Por Juan Cruz Butvilofsky
Alfredo Fredy Nicola aseguró públicamente que lo denunciado por este medio era producto de una “manipulación mediática de algo que no es verdad”. El párroco que logró superar –en menos de un mes- un inmenso cuadro de stress que lo había llevado a solicitar una licencia al frente de la Parroquia de Oro Verde, intentó desmentir la información que señaló que dos personas lo habían denunciado ante el Arzobispado por haber abusado sexualmente de ellos cuando eran menores de edad. Pero la mentira pública de Nicola tiene patas cortas.
ANÁLISIS tuvo acceso al detalle de un encuentro que ocurrió en Oro Verde hace aproximadamente un año y dos meses. Allí, el ahora excura José Pepe Doumolín, en compañía de una creyente, fueron a donde estaba Nicola para anoticiarlo sobre las denuncias en su contra. Allí, el párroco escuchó aquello que nunca pensó que iba a salir a la luz: las denuncias de abuso sexual en su contra.
En la edición pasada de esta revista se informó sobre la existencia de dos denuncias en contra de Nicola ante el propio arzobispo de la Arquidiócesis de Paraná, Juan Alberto Puiggari. Una de esas denuncias fue ratificada con abogado ante las autoridades de la Iglesia Católica hace poco más de un mes, mientras que la segunda se corroboró gracias al testimonio de uno de los sobrevivientes que logró poner en palabras la manipulación y los abusos de Nicola en una “casita alejada” dentro de Oro Verde.
Sin embargo, Puiggari conoce de las denuncias en contra de Nicola desde hace –al menos- cinco años. De hecho, el Arzobispo ya sabe que no fueron dos los casos que llegaron con su denuncia sino tres. El tercero, en realidad, fue el primero al cual tuvo acceso la máxima autoridad de la curia entrerriana. El hecho sucedió en Luján –provincia de Buenos Aires- allá por 2012, cuando el propio Doumolín le hizo saber a Puiggari la existencia de una víctima de Nicola que había decidido escribirle una carta al arzobispo en la que señalaba que había sido abusado por el actual párroco de Oro Verde.
Como es recurrente en estos casos, los sobrevivientes de los abusos eclesiásticos acuden en primera instancia a la propia institución para denunciar a las “ovejas descarriadas” que cometieron los abusos en nombre de Dios. Los tres denunciantes le hicieron llegar a Puiggari lo que ellos habían padecido por culpa de Nicola. Sin embargo, las autoridades de la Iglesia Católica también hicieron lo recurrente: encubrir y ocultar. La manipulación del abusador es clave para generar la culpa en sus víctimas y de esa manera se garantizan el silencio que los mantiene impunes. Hasta que la olla se abre.
(más información en la edición gráfica número 1072 de la revista ANALISIS del jueves 7 de diciembre de 2017)
