Florencia Penna
Este sábado el escenario del Teatro 3 de Febrero recibirá a una de las voces más singulares de la canción folclórica argentina. Silvia Iriondo presentará Ojos negros, su nuevo material discográfico, a partir de las 21, acompañada por Horacio Hurtado en contrabajo, Sebastián Macchi en piano, Juan Pablo Francisconi en percusión y Marcos Cabezaz en marimba y vibes. Iriondo ofrecerá este espectáculo en la capital entrerriana luego de su gira europea y su show en el Teatro N/D Ateneo.
Con tres décadas de trayectoria, Iriondo propone en su nuevo disco un recorrido a través de la copla anónima, el canto indígena, la mirada renovada de clásicos y jóvenes compositores; canciones que hablan del hombre y su paisaje, con un tratamiento que parece desconocer fronteras entre la tradición y lo nuevo, para situarse en un lugar más allá de las modas y el paso del tiempo.
Una refinada cualidad poética define siempre el trabajo de Iriondo, esta vez en torno a canciones como Nostalgias santiagueñas, Serenata del 900 o La guampada; recopilaciones anónimas de distintas regiones; o una canción de su autoría, Morena voz de río, entre otras.
Para ella, el escenario es un “espacio ritual” donde cada canción se celebra de manera libre y singular, a veces acompañada de una guitarra, a veces de un piano. Otras a capella, de un set de sartenes o cualquier otro objeto no convencional. “Cada canción lleva su propio color, el desafío está en dar con el ambiente justo para ilustrar su viaje”.
Asistente Social egresada de la Universidad Nacional de Ciencias Sociales, aunó su interés por expresar lo social con la música, y así en 1972 comenzó su actividad profesional grabando tres discos en RCA, con composiciones propias y del cancionero popular. Se interesó por la música del paisaje en su diversidad de géneros y ritmos, la canción de los pueblos originarios. Éste es el contenido de su trabajo que busca transmitir, en versiones propias, la vigencia y actualidad que guarda el canto ancestral. Fusión e interacción donde lo cotidiano y el pasado se juntan para releer la canción folclórica. Hábitos, creencias, paisaje del hombre en relación con la tierra. Temas estos que también los trabaja en su actividad docente, pues es maestra de canto y desarrolla un lenguaje a partir de la técnica y experimentación vocal.
“La unidad trato de lograrla a través de la sonoridad, de armar una propuesta musical que traiga la canción originaria y antigua en un contexto actual, contemporáneo, renovado, rico en matices y en armonías, pero siempre tratando de mantener la respiración esencial de cada uno de los géneros, ya sea de la zamba, de la chacarera o de la canción del Litoral”, aseguró.
“Es a partir de descubrir ese latido que desarrollo el arreglo, pero siempre con el desafío de sostener la diferencia y los límites que impone cada género, cuidándome mucho de no ‘jazzificar’ el lenguaje, de manera tal de no perder la singularidad”, dijo. Y agregó: “Me parece central mantener la morfología de un tema, su estructura, porque casi todo nuestro folclore va acompañado de una danza coreográfica; esto es algo que habla de un folclore particular y le otorga a la canción un sabor único que forma parte de nuestro código cultural a partir del cual sí se abre el horizonte para intentar otros tejidos, más ricos, más actuales, más complejos”.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
