Qué dice el Papa Francisco a los negacionistas del cambio climático

Cambio climático.

Cambio climático.

Por Guillermo Marcó (*)

 

Este 30 de noviembre comenzó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) que se realiza en Dubái (Emiratos Árabes), donde jefes de Estado y líderes mundiales se reúnen para acordar políticas que limiten el aumento de la temperatura global y los impactos socioambientales, derivados de los modos de producción industrial.

El Papa Francisco tenía toda la intención de ir, pero una nueva bronquitis infecciosa de la que se está recuperando lo retuvo en el Vaticano, y sin duda, las grandes potencias respirarán aliviadas por su ausencia. El Papa publicó hace ocho años la Encíclica “Laudato si”, Alabado seas… utilizando las primeras palabras del cántico de las criaturas de San Francisco de Asís. Escribió hace poco la continuación de este documento: Exhortación Apostólica Laudate Deum. A su inicio nos decía: “Quise compartir con todos ustedes, hermanas y hermanos de nuestro sufrido planeta, mis más sentidas preocupaciones sobre el cuidado de la casa común. Pero con el paso del tiempo advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre. Más allá de esta posibilidad, es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas. Sentiremos sus efectos en los ámbitos de la salud, las fuentes de trabajo, el acceso a los recursos, la vivienda, las migraciones forzadas, etc”.

Podemos ser negacionistas sobre el cambio climático, pero está a la vuelta de la esquina. La cantante estadounidense Taylor Swift suspendió su segundo show en Rio de Janeiro debido a “temperaturas extremas”, luego de que en la víspera una fan falleciera durante la primera de las seis presentaciones previstas en Brasil.

Brasil atraviesa una intensa ola de calor y Río de Janeiro registró temperaturas superiores a los 40 grados en los últimos días, con una sensación térmica que llegó a los 59 grados en algunas zonas de la ciudad.

Y continúa diciendo el Papa: “Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes. Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos. Es verdad que no cabe atribuir de modo habitual cada catástrofe concreta al cambio climático global. Sin embargo, sí es verificable que determinados cambios en el clima provocados por la humanidad aumentan notablemente la probabilidad de fenómenos extremos cada vez más frecuentes e intensos. Por eso sabemos que cada vez que aumente la temperatura global en 0,5 grados centígrados, aumentarán también la intensidad y la frecuencia de grandes lluvias y aluviones en algunas zonas, sequías severas en otras, calores extremos en ciertas regiones y grandes nevadas en otras. Si hasta ahora podíamos tener olas de calor algunas veces al año, ¿qué pasaría con un aumento de la temperatura global de 1,5 grados centígrados, del cual estamos cerca? Esas olas de calor serán mucho más frecuentes y con mayor intensidad. Si llega a superar los 2 grados, se derretirían totalmente las capas de hielo de Groenlandia y de buena parte de la Antártida, con enormes y gravísimas consecuencias para todos”.

En el primer día del Congreso los delegados reunidos en Dubai ultimaron el jueves la puesta en marcha de un fondo que ayudará a compensar a los países vulnerables que luchan por hacer frente a las pérdidas y daños causados por el calentamiento global, un gran avance en el primer día de la COP28. El fondo es una vieja reivindicación de los países en desarrollo, que están en primera línea del impacto del cambio climático y afrontan el coste de la devastación causada por fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes, como sequías, inundaciones y la subida del nivel del mar, que tiene su origen en la concentración atmosférica de gases de efectos invernadero, que generan el calentamiento global, y que en su inmensa mayoría ha sido provocada por los países más desarrollados.

Tras varios años de intensas negociaciones en las reuniones anuales de la ONU sobre el clima, las naciones desarrolladas manifestaron su apoyo a la necesidad de crear el fondo el año pasado durante la COP27 en Sharm el-Sheikh (Egipto).

Si bien esto es positivo, no alcanza para dimensionar el daño y reducir la emisión de gases que nos van a llevar a un suicidio planetario.

En la exhortación continúa diciendo Francisco: “Ya no se puede dudar del origen humano –antrópico- del cambio climático. Veamos por qué. La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, que por ese efecto provocan el calentamiento de la tierra, se mantuvo estable hasta el siglo XIX, por debajo de las 300 partes por millón en volumen. Pero a mediados de ese siglo, en coincidencia con el desarrollo industrial, comenzaron a crecer las emisiones. En los últimos cincuenta años el aumento se aceleró notablemente, como lo ha certificado el observatorio de Mauna Loa, que toma medidas diarias de dióxido de carbono desde el año 1958. Mientras escribía la Laudato si’ se alcanzó el máximo de la historia -400 partes por millón- hasta llegar en junio de 2023 a las 423 partes por millón. Más del 42% del total de las emisiones netas a partir del año 1850 se produjeron después de 1990″.

Simon Stiell, Secretario Ejecutivo de la Conferencia, advirtió que el mundo camina demasiado despacio ante una crisis planetaria aterradora que exige una acción audaz ya.

“Estamos dando pasos de bebé y demasiado lentos a la hora de encontrar las mejores respuestas a los complejos impactos climáticos a los que nos enfrentamos”, dijo a los delegados reunidos.

La advertencia se produjo pocas horas después de que la Organización Meteorológica Mundial (OMM), emitiera un informe provisional en el que afirmaba que durante 2023 se han batido de nuevo récords climáticos acompañados de un tiempo extremo que ha dejado un rastro de devastación y desesperación. Parece que nadie quiere ponerle el cascabel al gato.

Cuando contemplamos los problemas del mundo, sentimos impotencia porque se escapan de nuestra posibilidad de hacer algo, aunque sin duda, la conciencia ecológica, como la llamaba Juan Pablo II, que atañe al uso de las cosas en el mundo que nos rodea, debería ser esencial para guiar nuestra conducta moral.

 

(*) Guillermo Marcó es sacerdote católico y esta columna de Opinión fue publicada originalmente en el portal de Infobae.

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