Al denominado turismo de aventura –desarrollado en todo el mundo- desde luego que no es ajeno nuestro país, y en Entre Ríos ya dejó de ser novedad. Pero además, ha encontrado un muy útil aliado con la instalación de los cotos de caza que, en nuestra provincia, van adquiriendo su importancia y acrecentando sus adeptos. Al contrario de lo que algunos suponen, esta actividad está reglada por severas normas y las especies expuestas a la mira de los cazadores surgen de códigos y reglamentaciones. En Hernandarias, a 90 kilómetros de Paraná, existe un sitio en inmejorables condiciones para dar rienda suelta a esta antigua inclinación del hombre, no exenta de adrenalina.
El turismo de aventura, que en la última década ha tenido un elevado auge, incidiendo fuertemente en la generación de fábricas de equipos, indumentaria y aprestos de viaje, como asimismo en una extensión de la capacidad de los operadores comerciales más variados, exhibe buenos avances en nuestro país y en Entre Ríos ya dejó de ser una novedad.
Sitios provistos por ambientes naturales increíbles actúan como un verdadero imán a la hora de hacer posar la ansiosa mirada sobre el globo terráqueo. La magnitud de esta industria no es fácil de medir y para una correcta definición se requiere establecer un adecuado marco conceptual.
En el fondo, se trata de “actividades de desafío mayor” o de “recreación de riesgo”, pero debe reconocerse que quienes se sumergen en esta actividad poco y nada llega a interesarles una definición global. Hablamos de montes naturales, bosques, caza deportiva mayor y menor, caza fotográfica, pesca deportiva, avistaje de aves y cabalgatas.
Pero esta disciplina ha encontrado un buen socio sumado al abanico de propuestas de que se vale el turismo: los cotos de caza. Y en nuestra provincia los hay, de diferente desarrollo, dimensiones y especies, que se someten a esa inclinación milenaria otrora patrimonio recreativo de reyes y príncipes, luego de magnates y excéntricos personajes y ahora mucho más accesible por cierto.
En Hernandarias, a unos 90 kilómetros de Paraná, de reciente data se instaló un complejo pensado para que los amantes de la cinegética en sus distintas variedades puedan calmar sus apetencias y disfrutar a la vez de un escenario cautivante.
Se trata de un emprendimiento que en realidad no se compadece con los detalles hechos públicos en ciertos medios meses atrás y que aludían a un marco de fastuosidad con categorización internacional que no es tal. Pero ello no significa que la flamante estructura esté despojada de ambientes amplios, galerías rodeadas de plantíos que miran a un parque y simulando un casco de estancia donde el estilo inconfundible de nuestra antiguas residencias rurales se enlaza con elementos modernos que le otorgan un marco de confort y tranquilidad (se pretende contar con 10 habitaciones para aquellos connacionales o extranjeros que les interese pasar un fin de semana o realizar prácticas de caza o pesca deportiva).
(más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
