(Por Manuel Lazo, especial para ANALISIS DIGITAL)

El canto del juglar del nuevo tiempo, está llamado a pervivir porque se sostiene en la fuerza de miles de personas que se sienten contadas en su garganta, tal como lo mandaba otro gran correntino, el poeta Franklin Rúveda, creador entre otras obras de Contorno Correntino.

Mario Bofill llegará éste sábado a Paraná para cantar en el Teatro 3 de Febrero. Como ocurre en todas sus presentaciones, su mensaje desatará la emoción hasta alcanzar el cristal salino de las lágrimas, pero también, con su lenguaje de país interior, dibujará sonrisas con sus historias que son también las nuestras.

Decir que Mario Bofill, un artista inmenso con décadas de trayectoria, estará por primera vez en Paraná en el Teatro 3 de Febrero, resume casi todo. Sin embargo, y a pesar de ésta incomprensible realidad, hay que señalar también que el cantor de Loreto, Corrientes, sostiene un romance con miles de entrerrianos desde hace décadas. Ha sido nuestro Norte, allí donde el Montiel se hermana con el Payubre, donde su canto se hizo el canto de todos cuando todavía su obra no había alcanzado difusión nacional y los títulos de sus canciones, tan ocurrentes como las actuales, eran “Encajale sí” o “El despaletau”.

A Mario Bofill, un artista que no para de crear y de conmover con sus canciones testimoniales, se le debe reconocer el mérito de no haber claudicado jamás en su objetivo de sostener su canto en estado de pureza. Como lo advirtiera la sentencia Yupanquiana, el correntino se impuso a las adversidades, al mal físico que lo alejó sólo temporariamente de los escenarios, vive humildemente y su mundo es el Litoral colorido de memorias del Guarán y de la tierra sin mal.

Mario Bofill avanzó como tantos otros chamameceros por sobre la burla de los sectores “ilustrados” que, como bien lo definiera el Sacerdote y poeta Julián Zini, etiquetaron al chamamé como una “cosa de menchos, guarangada”. Bofill no se quejó jamás de tanta negación y siguió desde sus firmes convicciones contando las cosas de su gente y modelándolas en una expresión artística que puja desde su raíz para cobrar altura. Que el Festival de Cosquín no lo haya distinguido nunca como consagración, no le restó fuerzas a un cantor que a pura coherencia y honestidad intelectual, logró sin embargo que el año pasado se lo reconociera con el premio Atahualpa como figura del año en el género folklórico.

Mario Bofill hunde su mensaje en las realidades ignoradas del país interior y su poesía es una pintura en cuya amalgama se exaltan las vivencias de un pueblo que lo ha elegido para traducirlo.

El sábado, Mario Bofill creará en el Teatro 3 de Febrero, esos climas intimistas que atrapan y que al concluir nos dejan pensando en cuánto de cada uno de nosotros hay en esas historias relatadas y cantadas.