Entre Ríos no es una provincia más en el proyecto político del kirchnerismo. No en vano es uno de los distrititos más visitados de los últimos meses por importantes funcionarios incondicionales al presidente Néstor Kirchner. Este es caso del subsecretario General de la Presidencia, Carlos Kunkel quien conoce como pocos la provincia.
Felipe Yapur
(desde Capital Federal, especial para ANALISIS)
En el marco de su proyecto político, al presidente Néstor Kirchner el partido Justicialista le importa aunque no se desvive por él. Promueve el desarrollo transversal pero tampoco pierde el sueño. Considera sí que la renovación de la política se debe dar y no ahorra energía en ello y funcionario destinados para tal cometido. Una de sus principales espadas es Carlos Kunkel. El subsecretario General de la Presidencia, que durante el último gobierno de Juan Perón fue uno de los ocho diputados nacionales de la Juventud Peronista, realiza un detallado seguimiento de lo que sucede en la provincia de Busti. Lo observa a Busti pero también mira más allá, incluso más allá que del propio vicegobernador Pedro Guastavino.
Para el kirchnerismo Entre Ríos no es una provincia más. Es un distrito importante, codiciado pero al mismo tiempo difícil por sus características internas. El justicialismo local es considerado como uno de los más movilizados y asambleísticos de todo el país. El problema, en todo caso, es la gran contradicción que significa el hecho de que el discurso hegemónico que coqueteó primero y luego adhirió al discurso neoliberal que representó el menemato lo haya encabezado un hombre, Jorge Busti, y que provino del mismo sector interno del PJ donde militó en su juventud el actual Presidente.
No es un dato menor para el kirchnerismo el significado de lo que supo ser Busti en los setenta y lo fue en el pasado reciente o la década menemista. Esta situación y, sobre todo, el hecho de que Busti apoyara de manera sesgada la candidatura presidencial del riojano durante la primera vuelta electoral, hace que el concordiense sea considerado en la Rosada como “parte del pasado que hay que transformar”.
El kirchnersimo jura tener cientos de pruebas de que a Busti se le pasó el cuarto de hora. No es necesario remontarse a mucho tiempo atrás. Lo primero que se les viene en mente es el congreso partidario del 26 de marzo pasado. Destacan el silencio que Busti guardó durante esa debatida y caótica reunión, pero además el hecho de que de los 52 congresales que aporta el PJ entrerriano, al menos unos 45 son menemistas furiosos que abuchearon sin parar a Cristina Kirchner. Esto es algo que no se olvida en los pasillos de la Rosada, pero tampoco se rasgan las vestiduras. “El Conejo (como lo llaman propios y extraños a Busti) está llegando a su fin. Tiene dificultades para poder modificar la Constitución y lograr la reelección. Además, se le terminaron los sucesores”, indicó uno alto funcionario de gobierno mientras miraba caer la lluvia que se abatía sobre la Capital Federal.
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