Juicio por la cocina de cocaína: en la primera audiencia, dos imputados ampliaron su declaración indagatoria

Por N.B., de ANALISIS DIGITAL

Con una inspección judicial al campo y la tapera donde funcionó una cocina de cocaína, inició este lunes el juicio oral y público contra Vicente Jesús Bioletti, José Roberto Sterz y Ramón Ángel Palavecino. Los tres hombres están acusados de ser corresponsables vinculados a la producción, refinamiento y venta de clorhidrato de cocaína en un campo del Acceso Norte a la capital entrerriana.

El debate fue abierto con la lectura de los requerimientos de elevación a juicio. Posteriormente se trasladó una comitiva judicial a la finca donde fue descubierta la cocina, luego de que en agosto de 2011 una avioneta “cayera” en el campo y un agente policial, en medio del procedimiento, se topara con un pozo en el que se halló un bidón con acetona y varios bultos negros que contenían “un polvo blanco”.

Vicente Bioletti, dueño de la finca; Ramón Ángel Palavecino, cuidador y encargado del campo, y Roberto Sterz, “vendedor de ropa y juguetes”, tal como se definió, y quien ya a cuenta con una condena por “contrabando de autos y marihuana”, ratificaron sus datos personales este lunes y viajaron con los magistrados, gendarmes, y personal judicial entre otros, hasta el lugar de los hechos. Dos de los tres (Bioletti y Sterz), decidieron ampliar su declaración indagatoria. En cambio, Palavecino, optó por el silencio, por lo que se leyó su declaración en la instrucción.

El juicio está a cargo de los jueces federales Lilia Carnero, Roberto López Arango y Noemí Berros. Los abogados defensores son Julio Federik y Leopoldo Lambruschini en representación de Bioletti; José Velázquez defiende a Palavecino y Daniel Antico a Sterz. En tanto, el fiscal es José Ignacio Candiotti.

El debate se desarrollará durante dos semanas y por la sala de audiencias del Tribunal Federal de Paraná pasarán casi 60 testigos.

“Estoy dolido”

Vicente Bioletti decidió ampliar su declaración indagatoria este lunes, tras la inspección ocular. Dijo que el 8 de agosto de 2011 tomó conocimiento porque lo llamó Palavecino “a las 14.30 de que había caído un avión donde él estaba desmontando”. “Le pedí que avise a la Policía”, agregó.

“Cuando yo fui, cerca de las 16, hice el camino hasta la tapera y había policías, bomberos, mucha gente… vi a los tripulantes incinerados. Volví. Me fui a la casa (al casco central de la estancia). No escuché ningún comentario”, aseguró. Añadió que a la tarde siguiente no habían retirado los restos del avión. “El miércoles de mañana, me llamaron de Toxicología y me dijeron que se realizó un allanamiento en el campo. En 20 minutos estuve ahí. Me sacaron el dinero de la billetera y el celular, y me dijeron que quedaban secuestrados. El jueves conversé con un abogado. El viernes a la mañana me allanaron la casa y me hicieron la indagatoria”, detalló.

El imputado, dueño del campo, afirmó que gran parte de la finca donde se encontró la fábrica de droga estaba arrendada, pero que la tapera donde funcionaba la cocina era una zona que no estaba alquilada. “Reservé un lugarcito para hacer algunos emprendimientos, con visión de futuro”, aseveró y planteó que allí planeaban sembrar aloe vera, pero el emprendimiento no funcionó. “Después decidimos modificar un poquito ese lugar y pensamos que si conseguíamos a la familia indicada, podríamos poner un bombeador eléctrico”, acotó.

Sobre la existencia de un camino entre la tapera y el casco central de la estancia, Bioletti manifestó que estaba marcado porque se transitaba para “llevar la basura, desecharla en un cañadón e incinerarla”.

“Yo tengo una confianza ciega en Moncho (Palavecino). Si bien no tenía que decirle dos veces qué hacer, sí no le gustaba desmalezar y regar. Era muy salidor, pero siempre me avisaba antes de irse. Además, se juntaba con amigos en el campo y comían asado. A la mañana siguiente se veía que había tomado porque estaba desprolijo. Pero siempre fue una persona muy trabajadora”, relató el propietario de la finca sobre su peón. Reconoció que a las órdenes “se las impartía yo”. “La mayoría de los trabajos eran en el casco de la estancia. A veces le pedía que saque alambrado, pero todo eso donde está la tapera está alquilado hace más de 15 años. En los lugares que me reservé, Moncho cortaba el césped, araba, sacaba la basura”.

Bioletti explicó cómo había adquirido el quemador que se encontró en la cocina de cocaína. Dijo que había sido para un restaurante que funcionó durante unos meses y después cerró. Agregó que ese artefacto estaba guardado y su empleado se lo pidió.

El acusado además, contó cómo era la rutina de trabajo de Palavecino y explicó a qué instalaciones tenía acceso. “Él se desplazaba por el casco, desmalezaba la costa de la calle, sacaba árboles”, repitió.

Ante la pregunta de qué siente por estar acusado, respondió: “Me choca, es una cosa que no entro en razón. No sé qué pudo haber pasado. Póngase en mi lugar ¿qué quiere que haga si una parte estaba alquilada a terceros?”, le preguntó a la presidenta del Tribunal.

Al intentar despegarse, el hombre también dijo que “los inquilinos tenían acceso a la tapera si querían”, y que en la estancia circulaba un variado universo de personas entre los que había amigos de Palavecino, amigos de la familia Bioletti y vecinos, entre otros.

Asimismo, dijo que desconoce a Claudio Pascual Luna, quien permanece prófugo tras el hallazgo de la fábrica de droga. “No tengo idea”, respondió cuando se le preguntó quién es.

Contó que tras los hechos se desvinculó laboralmente de Palavecino mediante un acuerdo, pero nunca pudo pedirle una explicación. “No tuve oportunidad de pedirle explicación”, afirmó, y retrucó: “Él tenía varios amigos que ingresaban a la casa de él”.

En un plano dispuesto en la sala de audiencias, reconoció que hay una forma de llegar desde el camino costero hasta la tapera. “Desde la cantera se podía seguir, y cuando no hay sembrado se puede salir al camino costero”, deslizó. No hay alambrados internos en el campo porque fueron sacados por Palavecino.

“No encuentro ninguna explicación. Estoy dolido y mal porque tal vez no recorrí como debía. Por ir poco al lugar y no prestar atención. Iba mucha gente y yo me manejaba en ese sector (el casco de la estancia)”, recalcó. Agregó que prestaba la quinta a sus amigos sin estar presente, y completó: “Yo estoy dolido con Palavecino. Estoy mal. Pero no soy quién para juzgarlo. No desconfío de los amigos, pero Moncho, cuando tomaba no quedaba en buenas condiciones. En ese sentido es un hombre fácil de manejar, sin que se dé cuenta”.

“Yo fui a pescar”

Sterz también decidió hablar este lunes. Dijo que ese día fue a la zona a pescar con un amigo. “Tiramos una líneas, picamos, tomamos algo, y cuando volvíamos se le quedó la moto, así que llegué a la estancia y pedí si podían llamarme un remís. Llegó el remís, lo tomé y después que nos paró la Policía”, apuntó.

El imputado reconoció que llevaba 3.000 pesos encima, pero intentó justificarlo diciendo que antes de irse a pescar no tuvo tiempo de pasar por su casa y dejar el dinero.

“Yo en esto no tengo nada que ver. Si alguna vez me condenaron fue por marihuana y contrabando automotor. De cocaína no entiendo nada”, reafirmó.

La indagatoria de Palavecino

El peón del campo se abstuvo de ampliar su indagatoria este lunes, por lo cual se leyó su declaración. “Yo hace 20 años trabajo con Bioletti, pero hace siete u ocho que estoy ahí (en esa estancia). Casi no ando en el campo. Esos días (agosto de 2011) estaba limpiando y vi que cayó un avión. Bioletti me mandó a avisar a la Policía. Yo no ando por la zona de la tapera porque no tengo nada que ver, esa parte está arrendada”, se leyó.

El hombre reconoció que llevaba amigos a comer a la estancia, y entre ellos nombró a Dionisio Acosta, ex intendente de San Benito. “De esas otras cosas no sé nada”, dijo en su momento y aseguró: “Lo que hago es cuidar la pileta, cortar el pasto y nada más”.

“Nosotros, mi patrón y yo, acondicionamos esa tapera para sembrar aloe vera y no nos convino, después se arrendó esa parte del campo”, señaló en la indagatoria, y reconoció que tendido eléctrico lo hicieron ellos para poner una bomba.

Aseguró que “a la cocina industrial la armaron para hacer chocolate para una escuela de San Benito y para freír”.

Inspección ocular

Durante la inspección ocular se pudo observar que en el campo existe el caso central con la casa principal y la casa del cuidador, donde vivía Palavecino solo. También allí hay dos parrillas para asar: una está a dos metros más o menos de la vivienda principal; la otra está junto a la pileta. Allí también hay un mirador que da justo a la tapera, que se encuentra aproximadamente a 500 metros del casco central.

El casco de la estancia está en un terreno muy elevado. Desde allí hay una vista panorámica a todo los alrededores. En cambio, la tapera se encuentra en una zona mucho más baja. Entre una y otra edificación hay dos caminos de conexión. Uno de ellos se usa actualmente y el otro fue abandonado después del hallazgo, pero aún permanecen las huellas de los vehículos en el pasto.

La tapera cuenta con dos habitaciones y un baño. Afuera está el pozo negro y muy cerca se encuentra el pozo en el que se hallaron los insumos para estirar y refinar la droga. Desde adentro se puede observar el casco central de la estancia y la casa principal.

Cuando la cocina fue hallada había un cableado de luz de la casa principal a la tapera, que según argumentaron los imputados era para la bomba de agua que nunca funcionó correctamente, para regar el aloe vera.

Entre otros elementos, la comitiva judicial notó que en un galpón guardaban prensas. Herramientas que según reafirmó el propio Bioletti, no son de su propiedad, y no supo específicamente para qué se usaban.

El hecho

El 8 de agosto de 2011, alrededor de las 17.30 la Policía recibió un llamado de la estancia de Bioletti. Como le había indicado su patrón, Palavecino denunció que había caído una avioneta en un campo del Acceso Norte de Paraná, por la zona de El Brete. En el accidente fallecieron el piloto Daniel Daverio, de 32 años, y su acompañante Fernando Martina, de 30, ambos oriundos de San Guillermo, Santa Fe.

Ya en el lugar del accidente, personal policial tropezó con un pozo ciego en el que encontró un bidón con acetona y varios envoltorios negros. Cerca del hoyo donde estaba escondido el material había una precaria construcción que estaba cerrada con candado. En su interior hallaron varios bidones de acetona y otros solventes que se utilizan para el estiramiento y fraccionamiento de cocaína. En el lugar había un sendero de tierra un cableado eléctrico que alimentaba a la tapera desde el casco principal de la quinta.

Durante dos noches los policías apostados en las inmediaciones del campo vieron desfilar a varias personas, yendo de una construcción a otra, con linternas, trasladando bultos desde la tapera hacia el casco principal. La primera noche los policías interceptaron sobre la ruta un vehículo que salía del campo, conducido por Luna, pero el juez dispuso no dar curso a su detención y ya en horas de la madrugada un remís pasó a buscar a Sterz, que también fue puesto bajo custodia, tras una persecución por la autovía ya que el conductor pretendió evadir a la Policía, pero tampoco quedó detenido.

El allanamiento se produjo el 11 de agosto por la mañana. En los alrededores del campo aparecieron bolsas con hormas de pasta base entre los pastizales.

Según recordó El Diario, Palavecino fue detenido ese mismo día; mientras que Bioletti, el dueño de la casa-quinta, fue apresado al día siguiente. Ambos pasaron unos meses en la Unidad Penal Nº 1 y fueron excarcelados en marzo del año pasado. Sterz se entregó unos días después del procedimiento y, tras pasar varios meses detenido, también fue excarcelado en octubre. De Luna, no se supo más nada.

(Fotos: ANALISIS DIGITAL)

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