Güemes de Santiago del Estero ante Social y Deportivo Achirense, allá por junio de 2019.
El 24 de junio de 2019 se escribió una de las tantas historias negras del ascenso del fútbol argentino. Güemes de Santiago del Estero (hoy en Primera Nacional) recibía por la segunda final por uno de los custro ascensos que otorgaba el Torneo Regional Amateur al Federal a Social y Deportivo Achirense (Colonia Las Achiras, Liga Departamental de Colón).
Los entrerrianos se habían quedado con el duelo de ida al vencer 2 a 1, pero en la revancha nada pudieron hacer. No porque el rival haya sido astuto, explosivo e invencible. En el arranque mismo del partido el juez Guido Medina le dio al local un penal inexistente, que desaprovecharon los santiagueños. Luego llegó una tarjeta roja visitante y un gol en posición adelantada del local. El 3 a 0 marcó la impotencia de los entrerrianos. Pero no todo terminó allí. Achirense hizo el reclamo por el pésimo arbitraje y pidió impugnar dicho match. ¿Resultado? El Consejo Federal de AFA no dio a lugar al pedido. Además, el club, por un tiempo marginado de los certámenes nacionales.
Uno de los tantos antecedentes que lamentablemente describen que la impunidad en el fútbol no es de hoy. La frase “que caro nos salió ser campeones del mundo” resuena como argumento del libre albedrío que se observa en encuentros definitorios y con elencos directa o indirectamente ligado al poder afista.
Ante el silencio dirigencial, aquellas voces opositoras a los mandamases de AFA son o escrachadas en redes o reciben distintas sanciones. Es triste lo que pasó con Gimnasia de Jujuy ante Deportivo Madryn (donde incluso un juez desestimó la supuesta amenaza al árbitro Comesaña) o Deportivo Madryn-Deportivo Morón o Barracas-San Lorenzo.
¿Hay solución? En el país de los campeones del mundo y donde hasta el propio Lionel Messi se sube al poder “ascendiendo” a Primera C sin pasar a su equipo por la ex Primera D (Leones FC de Rosario), queda claro que poco se puede hacer.
El fanatismo de los hinchas no deja ver lo que pasa. El poder omnipotente de AFA hoy es tremendo. Así como alguna vez lo padeció Achirense, hoy lo sufren otros equipos.
Ante tanto potrero y pasión, el negocio del ladrón.



