Murió otro represor: se trata de Guillermo Suárez Mason, uno de los símbolos de la dictadura

El ex general Guillermo Suárez Mason, uno de los hombres que más peso tuvo en la represión desatada a comienzos de 1976 por la dictadura militar, falleció esta mañana, a los 81 años, a causa de un paro cardíaco. Su fallecimiento se produjo en una cárcel común, donde estaba recluido por distintas causas relacionadas con violaciones a los derechos humanos cometidas durante la última dictadura militar en el ámbito del Primer Cuerpo del Ejército. Suárez Mason era muy allegado a otros dos represores entrerrianos, como el coronel Manuel Alejandro Morelli y y el coronel Carlos Antonio Mateos, también fallecidos.

La confirmación de su muerte la dio su abogado, Adolfo Casaballe Elías. Anoche, el ex militar había sido intervenido quirúrgicamente de urgencia. Y esta mañana sufrió un paro cardíaco. El juez federal Daniel Rafecas se negó el mes pasado a excarcelar a Suárez Mason porque consideró que existía peligro concreto de que se fuguen.

Apodado “el carnicero de El Olimpo”, en referencia a uno de los centros clandestinos de detención de la dictadura, el ex general estaba preso por 254 secuestros y por la apropiación de hijos de desaparecidos. España, Italia y Alemania habían pedido su extradición por la desaparición forzosa y torturas a ciudadanos de esos países.

“Yo firmé entre 50 y 100 sentencias de muerte por día durante mucho tiempo”, le dijo a un representante diplomático estadounidense en 1979, según un documento desclasificado hace algunos meses en Washington. Esa frase, en boca de Carlos Guillermo Suárez Mason, era la de un hombre que se sabía dueño del destino de muchos otros. La dijo cuando era jefe del I Cuerpo del Ejército, cargo que ostentó entre 1976 y 1980. Eso a la luz del día. En las sombras, cuando participaba en los grupos de tareas, se hacía llamar “Pajarito” o “Sam”. También fue interventor de YPF.

Fue indultado en 1989 sin haber estado condenado. Pero el juez Claudio Bonadio primero y la Cámara Federal después declararon inconstitucional esa decisión del ex presidente Menem. No fue el único escarnio que le llegó con la democracia. Fanático de Argentinos Juniors, los socios de su amado club lo despojaron de su condición de socio en enero de 1999. No le sirvió de nada acercarse hasta la asamblea en la que se debatía el caso y hablar con algunos dirigentes: en una noche caldeada, debió irse por una ventana.

Más allá de las causas abiertas en la Argentina en su contra (estaba detenido por robo de bebés e investigado principalmente por la desaparición de una veintena de militantes montoneros) y de varias otras en el exterior (llegó a ser condenado en ausencia por violaciones a los derechos humanos en Italia) su otra preocupación era su salud. No tomaba alcohol y sus allegados aseguran que se destacaba por su frugalidad. Le alcanzó para vivir 81 años. Por su mano, muchos otros no tuvieron esa oportunidad.

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