
Álvaro Gabás
En política, el “pato rengo” es aquel gobernante que, aunque mantiene el poder formal, ha perdido la capacidad real de decisión, de conducción y de influencia sobre la agenda pública. Rogelio Frigerio encarna este síndrome en Entre Ríos desde el inicio de su mandato, y lo profundiza día tras día.
El gobernador eligió caminar a la sombra de Javier Milei. Renunció a construir un liderazgo propio en la Región Centro y desperdició la posibilidad de erigirse como referente federal. En lugar de eso, se subordinó a un proyecto autoritario y centralista que castiga a las provincias. Hoy, lejos del federalismo y sin margen político, Frigerio aparece reducido a un mero delegado del poder nacional.
La legitimidad de su gestión se erosiona rápidamente. Los últimos resultados electorales en la Provincia de Buenos Aires fueron un golpe de realidad: la sociedad ya expresa un claro rechazo al modelo de ajuste y exclusión de Milei. Y Frigerio, aunque con otras formas retóricas, aplicó la misma receta en Entre Ríos.
El saldo está a la vista:
• Ajuste fiscal brutal que paralizó la obra pública y caída del salario real.
• Desmantelamiento de la salud (Iosper) y degradación de la educación.
• Endeudamiento provincial que hipoteca el futuro.
• Ausencia total de políticas de compensación social.
• Una elocuente indiferencia a las necesidades de los entrerrianos.
El resultado: un gobernador debilitado, atrapado en la lógica del sometimiento, sin capacidad de reacción. La alianza con La Libertad Avanza no muestra futuro, carece de signos vitales y evidencia más subordinación que estrategia.
Por primera vez, un gobernador entrerriano llega a la antesala de las elecciones de medio término con el “síndrome del pato rengo” instalado en su propia gestión. Frigerio gobierna con poder formal, pero con un poder político socavado.
(*) Gabás es contador y magister, referente del Centro de Estudios de Desarrollo Macroeconómicos (CEDMA)