-Rodeados. La cobertura mediática de las impugnaciones presentadas ante el Senado por diversos sectores sociales al pliego de Emilio Castrillón para el STJ, la propia postulación del jefe del bloque de diputados oficialistas y la posterior audiencia en la que se ventilaron esas objeciones dejaron material para el análisis. Al comienzo nomás, uno de los que había denostado duramente la postulación de Castrillón -el senador del Nuevo Espacio, Julio Majul-, a sólo minutos de finalizada la audiencia hizo un salto mortal, un mea culpa, y casi termina reivindicando a quien un rato antes vilipendiaba. Lo de Majul no agota la capacidad de sorpresa, aunque debe reconocérsele sinceridad. No fue lo único. Durante tres horas, y con la soltura de sentirse expresión de un poder contundente, Castrillón recorrió una y otra vez los costados más escabrosos de sus cuestionadores. Denostó especialmente al presidente del Colegio de Abogados de Entre Ríos, Luis María Campos, dando a entender que virtualmente es un ñoqui del Estado entrerriano. Sucede que Campos es jefe de Asesores Jurídicos del Tribunal de Cuentas de la provincia y, según lo dijo el postulante, percibe un salario mensual de 9.700 pesos. Castrillón se ubicó -con astucia- como víctima de la corporación formada por jueces y abogados. No se equivocó al transparentar al enemigo, más allá de que uno pueda o no estar de acuerdo con los golpes bajos del diputado, que todo el tiempo trató de descalificar a sus cuestionadores, sin ubicarse con la altura y el equilibrio que se supone debe tener todo vocal del alto cuerpo. Político al fin, sabía que tocaba terreno sensible en el imaginario popular. De todas maneras, por fuera de los filos atractivos de su discurso hay que dejar en claro que Castrillón no invirtió demasiados minutos de su extensa exposición en contestar los cargos que se le hacían. Es más: en algunas instancias acudió a frases casi vergonzosas. "Sucede que soy medio Cocorito", dijo, para argumentar el desafío a ir a las armas que le hizo por carta documento a su rival por las islas entre La Paz y San Javier. Por el contrario, como siempre ha hecho en su historial político, utilizó el agravio como forma de respuesta a cada uno de los cuestionamientos. Se limitó a impugnar a sus impugnadores. Desde ese lugar su exposición fue contundente, y allí lo de Julio Majul comienza a ser entendible. “Entre este impresentable y aquellos bandidos, nos quedamos con este, al menos sabemos a quien representa”, habría dicho un cercano colaborador del legislador de Gualeguaychú. Luego, el Colegio de Abogados de Paraná reafirmó la impugnación presentada y lamentó que el rechazo a la postulación no haya sido masivo.

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-Trajines. No bien se conocieron las intenciones de la Concertación Entrerriana y algunos sectores radicales de tantear la posibilidad de una alianza en ambientes cercanos a ambos sectores, brotó un espontáneo rechazo. Luego de un fugaz encuentro donde costó conocer los asistentes, pues algunos jugaron a las escondidas, las posturas comenzaron a desgranarse. Como corresponde, fue Sergio Montiel el primero en cortar grueso. Sin medias tintas manifestó su postura contraria a cualquier tipo de acuerdo. No se privó además de estigmatizar a Emilio Martínez Garbino como una pata más del kirchnerismo. Sergio Varisco tampoco destiló entusiasmo. Fabián Rogel, que propone la disputa interna por la Intendencia de Paraná, razonó en voz alta que los tiempos fijados por la Ley de Internas Abiertas torna incompatible la construcción de alianzas con las disputas internas de cada partido. Como Rogel es un hombre que mantiene en alto su autoestima y se siente confiado en derrotar a Varisco, el tema le resulta ciertamente molesto y dispersivo.

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-Volvió una noche. Hace tiempo que entrevió que las cosas no marchaban a un destino conducente. Había sido uno de los más fervientes impulsores de la Concertación, pero a Juan Domingo Zacarías le alcanza el olor del viento para saber hacia dónde marchan las cosas. El empecinamiento de Elisa Carrió en esto de no hacer alianzas se le tornaba pesado, y fue más insostenible luego de las elecciones del 2005. Su nunca negada identidad peronista lo dota de un sentido por demás concreto de la cosa política. Desde allí no se marea por las explicaciones metafísicas de Carrió cuando renuncia a la conducción partidaria. Aguantó con estoicismo que la conducción nacional lo pasara por arriba respaldando los cuestionamientos que le hacían los diputados Antonio Mainez y Oscar Grilli. Con esa percepción reflotó en silencio su primer agrupamiento, el Movimiento Social Entrerriano.

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-Dureza. Este sentido de practicidad que le asegura la supervivencia a Zacarías no es registrado por su compañero de ruta durante algo así como cuatro años, Emilio Martínez Garbino. A esta altura, la estatura política de la Concertación Entrerriana se la puede cuantificar. Lidia Nogueira, intendenta de La Paz, referente excluyente de la Concertación en la costa del río Paraná, se anota en las filas de Julio Solanas, y por lo que sabe no existe reemplazante que cubra ese pase. La promocionada Fátima Sauer, oriunda de Bovril, que secundaba a Emilio como candidata a diputada nacional, regresó al bustismo hace largos meses. Edgardo Jakinchuk, ex candidato a intendente en Concordia, también milita en la propuesta solanista. El ARI, que le daba a la Concertación Entrerriana un desarrollo territorial, no está más. Con este viraje hacia la UCR, más allá de que se concrete o no, se potencia una fuga en los segmentos de militancia peronista que sobrevivían estoicamente en el agrupamiento. Fundamentalmente, el destino de esa fuga arriba a los puertos abiertos por Solanas y Cresto, pero algunas porciones más pequeñas también son capitalizadas por el bustismo. El intendente de Gualeguaychú, Daniel Irigoyen, y su secretario de Gobierno, Sergio Del Canto, han manifestado públicamente no estar de acuerdo con esta postura. Es que un viraje hacia el radicalismo es como se dice, antihistórico, antinatural. Estos ensayos entre sectores peronistas y progresistas con el radicalismo ya fueron transitados precisamente por el Frente Grande-Frepaso, con el fracaso tremendo que registra una historia demasiado reciente como para ser olvidada.

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