Por Coni Cherep (*)
Los que lo rodean no saben cómo abordarlo. Omar Perotti transitó la semana post elecciones, con un ánimo cambiante: Gritó mucho, ordenó insultando a los que peores resultados obtuvieron y en las pocas “salidas” por los pasillos, se lo vió con los ojos hinchados de llorar. Ya anticipó que no asumirá su banca en diputados, y espera que un triunfo de Massa le ofrezca una salida elegante. Dijo que quiere «escribir» y asegura que no en Santa Fe.
La derrota del peronismo santafesino todavía no sale de la primera etapa del duelo: La negación. Para el gobernador la derrota es culpa de otros. Así lo dejó caer en una única entrevista que le concedió a su amiga María Herminia Grande. Después, todo fue silencio.
Para el rafaelino, las culpas se reparten entre Lewandoski, que demoró en salir, Roberto Mirabella, porque no “jugó”, y muestra los números de algunos departamentos donde se alzó con la victoria en la categoria diputados, para decir «que faltó compromiso de algunos senadores». Nunca se hace cargo de la parte que le corresponde, como si no fuera la más importante de todas.
La derrota, a pesar de su intento por despegarse, no le dejó argumento: no sólo que perdió con Clara García en diputados, sino que sacó menos votos que el candidato a Gobernador. Sin embargo, insiste con señalar a los demás.
“No entiende que perdió él. Que la gente votó en contra de su gestión y de su persona. No lo entiende. Se lo decís y enfurece. No lo acepta”
El tiempo le irá mostrando a Perotti que su futuro político es prácticamente nulo. Según trascendió, esperará los resultados nacionales y la pírrica ilusión de un triunfo de Sergio Massa, para pensar un salvoconducto «elegante». En su imaginario está una salida al exterior, en forma de Embajada. “Si no se irá por las suyas un par de años, no puede quedarse acá”, dice un dirigente del peronismo que no oculta su fastidio.
Pero esto recién empieza.
A Perotti le esperan varios escalones complejos antes de terminar el mandato. Mientras por la vida de decretos (todos anulables) intenta dejar en planta a la mayor cantidad de amigos posibles, el horizonte lo enfrenta a su peor fantasma: que las cuentas públicas dejen en evidencia su falta de capacidad para administrar con responsabilidad el Estado, su despilfarro en gastos publicitarios (más de 3.000.000.000 de pesos, sólo en 2023) y un reguero de pruebas que pueden comprometerlo judicialmente.
Las causas abiertas del Juego on line, espionaje y compra ilegal de armas, pueden trepar hasta alcanzarlo. Ya no hay senado, ni jueces que le teman. Ya no hay fiscales del MPA asustados por las consecuencias de sus decisiones. Ya no habrá escudo mediático que lo salve. En los medios que regó de dinero ya suenan las campanas de su ocaso y se escucha la frase “Muerto el Rey, Viva el Rey”.
Y Perotti aún no cae en la cuenta de los números del domingo en las urnas: no le quedaron correlaciones de fuerza para negociar nada con el próximo gobierno.
Así las cosas, el gobernador encaró la semana con mucho mal humor, maltratando a sus hombres y mujeres más cercanos, y dejándose ver en los pasillos que unen a su despacho con las dos escaleras, con ojos extraviados y rojos. “Tuvo un par de ataques de llanto”, dice un testigo calificado.
A esta negación, le seguirán la ira de los otros que no le perdonan el daño. Luego, la depresión de la realidad. Y finalmente la aceptación.
Entonces Perotti espera estar lejos. A miles de kilómetros de Santa Fe, afuera de su banca de diputados, a la que sólo lo une su eventual necesidad de fueros.
(*) Periodista – Publicado en conicherep.com