Por Luis María Serroels (*)

A un especialista en derecho constitucional y a una abogada exitosa, se les escapó la tortuga en su afán de hacer un nuevo andamiaje para el sistema judicial a gusto. Siempre se supo desde el  arranque (mayo de 2019) que lo prioritario y trascendente del kirchnerismo era hacer zafar de la cárcel a Cristina Fernández, quien hilvana graves delitos y que sólo se escabulle mediante el ardid de los fueros.

No hay forma de modificar ni un ápice la Carta Magna sin que medien los mecanismos propios de este contrato sagrado e irremplazable. Presidente,  vicepresidenta y sea cualquier persona que se arrogue una autoridad por encima de la Ley Suprema,  se convierten en traidores a la Patria (Artículo 29º).

Atreverse a consagrar, modificar o derogar una norma jurídica mediante una ley, es ilegitimo desde donde se lo observe. Sólo una Convención con todos los tramos que deben darse, garantizan la libertad, la igualdad y la paz.

Cuando este periodista ya estaba cursando el segundo año del secundario,  el profesor de Educación Democrática ya nos ilustraba sobre la Constitución Nacional. Es la Ley Suprema y ninguna otra está por encima de ella.

Da la impresión de que el Presidente de la Nación recién pareciera aterrizar en la plataforma de la República, quedando enredado en una maraña de equívocos y hasta situaciones ridículas.

Si se tiene en cuenta que Cristina Fernández selló su doble mandato presidencial y además se aferró a los fueros de legisladores nacionales sin interrupción, queda claro que cuanto más lejos de los tribunales y de los jueces, más mansas serán las aguas del kirchnerismo.

La señal de TV oficialista K brindaba por la detención de un par de ex funcionarios del macrismo, pero no se enteraba de largas listas de empresarios especialistas en el arte de coimear, volcándola en una libreta muy ordenada. Ese canal del que se habla, nunca se enteraba de las decenas de operaciones del molde de Julio De Vido y José López. Y además estos editorialistas del silencio cuando conviene, hacen vista gorda al momento de cambiar de domicilios en diversos penales. No olvidar a su señero falto de libertad por corrupción, Ricardo Jaime, en una larga nómina con sello K.

Si en una sola de varias causas abiertas a Lázaro Báez podrían caberle 12 años de prisión, ¿cuántos más le podrían caber a quien se sindique como líder de la organización?  

Parece increíble que Cristina Fernández decidiera denunciar a la empresa Google para lavar ofensas, sin preocuparle que tarde o temprano deberá  lavar los pecados de lesa inmoralidad que tapizaron su historia negra.

Cuando la actual vicepresidenta dice que no hay argentino más impune que Mauricio Macri, corre el riesgo de que le crezca la nariz como a Pinocho. Un caso claro y escandaloso de salvataje al estilo del “fernandismo” para regalarle al multi acusado Sergio Urribarri una embajada,  mediando un curso acelerado que le sirva para asegurar su necesaria inmunidad.    

Entre tantos ilustres especialistas en derecho constitucional y magistrados actuales y con carreras ya terminadas, hay argumentos de sobra para descabezar una maniobra que murió antes de nacer. El ya retirado camarista del Poder Judicial entrerriano,  Felipe Celli, nos da sobrados elementos para desmoronar lo que ha sido un manotazo de ahogado. “Lo único que busca este engendro de reforma judicial es la impunidad”, dice el hombre de derecho.

En declaraciones al programa A Quien Corresponda (Radio de la Plaza), dijo que se trataba de “un mandadero de esta señora nefasta que saqueó al país durante 12 años, avasalló las instituciones, a quien la opinión del periodismo le molesta, porque no acepta críticas y no daba conferencias de prensa (…) una enferma que ha saqueado el país con la banda armada por su esposo y ex presidente”.

Siguió diciendo que “si hay algo positivo en esto, es que la gente mayoritariamente va tomando consciencia de estos atropellos y pacíficamente está empezando a manifestarse en la calle con movilizaciones, como se vio en el caso de Vicentín”.

Celli abogó para “que la Corte también se ponga los pantalones largos y se le plante al Consejo de la Magistratura, que está hecho a la medida de esta señora, que no tiene ningún prurito en avasallar lo que signifique un freno para lograr lo único que le importa, que no es el país, sino la impunidad y la de sus hijos”.

En otro orden, el ex camarista señaló que “otra cosa gravísima que están gestando es la destitución del procurador de la Nación, Eduardo Casals, que es un hombre de una probidad extraordinaria y un excelente funcionario, y como no lo van a poder torcer de ninguna forma lo quieren voltear inventando causas”.

Cristina Fernández está involucrada en 11 procesamientos y esto es un caso muy difícil de disimular.

Los que algunos creen ver en Cristina Fernández como alarde de patriotismo desbordante  frente al altar de la argentinidad, no es otra cosa que la vía para hacerse millonaria muy fácilmente a merced del erario público (los que aportan esforzadamente a las arcas del Estado). Cuánta impunidad y cuánta paciencia se requiere para cristalizar una obra de arte de la corrupción, y saber  tejer una telaraña de la mejor seda.

¿Y cierto sector de la justicia federal, qué ha hecho? ¿Cuánto tiempo se ha insumido? ¿Cuántos juzgados permitieron ser  tomados de pelo? ¿Cuántos debieron sufrir el desprecio de su ex primera mandataria, mientras se las arreglaba para seguir ostentando el vergonzoso privilegio de eludir la ley?

Es muy útil revisar el listado de cargos electivos sin solución de continuidad que le permitieron gozar de absoluta seguridad y tranquilidad ante el Poder Judicial.

Presidente desde 2007 a 2015; vicepresidente desde 2019 a la actualidad; senadora nacional desde 2001 a 2005 y 2017 a 2019; Primera Dama desde 2003 a 2007; diputada nacional desde 1997 a 2001; convencional constituyente en 1994.

El diputado nacional Fernando Iglesias le recordó al titular de esa Cámara, Sergio Massa, que quería ser Presidente de la Nación para luchar contra la corrupción y no le tenía miedo a nada. Hoy está aliado con CFK sabiendo que ella tiene cinco prisiones preventivas, una refrendada por la Corte y no pasó ni un día privada de libertad. Cuando Milagro Sala admite que sin la reforma judicial será imposible salir en libertad, “a confesión de parte, relevo de pruebas”.

Mire si no vale la pena guarecerse  bajo el paraguas de los fueros.  

(*)  Especial para ANALISIS