Otro caso de sicariato impune en Entre Ríos

Triple crimen: sin pruebas contra el único acusado

Edición
1164

A casi cinco años del asesinato múltiple de narcos que conmocionó a Paraná, la investigación sigue chocada contra el silencio del entorno de las víctimas y el nivel de una organización que demostró que puede matar a tres personas sin dejar rastros. El único imputado queda afuera de la causa tras caerse los indicios endebles que lo habían dejado en el centro de las sospechas.

José Amado

Cerca del quinto aniversario del brutal ajuste de cuentas en el narcotráfico con el triple crimen ocurrido en calle Las Camelias de Paraná, el único imputado está más cerca de quedar desvinculado. Los indicios que apuntaban contra Ramiro “Pañal” Colman, un joven con condenas por hechos violentos relacionados a la venta de drogas, perdieron fuerza al contradecirse con otras pruebas. El homicidio de Cristian Barreto, Germán Herlein y Leonardo Morales pasó de tener decenas de sospechosos a ninguno. Cientos de fojas del legajo de investigación reflejan las múltiples medidas adoptadas en diferentes hipótesis, que finalmente no conducían a ninguna certeza. El caso, como otros perpetrados por sicarios profesionales en Entre Ríos, queda impune. El mismo destino que pareciera tener otro brutal ataque de sicarios, el que tuvo como víctima a Gustavo Barrientos en 2023. La llave del esclarecimiento la tuvieron siempre los mismos familiares de las víctimas (uno de ellos sobreviviente del ataque), pero eligieron el silencio.

Era un domingo de asado familiar en la casa de Cristian Barreto, donde estaban su hermano Víctor, el socio de ambos Germán Herlein, el joven que estaban iniciando en el mercado de la droga, Leonardo Morales, y varios parientes que se distendían en aquella jornada primaveral. Tras la sobremesa, los cuatro se apartaron para hablar del negocio. Salieron a la vereda y cruzaron la calle de ripio para ubicarse a la sombra de un árbol. La secuencia posterior se viralizó por un video en las redes sociales: apareció la moto con dos hombres, el acompañante disparó en movimiento con la mano derecha e impactó a dos de las víctimas. Se bajó, ejecutó con balazos en la espalda y remató con un tiro en la cabeza a Herlein y a Morales, quienes quedaron boca abajo sobre el césped. Los hermanos Barreto salieron corriendo. El conductor de la moto giró y el tirador volvió a subirse para perseguirlos Víctor había tropezado, dejó una ojota en una zanja, y dijo después que eso lo salvó porque las balas le pasaron por arriba. Luego corrió en dirección hacia un baldío. Los asesinos prefirieron ir a cazar a Cristian, quien corrió hacia calle Ovidio Lagos, pero mientras cruzaba un auto con dos hombres a bordo lo atropelló. Se levantó y se metió por la entrada de una cochera hacia el fondo de una casa. El asesino lo siguió y le disparaba: un balazo impactó en su espalda. La víctima cayó boca abajo, debajo de un techo en la parte de atrás de la vivienda donde intentaba refugiarse, al lado de un utilitario Renault Kangoo, que quedó agujereado por la ráfaga de tiros. También recibió el tiro de gracia en la nuca.

La investigación a cargo del fiscal Martín Wasinger y la División Homicidios de la Policía comenzó frenéticamente detrás de quienes se sospechaba que tenían la capacidad operativa y financiera para semejante tarea. A su vez, comenzaba una carrera para ver si la Justicia llegaba antes que la venganza. Pero ni unos ni otros alcanzaron a los autores de la masacre, ni a sus instigadores.Si bien se registraron movimientos del entorno de los Barretto y circularon frases como “ya la van a pagar” y “esto no va a quedar así”, afortunadamente no fueron más allá.Víctor Barretto dijo que él no iba a colaborar con la investigación, decía que lo iba arreglar a su manera, aunque al parecer solo se fue de Paraná y dejó las cosas como estaban. Este sobreviviente del ataque es el que sabe quién estuvo detrás del plan criminal. Porque además sabe por qué: un ajuste de cuentas del mercado de drogas por una maniobra sin códigos que enojó a alguien a quien conoce bien. Pero ni ver el cuerpo ensangrentado de su hermano lo convenció a hablar. Ni siquiera quiso aportar la clave de su celular IPhone para que los investigadores encuentren allí las pistas. Tampoco su cuñada, la viuda de Cristian, quiso aportar nada para llevar a la cárcel a los que mataron a sangre fría a su pareja y padre de su hija. “Esto es parte del negocio”, decían con una naturalidad pavorosa. Lo único que Víctor aportó fue para que la Fiscalía descarte una hipótesis: “Yo sé que ustedes van a pensar que fue Petaco Barrientos, pero él no tiene nada que ver”, aseguró esa misma tarde. Una y otra vez lo buscaba la Policía o lo llamaba el fiscal, pero insistía en que no hablaría, hasta que se le perdió el rastro.

Ramiro Gabriel Colman apareció en el caso tanto a partir de algunos indicios o casualidades que se reunieron en la causa, como por su vínculo con uno de los sospechosos de siempre en este tipo de hechos, Germán Velázquez.

“Pañal” es nacido y criado en el Paraná V, vivió allí con sus abuelos, y también residió unos años en Santa Fe. Era uno de los protagonistas de robos y tiroteos en ese barrio desde que era adolescente. Tiempo atrás, integraba la Barra Fuerte del Club Patronato. Fue uno de los involucrados en la golpiza que le dieron a un grupo de chicos de una escuela de fútbol infantil de un club de Strobel durante un partido de Primera División en el estadio Grella, en noviembre de 2017. Tuvo dos causas por las que fue condenado a tres años de prisión efectiva, primero en 2017 y luego al año siguiente: una fue por un asalto ocurrido el 24 de agosto de ese año cuando entró a una casa junto a un cómplice, donde golpearon a una familia y se llevó unos 3.000 pesos. La otra fue un ataque a balazos a una persona, a quien le provocó heridas graves.En un juicio abreviado acordó la pena que cumplió en la cárcel, hasta que logró la libertad condicional: salió el 4 de noviembre de 2020. Este es el primer dato que llamó la atención a los investigadores del triple crimen: su regreso a la calle sucedió el día antes que el ingreso a Paraná a través del túnel subfluvial del auto Renault Kwid utilizado en la operación del triple crimen. Este auto había sido robado en Rosario y llegó a la capital provincial el 5 de noviembre, 10 días antes del asesinato múltiple. Era el vehículo que chocó a Cristian Barreto cuando intentaba escapar por calle Ovidio Lagos, y unas horas después apareció incendiado en calle Supremo Entrerriano.

 

(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1164, del día 18 de septiembre de 2025)

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