Sandra Miguez

Muchas veces la noticia nos lleva a cubrir hechos terribles y desgraciados, donde nos sentimos abatidos por el pesimismo, por la burocracia, por el descrédito hacia quienes se creen aún “referentes políticos”. En esta nota, ANALISIS rescata el trabajo de la Fundación de Ayuda al Enfermo Hematooncológico de Entre Ríos y a través de ella el trabajo silencioso y persistente que tantas personas realizan en forma voluntaria, en forma sostenida a pesar de todas las vicisitudes de la vida, superando la parálisis que muchas veces nos puede producir el hecho de perder a un ser querido. Alicia Krevisky es, en este caso, un verdadero referente social, y junto a otras personas como Carlos Fralazco, José Yaryéz, y destacados profesionales como los doctores Pedro Negri y Mario Giunta, muestran que cuando existe voluntad se puede trazar un camino a seguir. “Abrazamos la enfermedad”, sostiene Alicia, y así pudieron redimirla.

La voz ronca de Alicia Krevisky se quiebra aún más, las lágrimas le inundan la mirada, no puede dejar de emocionarse. Y no es para menos, porque el trabajo que se ha realizado desde la Fundación de Ayuda al Enfermo Hematooncológico de Entre Ríos (FAEHER) no es poca cosa, porque no puede dejar de pensar en el destino de Nicolás, su hijo que falleciera a causa de la enfermedad, y a su vez asociarlo con el destino que tienen hoy los chiquitos que afortunadamente, gracias al avance científico y gracias a la tarea de profesionales locales, enfermeros, técnicos y las familias nucleadas en FAEHER, pueden vencer la enfermedad.

-¿Qué es lo que rescatas en estos 15 años de trabajo?
-Rescato la vida.

Alicia, junto con otros padres que perdieron sus hijos, decidió hacer algo para que aquellos que tuvieran que pasar por las mismas circunstancias, pudieran tener mejores oportunidades. Parte de ello consistía en poder quedarse en su ciudad, próxima a los afectos, al contexto familiar, a los amigos.

“Cada uno de los que formamos la Fundación hemos perdido a nuestros hijos, tanto Carlos Fralazco, como Yaryez, que fuimos los tres que nos encontramos desesperados, perdimos nuestros hijos, porque así comenzó esto, y cada uno tuvo la experiencia de la necesidad”, comenta Alicia sobre la experiencia común, y terrible, de haber perdido un hijo, pero también sobre el acto sublime de convertir el dolor en posibilidad para otros, en contención, en afecto, y en mejor calidad de vida.

“A cada necesidad la fuimos volcando. Para mí era fundamental hacer algo acá en Paraná, porque en mi caso tuve que llevar a mi hijo a Buenos Aires, donde la soledad que pasé fue terrible, no conocía a los médicos, las enfermeras no estaban, y cada uno de nosotros pasó por esa experiencia porque acá (en Paraná) no había servicio (de hematooncología) en ese momento”, recuerda Alicia, para quien además el contacto con los médicos, enfermeras, maestros, psicólogos del hospital, es un contacto de mucho afecto, donde el paciente no es un número más, o un ‘protocolo médico’ sino que el grupo interdisciplinario todo está cubriendo todas las necesidades”.

La Fundación tiene reconocimiento internacional por el trabajo que viene realizando ya que cumple rigurosamente con las pautas que establecen los organismos internacionales, ya sea para tratamiento hematooncológico como en transplantes de médula. Así el Registro Internacional de Transplante de Médula Ósea (IBMTR -las siglas en inglés-) reconoce el nivel del trabajo que se realiza en el hospital público de Entre Ríos, que cumple con cánones internacionales, pero además la Fundación realiza todos los estudios y es garante ante los organismos nacionales al cubrir los costos de estas prácticas para que luego el gobierno devuelva las erogaciones.

“A nosotros todavía nos quedó dinero”, comenta como al pasar Krevisky, lo que prueba la excelente organización que han tenido, y la prolija administración de los recursos, algo que puede constatarse en el Tribunal de Cuentas, según sostiene esta fundadora.

Con los recursos económicos que dispusieron, no sólo se concretó una obra de envergadura como es el actual Hospital de Niños, sino que además se ha comprado instrumental, aparatología que hoy ubica a la provincia en el primer nivel de atención para los pacientes con enfermedades como leucemia, o linfomas, entre otras afecciones.

La construcción del edificio, no dejó de causar algunas críticas en su momento, ya que los nuevos parámetros en arquitectura hospitalaria establecen que la edificación debe realizarse en una distribución horizontal, y este edificio es en altura y consta de 12 plantas, incluida la sala de máquinas.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)