En una jornada de fuerte movilización de organizaciones sociales en la calle, que ubican en lo más alto de sus reclamos la recomposición del poder adquisitivo, el Gobierno difundió el dato de inflación de junio. Fue 5,3 por ciento, lo que evidencia la reversión de la tendencia de desaceleración que mostraba el indicador desde el pico de marzo y enciende las alarmas sobre el número con que cerrará el año.

Con este nuevo dato, la Argentina acumula una suba general de precios del 36,2 por ciento en la primera mitad del año, la más alta desde 1991, cuando el país surfeaba un proceso de hiperinflación. En la comparación interanual, la inflación es de 64 por ciento y hay que remontarse a enero de 1992 para encontrar un registro superior.

El informe del Indec da por tierra con uno de los pronósticos del exministro de economía, Martín Guzmán, que anticipaba que a partir del fogonazo de 6,7 por ciento en marzo –el dato mensual más alto de los últimos 20 años, que recibió el impacto pleno del estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania– la inflación comenzaría a bajar, a menos que impactara algún factor estacional. Se cumplió durante dos meses: fue 6 por ciento en abril y 5,1 por ciento en mayo. En junio volvió a subir y la Argentina encadena cuatro meses con inflación superior al 5 por ciento mensual, destacó el portal elDiarioAR.

Según se desprende del informe, la división con mayor incremento en el mes fue salud (7,4 por ciento), sobre la que incidió el aumento de la cuota de la medicina prepaga –que a partir de agosto tendrá aumentos bimestrales– y de los medicamentos.

La suba de las tarifas de electricidad y gas también dejó rastro en la estadística oficial. Sumado a la paritaria de encargados de edificios, llevó el alza de la categoría “Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles” al segundo lugar, con una suba del 6,8 por ciento. Bebidas alcohólicas y tabaco escaló 6,7 por ciento, afectada por el arrastre que dejó el alza de cigarrillos del mes de mayo.

Alimentos y bebidas no alcohólicas, la categoría que más peso tiene en la canasta básica, se encareció 4,6 por ciento en junio, por debajo del promedio general. Se destacó el aumento de las verduras, aunque el alza de carnes fue lo que más incidió en la mayoría de las regiones. Esta semana el nuevo ministro de Comercio Interior, Martín Pollera, renovó el programa Precios Cuidados con una suba autorizada de 9,3 por ciento para el próximo trimestre. 

El dato de junio está apenas por encima de las estimaciones privadas recabadas por el Banco Central en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que anticiparon 5,2 por ciento de inflación para el mes.

La mira está puesta ahora en la inflación de julio, que se publicará el 11 de agosto y podría arrojar un dato incluso superior al de marzo, dado que algunas consultoras lo proyectan cerca del 8 por ciento. La primera semana del mes en curso estuvo signada por el recambio de autoridades en el Ministerio de Economía, las alteraciones que generaron en las empresas las nuevas restricciones a las importaciones y la suba de los dólares paralelos, entre otros factores que redundaron en remarcaciones “de cobertura”.

Según la consultora LCG, que dirige Guido Lorenzo, en la primera semana de julio la suba de precios de alimentos y bebidas fue de 2,5 por ciento contra la semana anterior. Si bien es una suba de magnitud, no difiere de otras primeras semanas de meses anteriores, como fue la primera de junio (2,8 por ciento) y la de mayo (2,5 por ciento). Sí es llamativo que el 34 por ciento de los productos relevados tuvo un aumento en la última semana, un porcentaje mayor que el de los últimos 22 meses. Es decir que 1 de cada 3 productos actualizó su precio en la semana. Lácteos y panificados despuntaron con los mayores aumentos.

Para el año, las proyecciones de mercado estiman una inflación de 76 por ciento. Esto es más de 40 puntos porcentuales por encima de la primera estimación oficial del año (33 por ciento), cuando el Gobierno no contaba entre sus variables la escalada de precios internacionales de energía y alimentos producto de la guerra.