Por Soledad Escoubué (*)

La iniciativa comienza luego de percibirse que varias personas de la comunidad del Hospital escribían de forma solitaria, que sobraban ganas de decir cosas y que sin embargo esos relatos quedaban en un rincón. Así nace la idea de conformar un grupo que acompañe esos escritos, que sea capaz de colectivizar una actividad que por excelencia es individual. Una idea que desafía a la lógica de “lo uno o lo otro” y que propone escribir con y sin gollete, individual y colectivamente, profesional y artesanalmente, diaria e inconstantemente, todo a la vez.

Un sobrio pasillo nos lleva hasta el lugar de creación. Con una luz tenue se pueden ver desde lejos distintas salas donde se llevan a cabo las actividades del Servicio de Terapia Ocupacional. El ruido de cacerolas y el aroma a salsa de tuco, son indicios de que el taller de cocina esta enfrente de la sala de escritores.

Una vez adentrados en el espacio, encontramos una mesa en el medio con sillas alrededor. Allí se sientan ellos, los escritores, para compartir cada miércoles sus relatos y hacerlos colectivos. Un rayo de luz que entra por la ventana y un mate, se hacen cómplice del encuentro. La ventana parece ser el único espacio que conecta la sala con el exterior, desde allí se puede ver un espacio verde que esparce y renueva aires en el adentro. El ángulo de toma recrea una habitación poco espaciosa, con paredes blancas, despojadas de color que impactan y enfatizan una visión austera del mundo que vemos en colores.

Mientras se van ubicando en sus lugares cuentan que la dinámica de trabajo es muy particular, porque los textos se escriben de forma individual y luego se exponen en el grupo, como si el orden grupal es lo que daría sentido a la instancia de soledad. “Escribir es parte de una terapia, una manera manifestarse, una necesidad”, dice Francisco, un integrante del grupo. Y por esto también es desafiante, porque se propone a la escritura en un rol terapéutico, en la no menor función de encontrar en las palabras algún “gollete” a los avatares de la vida, a las emociones y pensamientos, tal como lo manifiestan en su primera publicación.

En Dosis Mínima se encuentran una selección de escritos de cada participante. Con el afán de que mediante esta recopilación de producciones, la comunidad conozca a Sin Goyette y a lo que cada integrante sabe hacer, circula por lo más variados estilos de escritura. Ofrece literatura fantástica, poemas, refranes, escritos románticos, diálogos, y demás, y en este aspecto, ofrece a algún lector, diferentes miradas del mundo.

En Sin Goyette se trabaja con la convicción de que escribir potencia la creatividad, el encuentro con uno mismo y con los demás; y también saben que aquellas sensaciones que antes eran consideradas “absurdas”, en un relato toman los más variados e inesperados sentidos. Sin, necesariamente, pensar en grandes y largas obras literarias, sino más bien en vivencias, ideas y sensaciones de cada día.

Proyectos Compartidos
La elección del nombre de este grupo de escritores no fue tarea fácil. Había que ponerse de acuerdo entre todos, y pensar estratégicamente para un futuro. “Nos llamamos Sin Goyette, pero esto es una paradoja porque lo que escribimos sí tiene gollete, tiene sentido” contaba Francisco muy seguro. Pero inmediatamente hacen referencia a que tienen claro que un nombre no determina los logros “Pensamos en Los Beatles, ellos tenían un nombre gracioso y sin embargo hicieron grandes cosas”, dice Adriano otro participante del espacio, mientras se le asoma una sonrisa.

El espacio está conformado por ciudadanos que asisten al Hospital con interés por la escritura, pero en palabras de un singoyetero “no a aquel que escribe cualquier cosa”. Destacando así que esta abierto a personas a quienes la escritura los atraviesa, a quienes estén dispuestos a trabajar individual y colectivamente, a quienes consideren escribir como una necesidad. Sus expectativas y deseos son publicar sus libros, sus historias, sus relatos, como grupo y de forma individual. Pero también existe otro sueño que merodea el espacio, y es el de derribar prejuicios, que se pueda hacer carne en un relato que en el Hospital Escuela de Salud Mental hay personas creativas, que aunque estuvieron postergados por algún motivo particular en algún momento, pueden producir.

El aire se espesa en la sala cuando hablan de sus deseos. Todos escritores con ansias de publicar, sus miradas se embarcan en un mar de proyectos. Dosis Mínima es el puente para empezar pero aún falta un largo recorrido, que talvez no tiene un destino fijo, sino más bien sólo el viaje de escribir

El equipo de escritores
El lugar de creación de Sin Goyette es el Servicio de Terapia Ocupacional del Hospital Escuela de Salud Mental. Allí trabajan los miércoles por la mañana, en un espacio integrado por ocho participantes que son: Francisco Gabriel Oraindi, Jorge Dening, Abelardo Falcón, Adriano José Aiello, Sol Reali, Anabel Arias, Diego Tortul y Natalia Villaverde. Es abierto para personas de la comunidad del hospital a quienes les guste la escritura, y cualquiera puede acceder a sus publicaciones.

Para agendar
Para conocer las producciones del grupo Sin Goyette, se puede acceder a su primera publicación que han dado en llamar Dosis Mínina, tomando contacto a través de un correo a gruposingoyette@hotmail.com o vía Facebook a Grupo Sin Goyette. Es importante tener en cuenta que el grupo esta pensando el lanzamiento de Dosis Mínima II, así que luego del 1 de diciembre ya estará disponible para los interesados.

(*) Concurrente del Área de Comunicación del Hospital Escuela de Salud Mental