país, ni que hubiera tenido algún tipo de actividad criminal.
Según pudo averiguar este diario, el DNI que portaba Starčević en el momento en que fue detenido en el límite entre Paraguay y Bolivia, a nombre de Lisandro Emanuel Larre, sería apócrifo. Según apuntaron fuentes de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), no hay registros con ese nombre en ningún otro ente fiscalizador, como ARCA o Anses. Ese DNI figura como expedido el 5 de junio de 2019.
Que este hombre nacido en Belgrado no figure en la Argentina señalado como miembro de alguna organización criminal no garantiza absolutamente nada: estos eslabones del crimen organizado transnacional se mueven en las sombras de manera permanente.
Algo similar ocurrió en la Argentina con Bozidar Ratkovic, conocido como “Bozo”, un narcotraficante de peso encargado de preparar la logística para enviar cargamentos de cocaína a Europa a través del puerto de Zárate.
Según publicó el periodista Agustín Ceruse en el sitio Encripdata, Ratkovic tenía vínculos con el colombiano Gabriel Jaime Londoño Rojas, que fue detenido en Abu Dhabi en 2022 y fue uno de los responsables de los grandes cargamentos de cocaína que salieron a través del puerto de Rosario, y de otro de 1650 kilogramos de esa misma droga que fue incautado por la Policía Federal en un galpón abandonado en el barrio de Empalme Graneros, en la zona noroeste de Rosario.
Otro capítulo de la llamada mafia de los Balcanes en la región quedó al descubierto en Uruguay como consecuencia de la “Operación Virtus”, que develó cómo un grupo criminal integrado por montenegrinos, argentinos, uruguayos y colombianos lograba introducir cocaína –proveniente de Buenos Aires– en buques de ultramar cuando se encontraban en aguas del océano Atlántico, cerca de las costas orientales, a la altura del departamento de Rocha.
Una calificada fuente del Ministerio de Seguridad Nacional consideró que probablemente Starčević podría haber estado involucrado en esta operación que terminó con 18 personas detenidas en Uruguay, entre ellas, un argentino y dos ciudadanos de la República de Montenegro.
Escándalo en el Cono Sur
Starčević es desconocido en la Argentina, pero no en la región. En Brasil estuvo detenido por un crimen, pero logró salir de la cárcel por una supuesta falla del sistema, una maniobra que generó un escándalo en ese país. En Belgrado, este serbio aparece relacionado con uno de los crímenes que conmocionaron a ese país en 2015, como fue el asesinato del capo mafioso Goran Radoman, crimen que desató una guerra entre los clanes Kavač y Škaljari. El conflicto entre estos dos grupos criminales fue sangriento.
El rol de Starčević en este caso es digno de una pieza de ficción. La policía montenegrina lo convirtió en uno de los principales sospechosos del homicidio a partir de una geolocalización con un GPS. El serbio había colocado un localizador satelital en el BMW de Radoman para seguirlo y asesinarlo con más de 20 disparos de un fusil AK47 en la cochera de un edificio. Días después, Starčević desapareció cuando un tribunal de Belgrado ordenó su captura ante los indicios que lo ligaban a aquel asesinato.
Los medios de Montenegro publicaron en su momento que Starcevic reapareció luego en España, pero a partir de una noticia que señalaba que había muerto. En el programa periodístico serbio Slučaj revelaron que este hombre, que fue detenido el miércoles 20 en Paraguay con un DNI argentino, había logrado huir a Brasil, y que en realidad la noticia de su muerte era una simulación para que se olvidaran de él.
El primer indicio de que Starčević estaba vivo surgió cuando fue detenido en julio de 2020 en una ruta cercana a San Pablo, donde a los policías les entregó documentación que indicaba que su nombre era Luka Maric, un ciudadano croata que tenía pedido de captura de Interpol. En el auto en el que se movía, un Nissan, llevaba una importante suma de dinero con la que intentó sobornar a los agentes.
El falso Maric, que no era otro que Starčević, había contratado a un chofer para que lo llevara a la ciudad de Santos, cuyo inmenso puerto es uno de los principales puntos de envío de cocaína hacia Europa. Logró salir al poco tiempo de la cárcel porque no había pedido de extradición ni tampoco causas en su contra en Brasil. No obstante, en 2021 lo acusaron de los asesinatos de un policía y de un portero de un edificio. También, del crimen de otro narco de origen serbio.
Un “error” favoreció inesperadamente a Starčević. A pesar de que el Supremo Tribunal Federal (STF) había ordenado su prisión preventiva, este serbio quedó en libertad debido a que el Departamento Penitenciario del estado de Paraná alegó que aquella orden no estaba registrada en el Banco Nacional de Medidas Penales y Penitenciarias (BNMP-CNJ), lo cual es un requisito legal para que pueda ejecutarse la orden de prisión preventiva. Como resultado, Starčević fue liberado por orden judicial y, además, fue absuelto en uno de los casos de homicidio y asociación ilícita en el estado de Paraná.
La última vez que en Brasil lo vieron a Starčević fue cuando salió de la cárcel de São José dos Pinhais, en la región metropolitana de Curitiba, el 23 de junio de 2023. En ese país aparecieron luego varios informes de inteligencia que ligaban a este serbio con el Primer Comando de la Capital (PCC) y con la ‘Ndrangheta, la mafia italiana con la que hacía negocios para enviar y distribuir drogas en Europa.
Starčević, que se había transformado en un fantasma para la Justicia y para las fuerzas de seguridad brasileñas tras el escándalo de su libertad, reapareció de forma inesperada en un remoto lugar del Chaco paraguayo: en el paso fronterizo Mayor Infante Rivarola.
Intentó cruzar ese punto limítrofe para ingresar a Bolivia. Cuando entregó su documentación para entrar en ese país, los funcionarios de Migraciones de Paraguay notaron algo raro. Porque su documento estaba a nombre de un ciudadano argentino, pero su acento ponía en duda que lo fuera.
Después de analizar la documentación que llevaba este hombre con acento raro, y tras una consulta internacional a través de la Red Atenas –un programa de cooperación internacional con Europol–, las autoridades migratorias paraguayas confirmaron que el hombre que intentaba cruzar hacia Bolivia con documentación argentina falsa era Luka Starčević, ciudadano serbio buscado por homicidios y crimen organizado en Brasil y en Europa. Fue retenido con apoyo de la Policía Nacional y, esa misma noche, expulsado por el Puente de la Amistad, en Ciudad del Este, donde fue entregado a la Policía Federal de Brasil.
Las sospechas de este último movimiento de Starčević podrían responder, según altas fuentes de la Justicia paraguaya, a una “guerra” entre bandas serbias y montenegrinas que se está librando en territorio boliviano por el control de terminales para el tráfico de drogas.
La tensión subió en Bolivia en torno a los carteles narcos luego de que el 13 de agosto pasado fueran encontrados tres cuerpos embalados en una vivienda de Santa Cruz de la Sierra. Las víctimas eran presuntos miembros de la mafia balcánica. Los cadáveres pertenecían a los serbios Miljan Gjekic, de 38 años, y Vanja Milosevic, de 41, y a Dejanco Lazarevski, de 43 años y oriundo de Macedonia del Norte. Se presume que sus cuerpos iban a ser arrojados a un río.
El ministro de Gobierno boliviano, Roberto Ríos, admitió públicamente que las mafias europeas intentan asentarse en Bolivia aprovechando el vacío dejado por la cinematográfica fuga del narco uruguayo Sebastián Marset, líder del Primer Comando Uruguayo y considerado una suerte de “manager” de la logística del tráfico de drogas hacia Europa a través de la hidrovía.