-La lista justicialista. La lista de convencionales del justicialismo resulta un muestrario de integración de todos los sectores y corrientes que animaron desde adentro y desde afuera la vida de este agrupamiento en los últimos años. Juan Carlos Cresto, Lidia Nogueira y Luis Márquez, que componen la lista oficial, fueron activos protagonistas de la Lista 100 que agrupó al peronismo disidente en las elecciones del 18 de marzo. Raúl Barrandeguy en alguna medida es la referencia del peronismo que emigró del justicialismo para integrar las filas del Frente Grande, como reacción frente al dominio menemista. Con la fuerza de la integración interna el justicialismo avanza sobre figuras importantes. La postulación como candidato a convencional de Héctor Motta es significativa porque se trata de un destacado empresario entrerriano que ha incursionado en tecnología de punta en la explotación avícola, que ha sabido opinar sobre cuestiones que preocupan o entusiasman al sector productivo y que por tenerlo dentro de sus filas tanto Roberto Lavagna como candidato a Presidente, como el agrupamiento de Mauricio Macri, hubieran peregrinado a Luján de rodillas. A esa muestra de gravitación social, la propuesta justicialista agrega una solvencia intelectual en el Derecho Constitucional y Penal realmente ponderable.
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-Busti y Urribarri. Un poco desbordado por los tironeos, Jorge Busti cerró filas con Sergio Urribarri. Se pusieron de acuerdo en los ejes centrales que tenía que tener la propuesta tanto en la lista de convencionales constituyentes, como la de candidatos a diputados y senadores nacionales y la propuesta para el Consejo Provincial del Partido Justicialista. Sobre esa base se sintió desafiante, resignando la postura inicial de llegar a un acuerdo en el Congreso Provincial, para plantear directamente la convocatoria a la interna como forma de dirimir lugares y posiciones. En el punto donde se llega a ese acuerdo básico entre el gobernador y su sucesor, las especulaciones y los corrillos internistas se congelan o definitivamente desaparecen. Por muchas vueltas que peguen tanto Urribarri como Busti concluyen en que lo más conveniente para ambos es cerrar filas el uno con el otro. Hoy por hoy la rueda principal de la política entrerriana pasa por ese andarivel. Esta apreciación no soslaya que en esa relación la referencia principal sigue pasando por la figura de Jorge Busti.
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-El candidato que no fue. Es evidente que en este dominio político que ostenta el justicialismo entrerriano permite asistir al Busti más transparente en cuanto a sus verdaderas ideas y pretensiones. En ese sentido, es muy probable que haya imaginado una buena participación de la Iglesia entrerriana en la Convención Constituyente. Tanto es así que al momento en que Urribarri y el intendente de Chajarí, Juan Javier García, concretaban el compromiso de Rubén Dalzotto como convencional, Jorge Busti daba toda la impresión de estar esperando alguna señal por parte de las autoridades eclesiásticas sobre cómo iban a participar. Como la respuesta de los obispos entrerrianos no llegó, Jorge Busti respondió positivamente y entusiasmado a la postulación de Dalzotto. Todo estaba bien, la aceptación del párroco de Chajarí estaba hecha y solo restaba el paso formal, la venia del obispo de Concordia, Luis Collazuol, jefe de Dalzotto. Abel Masseto, secretario de Acción Social del municipio de Chajarí, trasladó a Dalzotto a la entrevista con Collazuol. Horas más tarde, el perceptivo Masetto comentaba en rueda con sus compañeros, que al ver que el cura se demoraba tuvo la sensación de que la candidatura se caía. Pasada lejos la hora y media sale Dalzotto y sentándose en el auto que lo regresaba a Chajarí le comenta a Masetto la negativa del obispo para su participación. Collazuol se cuidó bien de no quedar pegado con una resolución negativa dada en soledad.
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-Dalzotto y la Iglesia. Quienes conocen la trayectoria de Rubén Dalzotto, en la actualidad cura párroco de la Iglesia Santa Rosa de Lima de Chajarí, se explayan señalando que con esta baja la Convención Constituyente pierde a un interesante protagonista, cultivado en un compromiso visceral con las capas más humildes de la población. No son pocos los que recuerdan su presencia en la Iglesia San Francisco de Asís en el barrio pobre de Constitución, en Concordia. En esa barriada a la que Dalzotto asistía como párroco, en plena crisis de la convertibilidad, la desocupación e indigencia trepaba al 70 por ciento y los programas sociales mal llegaban o directamente no lo hacían. Eran momentos en que el deterioro social hacía estragos en todo el quehacer cotidiano. Las bandas de chicos y más grandes asolaba por las calles de barro al caer la tarde. El cura se plantaba y supo parar revueltas pesadas, comentan los que saben. Pero también de Dalzotto trasciende que es una persona informada, con claros conceptos políticos y eclesiásticos que a su vez defiende con vehemencia y convicción. Entonces, la frustrada candidatura a convencional de este cura pone en evidencia la actitud de la Iglesia en estos momentos del país y de la provincia. Ante todo hay que descontar toda complicidad del gobernador Busti con la frustrada candidatura tal como lo pretendió presentar el obispo de Concordia.
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