Por Luis María Serroels
(especial para ANÁLISIS)
Hace unas décadas, la inolvidable mujer que fuera la psicóloga, docente y ex funcionaria María Mercedes De Giusto -.fallecida prematuramente-, machacaba incansablemente sobre los problemas que generaba el creciente consumo de alcohol en nuestra provincia y en especial en los jóvenes. “El alcoholismo es una puerta abierta para ingresar a otras drogas”, nos decía, atribuyendo a estas prácticas una atadura con alto grado de sometimiento.
¿No imaginaron los padres de quienes preparaban su peregrino festejo por segunda vez –porque las clases no comenzaron el día estipulado por el calendario escolar-, la posibilidad de que se repitan situaciones desagradables? (hubo niñas atendidas en un hospital por exceso de consumo alcohólico y acciones que violaron el derecho de propiedad).
Se sabe que el alcohol quiebra la voluntad y el poder de defensa y no en vano se lo incorporó como invitado especial a una fiesta realizada en la zona de la Toma Vieja el pasado mes de enero y que culminó en un verdadero escándalo que hoy se investiga en los tribunales.
En la noche del pasado domingo se observaban grupos de adolescentes en calles y veredas empujando “changuitos” de supermercados (como una mamá llevando a su bebé en un cochecito), cargando botellas que no eran precisamente de agua mineral. Cabe preguntar: ¿los extremos controles que con todo éxito la policía realiza en los clásicos festejos del Día del Estudiante en nuestra costanera, no rigen para este tipo de diversiones?
(Más información en la edición gráfica número 1054 de la revista ANALISIS del jueves 16 de marzo de 2017)
