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Karina Milei, entre la jefatura absoluta y el riesgo de convertirse en el talón de Aquiles del Gobierno

Karina Milei, secretaria general de la Presidencia, en el centro de casos de corrupción.

Karina Milei, secretaria general de la Presidencia, en el centro de casos de corrupción.

Karina Milei atraviesa el momento más delicado desde que su hermano llegó a la Casa Rosada. El escándalo de los audios de Diego Spagnuolo, exdirector de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), la puso en el centro de la tormenta y confirmó lo que en Balcarce 50 muchos intuían en voz baja: el poder absoluto que la hermana del Presidente ejerce en el Gobierno la convierte también en su talón de Aquiles. A la crisis por la fallida criptomoneda $LIBRA, que ya la dejó formalmente apuntada en Comodoro Py, se suma ahora una denuncia por presuntos pedidos de coimas en la compra de medicamentos para personas con discapacidad, en la que su nombre vuelve a aparecer.

Spagnuolo no era un funcionario más: era el abogado de Javier Milei, amigo personal y habitué de los domingos de ópera en Olivos. En diciembre de 2023, el Presidente lo había ubicado en la Andis con la misión de blindar un área sensible. Pero su salida terminó siendo caótica. En audios difundidos por el streaming Carnaval, una voz atribuida a él habla de retornos de hasta 800 mil dólares mensuales que, según el relato, tenían como destino a Karina y a Eduardo “Lule” Menem. Allí también asegura haber advertido al propio Presidente: “Están choreando, te podés hacer el boludo, pero no me tiren a mí este fardo. Si llega a haber algún quilombo y no me cuidan, tengo todos los WhatsApp de Karina”. El mecanismo descripto incluía a la droguería Suizo Argentina como intermediaria y señalaba a Martín Menem, primo de Lule y presidente de la Cámara de Diputados, como otro eslabón de la cadena, consignó el portal ElDiarioAr.

Según pudo saber el portal ElDiarioAr, durante varias horas, la Casa Rosada intentó convencer a Spagnuolo de renunciar en buenos términos. No lo consiguió y terminó desplazado por decreto junto a su segundo, Daniel María Garbellini. Nadie en el oficialismo admitió que los audios fueran auténticos, pero la medida fue suficiente para dejar expuesto el costo político. El expediente judicial quedó en manos del fiscal Franco Picardi, tras la denuncia presentada por Gregorio Dalbón, con Karina, Lule y la Suizo Argentina en la lista de acusados.

En paralelo, en Balcarce 50 se tejió un relato para proteger a los Milei. Funcionarios aseguraban que Karina estaba enemistada con Spagnuolo —se habló incluso de supuestas aspiraciones electorales que ella le habría bloqueado— y negaban que el Presidente estuviera al tanto de la operatoria. Hubo incluso quienes llegaron a decir que Spagnuolo estaba “desaparecido” o que le habían sugerido bajar el perfil por unos días. Pero la Justicia ya lo encontró y le secuestró el celular, lo que abre un nuevo frente de incertidumbre: nadie sabe todavía si quedan más grabaciones por aparecer, capaces de complicar aún más a la hermana presidencial.

Es que en el oficialismo todos se despegaron del exdirector del Andis. Nadie lo apadrina ni reivindica su gestión, pese a que fue de los funcionarios más cercanos a Milei y uno de los que más visitó la quinta de Olivos. En privado lo describen como “mitómano” e “incapaz” y remarcan que sus explicaciones posteriores a la filtración fueron contradictorias: primero dijo que los audios eran una edición con inteligencia artificial, después que le habían pinchado el teléfono, y finalmente dejó de contestar llamadas, resaltó el portal ElDiarioAr.

Al mismo tiempo, crecieron las sospechas internas sobre el origen de la filtración. En La Libertad Avanza apuntan a los diputados díscolos de “Coherencia”, el flamante espacio que agrupa a Marcela Pagano, Carlos D’Alessandro, Gerardo González y Lourdes Arrieta, quien viene de realizar una denuncia explosiva ante la Bicameral de Inteligencia. Algunos recuerdan que esa misma noche el puntano D’Alessandro participó del streaming Carnaval —donde se difundieron los audios— y que Pagano ya había sido señalada meses atrás como responsable de la filtración de otra grabación, en ese caso de Martín Menem. Su pareja es el abogado y empresario de medios Franco Bindi, con vínculos en Comodoro Py y una historia cruzada con los servicios de inteligencia y el aparato mediático kirchnerista. Para los leales al “triángulo de hierro”, la operatoria lleva “marca registrada” de ese sector rebelde.

Con sello karinista

El caso Spagnuolo se suma a otros frentes en los que el nombre de Karina aparece involucrado. El primero fue la denuncia por la supuesta venta de candidaturas en 2023. Varios dirigentes de La Libertad Avanza señalaron que se pedían aportes económicos para integrar las listas. La versión oficial apuntó contra Carlos Kikuchi, entonces jefe de campaña, que terminó eyectado. En el mileísmo, sin embargo, siempre se repitió que Kikuchi fue el fusible para cubrir a la verdadera responsable del armado: “El Jefe”.

El segundo capítulo es $LIBRA, la criptoestafa que ya derivó en la imputación formal de Karina Milei. Ella figura en la carta de intención firmada con Cube Exchange, en registros de visitas en Casa Rosada y en reuniones con Hayden Davis, el promotor norteamericano del token, y Mauricio Novelli, el trader argentino que lo introdujo en el Gobierno. En los tribunales circula incluso la versión de que fue ella quien eligió el nombre de la moneda. Davis y Novelli querían llamarla “Libertad”, pero Karina lo habría descartado por demasiado obvio y sugirió “Libra”, el signo zodiacal de su hermano. A eso se suman los mensajes filtrados de Davis, con frases explosivas como: “Le mando plata a su hermana y él firma lo que quiero”.

Un tercer frente involucra al Banco Nación. Allí, la empresa Tech Security SRL, ligada a Martín Menem, fue preadjudicada en julio para brindar servicios de seguridad en la sede central y otras dependencias de la entidad por un monto cercano a $4000 millones, con una duración de 24 meses y posibilidad de renovaciones. Aunque el presidente de la Cámara de Diputados se desprendió de sus acciones a fines de 2023, antes de asumir como diputado, la firma quedó en manos de sus hermanos Adrián y Fernando. El contrato, todavía sujeto a impugnaciones, generó suspicacias: Tech Security ya había sido proveedora del Estado en gobiernos anteriores, pero esta vez el contrato se otorgó en el ámbito del Banco Nación, donde ocupa un rol clave Darío Wasserman, vicepresidente de la entidad y dirigente muy cercano a Karina Milei, publicó el portal ElDiarioAr.

En ese frente, la sociedad política con su esposa es evidente. Wasserman es la pareja de Pilar Ramírez, la principal armadora de Karina en la Ciudad. Además de vice del Banco Nación, es un desarrollador inmobiliario con vínculos sólidos con el poder y una caja propia: condujo la aseguradora Garantizar durante el gobierno de Macri, bajo la órbita de Francisco “Pancho” Cabrera, y en 2021 consiguió un convenio urbanístico que le permitió duplicar la superficie constructiva de una torre en Arcos al 1800, con una ganancia estimada en 10 millones de dólares.

En definitiva, los cuatro casos mencionados dibujan un patrón claro. Más allá de lo que la Justicia pueda probar, el poder de Karina se percibe como inseparable de cajas negras y mecanismos de recaudación. Su rol como “El Jefe” del dispositivo libertario, la que filtra reuniones, controla nombramientos, maneja la agenda y decide sobre la vida interna del Gobierno, se mezcla con acusaciones cada vez más pesadas. La paradoja es que lo que le permitió a Javier Milei construir un mando vertical e inapelable hoy amenaza con convertirse en su punto más débil.

El contraste con el discurso anticasta es brutal. Milei prometió terminar con la corrupción, los privilegios y la política de retornos. Pero ahora es su hermana la que concentra todas las denuncias. En el Congreso, la oposición ya convirtió a Karina en su blanco predilecto: la nombran en cada sesión, la interpelan sin que ella responda, la investigan en la Justicia. La centralidad que Milei siempre le reconoció (“sin ella no podría gobernar”) se volvió, de golpe, su mayor fragilidad. Y el timing no podría ser peor: un año electoral en el que la imagen de Karina, blindada hasta ahora, aparece como la grieta por donde el poder libertario comienza a resquebrajarse.

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