Por Luis María Serroels,
(especial para ANALISIS DIGITAL

Salvadas estas perimidas costumbres y los entuertos domésticos, usted sabe muy bien que su labor consistirá en revertir una situación muy traumática. No hay razones para descreer de su capacidad e idoneidad para emprender una verdadera epopeya en instancias cruciales de la historia de una provincia sobre la cual, en 1782, Tomás de Rocamora vaticinó que sería “la mejor de esta América”.

Con las debidas disculpas y conociendo el temperamento de quien le entregará el mando, no creemos que él no haya tenido que ver en la conformación de su gabinete con dosis de nepotismo (restaurarle las incumbencias recortadas al vástago ministro no sonó nada bien). Usted será por cuatro años el jefe del gobierno en lugar de quien se va exhibiendo una impronta política y gestionaria plagada de yerros y autoritarismo. El método de integrar listas usado por Urribarri no descalifica en absoluto su triunfo, pero traduce el desprecio de su jefe político por la democracia interna. El descalabro financiero que deja le resta toda consideración.

Nuestras cinco décadas y media de profesión, no nos habilitan en absoluto para indicarle a ningún gobernante lo que debe hacer (obviamente lo incluímos a usted, que deberá adoptar grandes decisiones y llevar el barco a buen puerto con timón firme y bitácora segura). Por ello es que nos permitimos –porque aquí sí pasa a adquirir valor nuestra experiencia y la memoria antígua y reciente- sugerirle humildemente qué cosas no debería hacer si es que realmente no quiere parecerse a Sergio Urrtibarri, cuya pesada herencia será harto difícil de manejar.

En principio, amárrese a la Constitución Nacional, Provincial y toda legislación vigente, colóquese un candado y arroje la llave muy lejos de su alcance. De paso y pensando en voz alta, formulamos nuestra sorpresa parcial por la integración del gabinete, donde se observan reconocidas capacidades por un lado y por el otro un burdo borocotismo donde no aflora demasiada confianza. ¿Hacía falta semejante concesión para mantener mayoría en el Senado?

Si aún no ha podido conocer –y quizás le lleve bastante tiempo- el real estado de las finanzas provinciales y las ataduras de los débitos que condicionarán y complicarán su tarea, ordene auditorías en todos los niveles de la Administración Pública y organismos descentralizados y autárquicos, creando una comisión ad-hoc para producir un informe final veraz y transparente. Usted es Contador Público y no será sencillo embaucarlo y tampoco convencerlo de no enviar todo aquello con tufo raro a los órganos pertinentes, sin descartar el Poder Judicial.

Si alguien se dedicase a disimular los yerros anteriores para evitar denunciarlos, todo estará perdido. El añejo arte de la prestidigitación ha adquirido niveles inimaginados. Pero ningún genio se atrevería a ocultar las cuentas de un gobierno porque es imposible. Un sencillo arqueo las dejaría al descubierto y esto es lo que habrá que hacer. De lo contrario la ciudadanía echaría a rodar su siempre inagotable imaginación rociada con buenas dosis de suspicacia. Cada dato, cifra o desvío ilegal, si no se denuncia, se le terminará imputando a quien gobierna, no por acción sino por omisión. Que no le tiemble el pulso para afirmarse en la ley y la justicia.

Si el slogan “Cada día una obra más” es reemplazado por “Cada día un rojo más”, no tendrá que haber impunidad para nadie. Desde luego que primero deberá normalizar el Tribunal de Cuentas y la Tesorería retrotrayendo la situación al día en que Urribarri decidió en acuerdo consigo mismo, eludir el régimen de concurso ordenado por la carta entrerriana en su artículo 217º, reemplazado por su dedo multipropósitos.

Si habrá un auténtico federalismo, como cuestión sustancial e irrenunciable se deberá demandar al poder central todas las acreencias que jurídicamente corresponden y no andar mendigando lo que no es nuestro. Ni un peso más ni un peso menos. Su antecesor se deshacía en agradecimientos cuando cierto dinero le llegaba colateralmente desde la Casa Rosada, siendo que esos montos eran genuinamente de Entre Ríos (como el chico que le saca plata al padre para hacerle el regalo de cumpleaños).

Las relaciones con la Calle Balcarce 50 no deben apartarse de los límites que enmarcan una autonomía sólida e irrenunciable, sin caer en actitudes degradantes ni aceptar condiciones humillantes. Usted jamás aceptaría integrar una Comisión de Aplauso y Pleitesía con el poder central porque no está en sus principios y porque además nadie se lo podrá ordenar. No se haga adicto a los impuestazos y convierta a las paritarias en lo que deben ser, sin abusar de la condición de juez y parte del Poder Ejecutivo.

Tampoco deberá ceder a la tentación de manejar el Consejo de la Magistratura y usar comisiones de acuerdos prestas a obedecer órdenes autoritarias y carentes de equidad (el futuro Senado ya no tendrá una total hegemonía oficialista y las decisiones sobre nuevos magistrados no se manejarán en base a “sugerencias” de arriba).

No haga de los fondos para publicidad y propaganda oficial una herramienta para domesticar medios y comunicadores. Exhiba mensualmente el destino de los recursos para este rubro y –a diferencia de quien termina su gestión-, haga de las conferencias de prensa una práctica habitual (no se inocule el virus de la fobia-press).

No abundaremos en todas las leyes reglamentarias de preceptos constitucionales que faltan ser sancionadas según lo manda el articulo 62º del nuevo estatuto, pero valga citar aquellos referidos a la Defensoría del Pueblo, creación de un banco de la provincia para contribuír al desarrollo de sus sectores productivos y canalizar el ahorro público, establecimiento de normas precisas sobre defensa ambiental, vigencia de los concursos referidos a cargos en educación y salud y, especialmente, que los municipios puedan de una vez por todas dictar sus propias cartas orgánicas. Todo esto lleva siete años de atraso, siendo responsabilidad exclusiva de quien soñó con ser presidente y termina refugiándose en los fueros de una banca provincial.

Señor Bordet: destierre el menor atisbo de autoritarismo y todo indicio de relato falaz que termina destrozando por la realidad. Supere el amateurismo político del pasado reciente y el autoelogio desmedido que la vanidad suele instalar en muchos gobernantes. Conviva con los demás poderes y no se haga cargo de culpas y zafarranchos ajenos. Ayude todo lo que pueda pero también déjese ayudar, porque la tarea será de todos y la oposición no será su enemigo. No se exaspere frente a las críticas que puedan servirle. Relea las proclamas de Francisco Ramírez y José Gervasio Artigas y haga del diálogo con todo el mundo su principal instrumento de concertación, entendimiento y pacificación. La sociedad, siempre perceptiva, captará rápidamente su mensaje.

Alguien dijo una vez que “así como la guerra es el arte de destruír a los hombres, la política es el arte de engañarlos”. Señor Bordet: usted enfrentará en los próximos cuatro años el enorme desafío de demostrar que la segunda parte de esta afirmación es falsa. La expectativa es grande. La ilusión y la esperanza también.