Por D. E., de ANALISIS DIGITAL
Fue así en su administración al frente del IOSPER -como referente de ATE- , peleando cada uno de los excesos de poder del sistema, para defender al trabajador que aporta y aporta y no negociar con los empresarios, como muchos están acostumbrados. O en su rol de auditora del Tribunal de Cuentas, donde solía avanzar contra viento y marea, por más que el funcionario corrupto le advirtiera de las consecuencias que podía tener con su actitud. Silvina no tenía por qué transar con nadie. No estaba en su estructura y eso era valiosísimo.
Desde ese rostro bello, con esa mirada sincera y certera, Silvina ponía distancia y ubicaba cada cosa en su lugar a la hora de decir “No”. Nadie iba a pasar por encima a esa mujer delgada, elegante y alta como pocas.
Tal vez se cansó de batallar contra la enfermedad que la invadía. Sólo tal vez. Quizás se tomó un tiempo de espera y seguirá peleando desde algún lugar del paraíso, buscando de alguna manera burlarse de la muerte que la llevó de paseo. Queda claro que se la va a extrañar: por compañera, por buena madre, por mujer íntegra. De esas que cuestan reemplazar en la vida.
Adiós Silvina; descansa en paz.