Ésta es la ciudad Tricolor

Por Marcelo Comas

Eran las 14.30 cuando se arrimaban los primeros hinchas al reducto de calle Pirán –por más que todos se empeñen en repetir que es calle Italia al final- para ser testigos del partido decisivo entre Peñarol y Unión de Crespo en el marco del Torneo Apertura “Roberto Gerez” que organiza la Liga Paranaense de Fútbol. El partido arrancaba a las 15, no obstante la masa Tricolor ya casi colmaba la tribuna lateral. El local quería dar la vuelta tras 31 años sin títulos, mientras que el Verde se había consagrado en 2004. Al cabo de los 90 minutos, el populoso conjunto de barrio Pirola se convirtió en el nuevo monarca del fútbol lugareño –tercer campeonato que consigue en su historia-. Ganó 2-1 y se ganó el derecho a participar del Torneo del Interior 2007. A continuación se desmenuzan los momentos más emotivos de la fiesta que vivió el equipo sensación de la capital provincial.

Parece que la gente de Peñarol estaba predeterminada a sufrir. Si tuvo que aguardar 31 años para ser campeón, como no va a sufrir el fiel seguidor, aquel que se llega a la cancha desde barrio Pirola, Libertad, Giachino, El Sol y demás zonas aledañas para apoyar a Peña, como a ellos les gusta llamar a su divisa.

Algunos de los héroes del ’74 estaban en el estadio el sábado 24 de septiembre, día que quedará grabado en la historia tricolor a fuego por el ascenso logrado el año anterior, las finales perdidas de la mano de Mario Redondo y la tremenda demostración de garra y lucha ofrecida en este Apertura. Ni el descuento de tres puntos le hizo mella a los muchachos dirigidos por José Lulo Castillo, uno de los sobrevivientes del campeón 1974. Lo de sobreviviente es una figura utilizada para destacar a aquellos ex jugadores que siguen trabajando en pos de la institución; quizás otros anónimos lo hacen desde el anonimato y prefieren mantenerlo bajo reserva.

En cuanto al festejo previo se debe comentar que la venta de remera con leyenda que estimulaban al festejo anticipado salían como pan caliente: “Campeón 2005, Jesús Te Ama, Peñarol”. Por supuesto, no faltaron las gorras, camisetas, vinchas y los papelitos al aire que denotaban la alegría que invadía el ambiente.

El gol de Miguel Mena desató la fiesta: una avalancha donde se encuentra el grueso de la barra presagiaba lo que vendría después. Un personaje particular se llevó el premio a la originalidad; toda la cara pinta de negro, azul y blanco, con un atuendo blanco y flecos a tono que colgaban de sus brazos y piernas.

Cuando promediaba el segundo acto, los crespenses insinuaron una recuperación, pero solo fue un espejismo. La conquista de José Luis Santini despejó todos los fantasmas, ni siquiera el descuento de Pablo Zapata faltando siete minutos pudo contener tanta pasión acumulada en el tiempo. En el instante que el juez Francisco Aguilera marcaba el final del cotejo, un barrilete atravesaba el cielo de Pirola y todo el barrio, la zona y ese pequeño mundo que rodea al conjunto más humilde del fútbol local se entregó al festejo y disfrutó de una de las glorias más grandes de su historia.

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