Moya está siendo investigado por la Justicia a partir de la denuncia que hizo en primer lugar la revista ANÁLISIS y luego porque dos víctimas concretaron la demanda en la justicia. Los dos jóvenes relataron de qué modo el cura, que a comienzos de los 90 fue destinado a Villaguay, abusó de ellos cuando eran adolescentes. La Iglesia lo suspendió como párroco, le prohibió ejercer el sacerdocio y abrió una investigación diocesana.
En este contexto, Pascualín organiza el festival “a beneficio”. El animador conduce el programa radial Mano a mano con la gente, los sábados por LT39 de Victoria, y ahora ocupa el espacio que antes condujo Moya por la misma radio, llamado Tomando mate, que iba de 10 a 11.
En diálogo con El Diario, Pascualín contó que la idea es “ayudar y darle una mano” al cura Moya, quien prometió hacerse presente en el predio San Sebastián. Moya era, hasta junio último cuando su estrella se apagó, un frecuente animador de festivales folclóricos desde su rol de payador. Pero ahora el sacerdote enfrenta un proceso judicial a cargo de la fiscal Nadia Benedetti, del Poder Judicial de Villaguay, pero también tiene una causa canónica impulsada por el arzobispo Juan Alberto Puiggari, fue suspendido como sacerdote, y apartado de su función de párroco de Nuestra Señora de la Merced, de Seguí.
Lo que anuncian
El festival “a beneficio” de Moya se hará, entonces, mañana, desde las 21, en el predio San Sebastián, de Nogoyá. Desde la organización lo presentan como “festival solidario a beneficio” del cura Moya, y como número central se anuncia la actuación de Carlos Ramón Fernández.
Pascualín, uno de los organizadores, explicó: “Vamos a realizar un festival solidario al padre Marcelino Moya, que ha caído en esta crucificada de la injusticia social. No se le han podido comprobar el delito del que fue acusado; por eso, el padre Marcelino tiene pensado volver a la Iglesia, a dar misa y va a volver a editar y estará en Nogoyá; por dos motivos, uno porque el escenario de San Sebastián es muy lindo, y otro porque el padre nos acompañaba todos los años para la fiesta de la Virgen, y este año que paso no puedo estar”.
Ajeno a toda esa investigación que pesa sobre Moya, las denuncias por los delitos de abuso que enfrenta en la Justicia, Pascualin se ocupó en invitar a la gente a participar del “festival solidario”, y dijo que habrá “colaboración” del Círculo de Retirados de la Policía, aunque consultadas las autoridades de la entidad dijeron que “sólo alquilamos” el predio.
La cartelera del festival anuncia que sobre el escenario está prevista la presencia de Exequiel, el joven que acompañaba a Moya en sus incursiones como payador en distintos festivales, a quien Pascualín calificó como “cantor de chamarrita y gran intérprete en la guitarra”.
También estarán el “Piquingo Izaguirre”, el hijo del “Tape Chaná”, con su interpretación del nuevo folclore y Carlos Ramón Fernández, para finalizar con una bailanta chamamecera con Gloria Casadey y Cesar y Hernán.
“Invitamos a todos los nogoyaenses, va a estar el padre Marcelino, quien nos ha confirmado su presencia y también saldrán trafic y colectivos de varios lugares de la provincia ya que no se había hecho ninguna movida como esta por este sacerdote que ha sufrido tanto. Cabe destacar que el servicio de cantina estará a cargo del Circulo Policial y la comisión de San Sebastián”, anunció el organizador.
La causa
Moya, aunque alcanzó efímera trascendencia como “cura payador”, vio inscripto su nombre en la consideración pública a partir de la denuncia que hicieron dos jóvenes en la Justicia por los abusos a los que los sometió Moya, a principios de los 90, cuando estuvo destinado como vicario en la Parroquia Santa Rosa de Lima, de Villaguay.
Dos jóvenes, un médico y un estudiante de Derecho, denunciaron en la Justicia que Moya abusó de ellos cuando eran adolescentes y el sacerdote ahora suspendido era vicario de la Parroquia Santa Rosa de Lima, de Villaguay, a principios de la década de 1990.
La denuncia fue recibida, el 29 de junio último, en Paraná por el fiscal Juan Francisco Ramírez Montrull, pero luego fue girada para que quede a cargo de la Unidad Fiscal de Villaguay.
Un día después de esa presentación, la curia dio a conocer un comunicado oficial en el que expresó: “Ni bien se conocieron las denuncias periodísticas que involucraban a un sacerdote de la Arquidiócesis, el Arzobispo dio inicio a las investigaciones preliminares según lo expresa el código de derecho canónico en el canon Nº 1717, regulados por las normas de Gravioribus Delictis”.
El canon N° 1717 dice, textualmente: Canon 1717. “Siempre que el Ordinario (el obispo) tenga noticia, al menos verosímil, de un delito, debe investigar con cautela, personalmente o por medio de una persona idónea, sobre los hechos y sus circunstancias así como sobre la imputabilidad, a no ser que esta investigación parezca del todo superflua. Hay que evitar que, por esta investigación, se ponga en peligro la buena fama de alguien. Quien realiza la investigación tiene los mismos poderes e idénticas obligaciones que el auditor en un proceso; y, si se realiza después un proceso judicial, no puede desempeñar en él la función del juez”.
En el caso Moya, y como “medida cautelar”, el sacerdote, informó la curia, “ha sido separado de la atención pastoral de la comunidad y se le ha impedido el ejercicio público del ministerio, según lo determina el Derecho Canónico, hasta que la Justicia se expida”.
La situación todavía se mantiene así.
“Atrás de esto está Moya”
José Dumoulin fue, hasta diciembre último, párroco de Santa Rosa de Lima, de Villaguay, y fue quien primero recibió la noticia de los hechos que habían sucedido en ese mismo lugar a comienzos de los 90.
Fue el principal impulsor de la denuncia en la Justicia, y soportó frecuentes enfrentamientos con la cúpula de la Iglesia. Al final, Dumoulin decidió irse de la Iglesia, pero antes de irse le enrostró al arzobispo Juan Alberto Puiggari una serie de encubrimientos y silenciamientos de graves casos ocurridos en el clero.
Enterado del festival solidario a beneficio de Moya, cree ver detrás la mano del propio cura investigado por la Justicia por abusos. “No sé cuál es el trasfondo de todo esto. Si es iniciativa del organizador, o si atrás de esto está Moya, buscando instalarse otra vez en escena”, dice.
“Todo el mundo es inocente hasta que la Justicia pruebe lo contrario, pero hay una investigación en marcha y no se puede decir que acá no pasó nada, porque pasaron cosas, y hay dos jóvenes que denunciaron esos hechos”, apunta Dumoulin.
Al respecto, reclama más énfasis de la Iglesia en la investigación. “A nivel eclesial -asevera- tiene que haber alguna sanción. Ya teniendo la declaración de las víctimas y todos los elementos probatorios que hay, tendría que haberse expedido la Iglesia. No se puede actuar como si acá no pasó nada”.